viernes, 20 de marzo de 2009

Dios obra para en la formación de Su pueblo

Estudio Bíblico realizado el miércoles 18 de marzo de 2009 en BBC

Vamos a continuar el viaje iniciado la semana pasada. Yo espero que ya haya terminado de leer el libro de Génesis y deben terminar esta semana leyendo el capítulo 6 de Éxodo. Esta es la mejor manera de sacarle provecho a este estudio. Los que siguen este blog incluso van a aprovechar más que los que vienen el miércoles y se limitan a oír lo que yo digo. Y los que vienen, siguen este blog y leen los capítulos asignados, se van a quedar asombrados de todo lo que van a aprender. Les felicito por haber llegado hasta aquí y les animo para que sigan adelante. Lo mejor está por llegar.

En Génesis 11:6-9 vemos la reacción de Dios ante lo que vio en Sodoma y Gomorra. Dios sabía y expresa que el hombre no iba a desistir de su idea, no tenía intenciones de cambiar sus planes. Siempre ha sido así. Ocurrió en los tiempos bíblicos y sucede ahora.
El hombre sólo tiene dos opciones:
A) Es parte del plan de Dios para resolver el problema, o
B) Es parte del problema, que Dios va a resolver.

Lo que sucedió en la Torre de Babel dio como resultado el surgimiento de naciones, razas, y lenguas; es decir, una división. En este punto de la historia de la humanidad Dios comenzó a separar a un pueblo para que por medio de él viniera el Mesías. Leamos Apocalipsis 13:8.
¿Se da cuenta de una cosa? Cristo es el cordero que fue inmolado desde el principio del mundo
¿Se percata de que cuando Dios dotó de alma a Adán, en ese mismo momento firmó la sentencia de muerte de Su Hijo? En el instante en el que Dios decidió crear a la humanidad, Cristo fue condenado a muerte. Teníamos que tener un redentor. Dios no se sorprendió por el pecado del hombre, este no lo tomó por sorpresa.

Leamos Génesis 9:18-19
¿Se da cuenta de que toda la humanidad desciende de Sem, Cam o Jafet? Yo no sé si esto tendrá alguna relación, pero como muchas otras cosas, esta me llama mucho la atención. La palabra hebrea shem significa nombre. Hay algunos eruditos bíblicos que ven la descendencia de Abraham a partir de Sem como un indicador de que Dios quería apartar a un pueblo para dedicarlo a Su nombre, no al nombre de ellos. Los hombres en Babel querían hacerse un nombre. En cierta forma querían competir con Dios. Los hombres no han desistido de esa idea. Siguen jugando a querer ser dioses. ¿Recuerda como el diablo engañó a la mujer en el huerto? Lea Génesis 3:4-5. “…seréis como Dios”… Y a eso no se pudo resistir la mujer...

Leamos 2 Crónicas 7:14. Este fue el versículo que les pedí que aprendieran de memoria para esta semana. Este encierra una condición, un llamado y una promesa.

Leamos ahora Génesis 12:1-9. ¿Se percata de la grandeza que encierra? Todas las naciones de la tierra serían afectadas de alguna manera por los descendientes de Abraham. Leamos de nuevo el versículo 1. ¿Se da cuenta de que a veces Dios puede pedirnos que dejemos nuestra comodidad para responder a su llamado? Según Romanos 8:30 usted está llamado. En Colosenses 4:17 Pablo pide que le digan a Arquipo algo, que se hace extensivo a cada uno de nosotros: le pide que preste atención al ministerio que le fue dado en el Señor.

En Gálatas 3:8 el apóstol Pablo da la explicación de cómo Abraham vendría a ser bendición y esta es la única ocasión en todo el Nuevo Testamento en la que se usa la palabra griega que se traduce aquí como “de antemano”. El asunto es que el hombre se enfrenta a un dilema en su relación con Dios. Dice: Yo haré o Tú harás… Dios hizo un pacto con Abraham, que tenía que ver con la fidelidad de Dios y no tenía nada que ver con Abraham, veamos Génesis 15:18. Observe algo interesante: Adán = desobediencia, pero Abraham = obediencia

El apóstol Pablo en Romanos 4:20-22 nos presenta una explicación del cómo el obrar de la fe de Abraham y el darle gloria a Dios le fue contado por justicia.

En Génesis capítulo 22 la prueba que enfrentó Abraham es un cuadro hermoso del camino a la bendición. Génesis 22:8 se cumple con un alcance universal y de manera definitiva en el evangelio de Juan 1:29 y este pasaje tiene a su vez la explicación en Juan 3:16. Observe lo que dice Lucas 1:68-69. Leamos Génesis 22:13-14. Dios proveyó el cordero para que Abraham lo ofreciera en sacrificio en lugar de Isaac. ¿Se da cuenta de la semejanza? Cristo es el Cordero de Dios cuya cabeza quedó atrapada entre las espinas para asegurar la bendición de Dios a todo el que desee recibirla. Dios no proveyó un sacrificio PARA nosotros. Como en el caso de Isaac, proveyó un sacrificio EN LUGAR de nosotros.

