sábado, 19 de diciembre de 2009

Un mensaje de Navidad para los hombres, que pueden leer las mujeres

¿Y qué de José?

De José no sabemos mucho. Era carpintero, se había “desposado” con María, lo que equivale a decir que estaban “casados”, pero el matrimonio y la unión de la pareja no se habían realizado todavía. No sabemos para cuándo se había fijado la fecha de la ceremonia nupcial. No conocemos si José era más viejo que María. No tenemos idea de cuál era su aspecto físico. Solo en el evangelio de Mateo se habla un poco de él, antes del nacimiento de Jesús.

En el estudio anterior, vimos a María recibir el anuncio por parte del Ángel Gabriel. Y analizamos brevemente las implicaciones del hecho. Ahora imaginemos un momento la escena. María tuvo que llamar a José y darle la noticia… ¡Un momento, esta no es una noticia cualquiera!

Veo a José en la casa de María, ataviado para ver a su “esposa”, tal vez le llevó algunas flores. Su corazón latiendo apresuradamente y su respiración entrecortada. En aquellos días los jóvenes no escogían, los padres seleccionaban y hacían acuerdos de quién se casaba con quién. María y José aunque eran gente sencilla, no eran comunes. Observe que Dios se fijo en ellos y los escogió para ser los protagonistas del milagro más grande, del hecho que transformaría la historia de la humanidad.
No puedo siquiera pensar en la cara de José cuando María le dijo que “estaba embarazada”. ¿Embara… qué? Y María diligente explicando, mira José se me apareció un ángel y me dijo… Indudablemente esta es una historia, que para José debió ser difícil de creer. Fíjese si es difícil, que hoy después de conocer el “final de la historia” y de tener pruebas de todo tipo, todavía hay gente que no cree esta historia. Oigo en mi mente a José argumentando… María, yo soy carpintero pero no tonto. ¿Cómo has hecho esto? Me vas a poner en ridículo delante de todo el pueblo. Mi negocio está arruinado. Al pasar por las calles la gente me va a mirar y se va a reír de mí... Y los “mí” como casi siempre ocurre en las confrontaciones son interminables. Los seres humanos tendemos a ver las consecuencias desfavorables que producen en nosotros las acciones de los demás, pero miramos muy poco cuánto daño le hacen o los demás las cosas que hacemos nosotros.

Hombres, ustedes pueden entender esto mejor. ¿Qué puede ser peor que sentir que se han burlado de uno? Las damas tienen a veces otra forma de ver las cosas… Observe que estos hechos no ocurrieron en la ciudad de San Francisco en California, ni en Europa, ni en el año 2010. En aquellos días por adulterio, que es como se llamaba cuando una mujer tenía relaciones extramatrimoniales con un hombre, una dama podía ser apedreada hasta morir. José estaba en todo su derecho, según la Ley de darle carta de divorcio y romper el compromiso. Nadie, ni siquiera él, se podía creer ese “cuento” de un ángel y una concepción “divina” para que María se convirtiera en el vehículo usado por Dios para traer el Mesías al mundo.

Sin lugar a dudas que José era un hombre con condiciones excepcionales y por esta razón estaba en esta situación en los planes de Dios. Dice Mateo, por toda descripción de este joven carpintero que “era justo”. La palabra griega de la cual se traduce es “dikaios” que significa “justo, recto, honrado, que está en concordancia con los estatutos de Dios. Todas las versiones de la Biblia que he consultado, que son muchas, optan por traducir esta palabra, en el caso de describir a José, como “justo”.

Esto hace aun más difícil la situación. Los seres humanos pretendemos que los demás actúen en reciprocidad a la manera en la que actuamos nosotros. De manera que si José era justo, él esperaba que María también lo fuera. Pero una mujer justa “no hacia estas cosas”… Me imagino a José caminando de regreso a su casa. Probablemente sentía como si le hubieran quitado el camino sobre el cual debía de andar. ¿Qué haría ahora? ¿Cómo explicarles a otros, para convencerlos, lo que ni aun él creía? ¿Por qué le pasaba esto a él? Sabe una cosa, los seres humanos siempre nos tenemos lástima, y aspiramos a que otras personas también nos tengan lástima y se compadezcan de nosotros. Estos sentimientos se anidan y actúan en el área de lo subconsciente.

Añade Mateo, que como José no quería “infamar” a María, decidió dejarla secretamente. Esa me parece una buena solución, ¿no cree? Desaparecer del pueblo, nadie sabrá qué se hizo José, y al poco tiempo María comenzará a mostrar señales de su embarazo. En este caso, todo el pueblo le va a echar la culpa a José, pero no hay de qué preocuparse, ¡los hombres no son apedreados! Tal vez los familiares de María salgan en su busca para hacerle pagar su ofensa, pero eso siempre será mejor que enfrentar las miradas y las risitas burlonas de las viejas chismosas del pueblo. La palabra griega que se ha traducido como infamar es paradeigmatizo que significa desacreditar o avergonzar públicamente. Es decir, que José renunció a la posibilidad de “limpiar” su reputación y desacreditar a María.

Mateo dice que José estaba “pensando en esto”. En otras palabras, esta idea se había apoderado de él; este pensamiento lo obsesionaba. ¿Alguna vez algo te ha obsesionado? Hay ahora una de las narraciones más bellas que registran las Escrituras y sobre la cual no se insiste mucho. Mateo 1:20-25 en la Nueva Versión Internacional dice así:

Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto.
Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel» (que significa «Dios con nosotros»).
Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa. Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo, a quien le puso por nombre Jesús.


WOW o GUAO, como lo quiera escribir. José no argumentó, discutió o se rió como Zacarías. Dice simplemente que ¡despertando del sueño hizo como se le había mandado! No tengo dudas en mi mente de que José creía firmemente en lo que dice Lucas 1:37
“… porque nada hay imposible para Dios”. ¿Crees tú que eso es verdad? ¿Lo crees como lo creía José? ¿Alguna vez has considerado que Dios tiene un plan grande para tu vida que tal vez no se haya puesto en marcha por tu falta de fe? ¿Estás convencido de que eres una creación única de Dios con un propósito único? ¿Crees que hay un plan que Dios hizo específicamente para que tú participes con Él? ¿Crees que eres muy importante para Dios?

Observa esto y el denominador común que tiene: Abraham creyó y le fue contado por justicia. María creyó al anuncio del Ángel y entró para siempre en la historia. José creyó y tuvo parte en el regalo de Dios para el mundo. ¿Crees tú a Dios? Posiblemente hay un mensaje que Él te está dando, y que tal vez pienses que no puedes cumplir. Observa el caso de José, el esposo de María, hay tantas lecciones en este breve pasaje que yo necesitaría escribir un inmenso libro para analizar solo algunas de ellas.

Te invito para que en esta Navidad analices la historia de José y para que como él, creas a Dios. No argumentes con Él, simplemente cree y haz tu parte, porque ¡NADA HAY IMPOSIBLE PARA DIOS!

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Oscar