sábado, 30 de enero de 2010

No tenemos que sentir miedo

En Marcos 6:45-52 leemos
Enseguida Jesús hizo que Sus discípulos subieran a la barca y fueran delante de El al otro lado, a Betsaida, mientras El despedía a la multitud.
Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.
Al anochecer, la barca estaba en medio del mar, y El estaba solo en tierra.
Y al verlos remar fatigados, porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche (3 a 6 a.m.), fue hacia ellos andando sobre el mar, y quería pasarlos de largo.
Pero cuando ellos Lo vieron andando sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar;
porque todos Lo vieron y se turbaron. Pero enseguida El habló con ellos y les dijo: "¡Tengan ánimo; soy Yo, no teman!"
Subió con ellos a la barca, y el viento se calmó; y ellos estaban asombrados en gran manera,
porque no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.

Los discípulos de Jesús, en más de una ocasión sintieron miedo. Seguir a Jesús no les daba una cierta seguridad especial, tampoco el Maestro les prometió en alguna ocasión que no tendrían que enfrentar dificultades, pero es evidente que ellos estaban aprendiendo a confiar en Él.
Hace unos meses, me encontraba justo en una barca, en medio del Mar de Galilea. Aunque era de día y una hermosa música cantada en hebreo animaba nuestro paseo, vino a mi mente esta escena cuando Jesús envió a sus discípulos que fueran hasta la otra orilla del mar mientras Él se quedaba a solas para orar.
Hacía muy poco que se había realizado la alimentación de los cinco mil. Juan 6:14-15 nos dice que la gente había tratado de capturar a Jesús para hacerlo rey. Poco antes Jesús se había enterado de que Juan el Bautista había sido decapitado (Mateo 14:3-12). El Mar de Galilea está rodeado de elevaciones, y al parecer Jesús, después de terminar de orar, desde una de estas alturas pudo ver cómo sus discípulos luchaban contra las olas de una fuerte tormenta que se había levantado en el Mar y no lograban avanzar, haciendo grandes esfuerzos para mantener la barca a flote.
¿Se ha encontrado usted en medio de una tormenta? ¿Ha visto como las olas se levantan y el viento parece que lo va a destrozar todo? ¿Ha mirado afuera de su barca y solo ha visto oscuridad? ¿Ha sentido o está sintiendo temor en medio de su tormenta? ¿El viento y las olas no le dejan avanzar? ¿Sabe una cosa? ¡Tengo buenas noticias para usted!
En medio de aquel vendaval, Jesús se acercaba caminando sobre las aguas. Este hecho claramente revela su divinidad. En Job 9:8 el patriarca revela la capacidad de DIOS de andar sobre las aguas. El barco en el que estaban los discípulos no había encallado, estaba siendo sacudido por las aguas y el viento. Jesús caminó por la superficie de las aguas porque sus discípulos lo necesitaban. Si estás en medio de la noche, si las tormentas de la vida te están sacudiendo. Si el mar se agita enfurecido en contra tuya… Mira por sobre la borde de tu embarcación, el Maestro viene en tu auxilio. Él te está tendiendo su mano. No tienes que temer, deja a un lado tu miedo que Él está cerca para rescatarte. Pero tú tienes que alzar tu vista hacia Él y aferrarte de su mano.
El miedo que sentían los discípulos los engañó. Cuando vieron a Jesús, pensaron que era un fantasma. No hay nada de extraordinario en esta reacción, en definitiva, los hombres de carne y hueso no pueden caminar sobre el agua. Los discípulos eran hombres acostumbrados al mar. Los marineros de aquellos tiempos y los pescadores, como los de ahora, hacen cuentos de fantasmas y aparecidos y por lo general, estas historias se asocian a desastres. Así que no debe extrañarnos que el terror se apoderara de ellos y que comenzaran a gritar.
Jesús trató de calmar su miedo y les dijo: “Tened ánimo”. Pero este no era un mandato fácil de cumplir en las circunstancias en las que ellos se encontraban. Tal vez la tormenta en la que te encuentras es también feroz y es difícil poder “tener calma” ¿verdad? Hay quienes piensan que solo ellos saben lo que están pasando. ¡Pero están en un error! Dios sabe perfectamente lo que están pasando. Jesús les dijo ¡YO SOY! Y también a ti hoy te dice ¡YO SOY! Y esta presentación suya es en sí misma una garantía para que dejemos a un lado el miedo. Vea lo que dice Isaías 43:25; 48:12; 51:12-16. Esta manera de presentarse es similar a la usada por el Padre para referirse a sí mismo en Éxodo 3:14. Jesús estaba usando el nombre que los judíos no se atrevían ni a repetir para presentarse (JHVH).
Pero Jesús no solo usó palabras. Para probar que era quien decía ser, se subió a la barca y calmó al viento. Los discípulos se asombraron y maravillaron. Y Jesús hoy sigue calmando tempestades y sorprendiendo a la gente, porque Él es Dios.

En Cesarea de Filipo Pedro unió las piezas del rompecabezas y confesó (Marcos 8:29) que Jesús era el tan esperado Mesías que había sido prometido, y su poder no tiene fin. Ahora bien, observe esto: Los discípulos estaba haciendo lo que Jesús les mandó que hicieran. Sin embargo, a pesar de eso se levantó una terrible tormenta y ellos sintieron miedo. Cuando los discípulos reconocieron a Jesús y vieron que estaba cerca, desaparecieron sus temores porque ellos reconocieron y confiaron en su poder.

Sabe una cosa. Nuestro Señor desea que nosotros tengamos esa misma clase de seguridad. Es posible que usted se encuentre enfrentando la tormenta más grande que hubiera imaginado. El viento y las olas unidas a la oscuridad que le rodea le han llenado de temor. El miedo no le deja ver a su Maestro que está al alcance de su mano. Tal vez hay cosas que le impiden verlo con toda claridad. Le invito en el nombre de Dios para que tire por la borda de su embarcación cualquier cosa que pudiera impedirle ver con claridad a su Jesús. Agárrese de la mano que Él le está tendiendo. Fíjese que tiene en ella la cicatriz del clavo que lo sujetó por un breve tiempo a una cruz en la que Él pago el precio por los pecados que usted cometió. Confíe en Él, pues venció la muerte, está a la diestra de Dios, es Dios y quiere calmar la tormenta en la que usted se encuentra para que pueda vivir la vida que Él le quiere dar hoy…

1 comentario:

  1. Amen. Ayer Dios me revelaba esta misma palabra. Es bueno que el hombre en medio de las circunstancias adversas pueda mirar al todopoderoso y agarrarse de él para ir a adelante. Como humanos tendemos a temer. Dios quiere desaparecer el temor. Es decir, que le conozcamos de tal forma que el temor no exista. Que conozcamos que si lo tenemos a él, lo tenemos todo. Que no hay adversidad, problema o peligro que sea mayor que él. El hombre dice: "tuve temor y me aferré a ti", pero Dios quiere que el hombre diga: "nunca tuve temor, porque tú estabas allí".

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Le agradezco mucho su comentario.
Oscar