Isaac, el hijo de Abraham, tuvo un hijo llamado Jacob a quien Dios cambió el nombre y le puso Israel. Este tuvo 12 hijos que dieron nombre a las doce tribus de Israel de donde descienden todos los hebreos. Israel tenía un hijo favorito llamado José, que sus hermanos envidiaban y despreciaban. Los 11 hijos de Israel decidieron deshacerse de José y lo vendieron a unos mercaderes que lo llevaron para ser vendido como esclavo en Egipto. Andando el tiempo José halló favor ante Faraón y se llegó a convertir en su mano derecha, leamos Génesis 41:41. Entonces se desató un hambruna en toda la tierra y los hijos de Israel se vieron obligados a venir a Egipto en busca de comida por lo que vinieron a la corte de Faraón. Así José tuvo la vida de sus hermanos en su mano.

Uno de mis versículos favorito en la Biblia es Génesis 50:20. Es una gran verdad que Dios cambia lo que los hombres traman para hacer mal a sus hijos y lo convierte en bendiciones. Por el ejemplo de José podemos decir que el futuro pertenece a los soñadores y no a los que tratan de matar los sueños.

Génesis 46:1-7 cuenta que toda la nación de Israel se mudó a Egipto donde Dios los alimentó por medio de la mano de José. Pero con el tiempo, surgió un nuevo Faraón que no había conocido a José que ya había muerto. Leamos ahora Éxodo 1:11-12, este pasaje presenta de manera abreviada el obrar de Dios con su pueblo.

Éxodo capítulos 1 al 3 presentan una sucesión de acontecimientos que delinean el futuro de Israel: la opresión de Israel, el nacimiento de Moisés, la preparación de él como líder, el dolor de Dios por su pueblo, el encuentro de Moisés con Dios, su comisión para cumplir el mandato de Dios y la presentación de Dios como JVHV el “Yo soy”…

Los próximos capítulos del libro de Éxodo son muy conocidos, sobre todo para los que fuimos de niños a la Escuela Dominical: Después de diez plagas, que van desde el río de sangre hasta la muerte de los primogénitos… Entonces Faraón cedió y comenzó el Éxodo del pueblo de Israel que comenzó un viaje por el desierto que demoró cuarenta años para llegar a la Tierra Prometida. Vamos a unirnos al pueblo de Israel en este viaje por el desierto… Quiero que imagine el desierto, que sienta el sol ardiendo en su piel, la sed quemándole la garganta, que perciba el miedo a lo desconocido. A lo lejos veremos a Moisés subiendo a una montaña respondiendo al llamado de Dios para ser lleno con la gloria de Su presencia. Y veremos que encontraremos muchas sorpresas en este camino.

Leamos Éxodo 24:1-3 Observe una cosa, el pueblo no puede subir al monte ni acercarse a Jehová, ni siquiera Aarón y los setenta, sólo Moisés. ¿Se da cuenta del precio que tuvo que pagar la humanidad por probar el fruto prohibido? Dios nos creó para tener comunión con Él. Dios se paseaba en medio de nuestros primeros padres, habló con ellos con voz que entendían y habitó en medio de ellos. Pero a causa de la desobediencia, las masas no podrían disfrutar de la gloria de la presencia de Dios. Sólo Moisés podría acercarse a Dios... Nosotros, los seres humanos nos perdimos lo mejor por el pecado. Por eso era necesario el ministerio de la reconciliación.

Leamos ahora Éxodo 25:8 y aquí vamos a quedarnos esta semana. Espero que cumpla sus asignaciones esta semana. Este es un viaje que nos reportará grandes bendiciones. Ore conmigo. Señor te damos gracias por tu Palabra y te damos gracias por amarnos, porque nos amas por lo que Tú eres y no por lo que somos nosotros. Te damos gracias por desear tener comunión con nosotros y te pedimos que nos fortalezcas con tú Espíritu Santo. Límpianos Señor con la preciosa sangre de Tu Hijo. Perdona nuestros pecados y ayúdanos para perdonar a los que nos hayan hecho mal. Purifícanos para disfrutar de tu presencia. En el Nombre que es sobre todo nombre, en el Nombre de tu Hijo Jesucristo, Amén.

1 comentario:

  1. Agradecemos estos estudios y le animamos para que no se detenga. No deje que el desaliento pueda opacar esta hermosa labor. Seguiremos esta serie de studios y las futuras.
    Pastor Samuel Valdesroca
    Iglesia Estrella de Belen
    Asuncion, Paraguay

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Le agradezco mucho su comentario.
Oscar