viernes, 19 de marzo de 2010

Padre nuestro...

La prensa esta semana ha traído noticias de la masacre cometida en Nigeria por musulmanes contra cristianos en represalia por la matanza de unos trescientos musulmanes muertos a manos de cristianos hace unos meses. Nigeria está dividida por el odio y el crimen entre los musulmanes y los cristianos. ¿Dije “cristianos”? Yo no me considero con autoridad, ni conocimientos suficientes para ponerme a opinar acerca de este delicado asunto, sin embargo no encuentro en la Biblia un solo pasaje que justifique semejante acción. Las órdenes dadas al pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, tenían un fin muy especial: Preservar al pueblo de Dios para que de allí pudiera nacer el Mesías que vendría a redimir el mundo. Este no es el caso de la iglesia en el Nuevo Testamento. Desafortunadamente, las cruzadas, la inquisición y otros muchos males, que no tienen fundamentos bíblicos, han dado lugar a este tipo de acciones.

La fe cristiana ha sido influida por el mundo, en lugar de ella influir en el mundo. El desconocimiento y la superficialidad se han adueñado de los que dicen profesar nuestra fe, añadiendo también una buena dosis de de intolerancia. Los problemas y las pasiones del mundo se han apoderado de nosotros. Estos ingredientes, por separado, pueden pasar inadvertidos, pero cuando usted los combina, el “coctel” resultante es explosivo y venenoso. Y todavía nos preguntamos, ¿por qué Dios no oye nuestras oraciones?

¿Ha sido malentendido alguna vez? ¡Yo sí! Y por cierto, más de una vez. La última ocasión en la que me ocurrió esto fue hace poco. Se trata de una persona que al parecer ha abrazado el cristianismo. Hizo profesión pública de fe y se bautizó en una iglesia cristiana. Su vida no muestra muchas señales de un nuevo nacimiento, pero eso es un asunto muy difícil de dilucidar. El problema es que esta persona, al parecer, sigue confiando en las imágenes y haciéndole promesas a la “la virgen”. Se me presentó la oportunidad de hablar con esta persona y le di una cita para conversar con ella. Esa semana me dediqué a orar pidiendo sabiduría para abordar tan delicado tema y durante la semana, me vi muchas veces, en mi oficina, practicando lo que le diría y cómo se lo diría para que la persona no se fuera a ofender, entendiera el mensaje que yo le daría y a la vez, para no callar nada de lo que yo debía decir. Pensé muchas veces en la manera de explicarle a esta persona que no se puede adorar a Dios y a los santos a la vez y cómo podía hacerle entender que mientras que no hiciera una decisión firme y definitiva por Cristo, este no era, en realidad, su Señor ni su Salvador. Llegó el esperado día de la cita, fui lo más dulce que puedo ser y lo más claro que jamás he sido con alguien. Pensando en la responsabilidad que yo tenía si esta persona muriera esta noche y no tuviera otra oportunidad de que otra persona le pudiera presentara el evangelio nuevamente. ¿El resultado? Sí, adivinó, ¡la persona no entendió y toda la familia se siente ofendida conmigo!

¿Qué falló? No lo sé. ¿Era buena mi intención? Claro que sí. ¿Por qué Dios no me respondió como yo esperaba? ¿Es que acaso Dios está esperando que esta persona haga una decisión y se acabe de decidir? La moraleja de esta historia es que la voluntad y los designios de Dios va mucho más allá de nuestra comprensión y entendimiento.
Leamos Mateo 6:9: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos”…

La manera en la cual nos acercamos a una persona, es de suma importancia. Observe cómo Jesús inicia la oración: “Padre nuestro que estás en los cielos”. El Maestro pudo haberles dicho a sus discípulos que LE ORARAN A Él, o que le oraran al Espíritu Santo, ¿no cree? ¿Y qué de pedirle a la “virgencita” o a los “santos”? ¿No cree que a lo mejor una buena “brujería” pudiera ser una “ayudita”? Por ilógica e irracional que esto parezca, es lo que algunos están haciendo. El Hijo de Dios, en su única enseñanza a sus discípulos acerca de la forma en la que debían orar les dice que ¡DIRIJAN SUS ORACIONES AL PADRE, a nadie más!

Tengo un buen amigo que tenía en su oficina una foto que se tomó con el presidente George W. Bush. Cualquiera que vea esta foto, puede pensar que George W. Bush es su amigo personal. Sin embargo, mi amigo no lo conoce, lo que sucedió fue que él estaba en el lugar adecuado en el momento preciso y el Presidente, fue muy gentil al permitirle tomarse una foto con él. Yo tengo, como uno de mis más preciados galardones, un diploma llamado el Certificado de los Presidentes, firmado por el Presidente en funciones en aquel momento George Bush (padre) y por cuatro ex- Presidentes de los Estados Unidos. Yo no tuve el honor de conocer al Presidente Bush, ni a ninguno de los cuatro ex-presidentes que firmaron mi certificado, pero mi labor como capellán voluntario en cuatro centros penitenciarios del estado de New Mexico fue reconocido con este Diploma, en un acto celebrado en honor de todos los capellanes voluntarios del Estado por el Gobernador.

A lo mejor usted tiene una foto con algún cantante o artista famoso. Yo me siento orgulloso de tener un familiar que es una escritora de fama nacional y que ha sido reconocida por el New York Times y por Hispanic Business, entre otros muchos reconocimientos y galardones que ha recibido, fue nombrada una de las Cien Hispanas más influyentes en los Estados Unidos, y yo me siento muy orgullosos de ser su “pariente”. Tal vez los seres humanos somos dados a pensar que nuestra cercanía o relación con una persona importante, nos confiere importancia a nosotros.

¿Se ha puesto a pensar alguna vez, que gracias a Jesucristo podemos pasar TODO el tiempo que queramos en la PRESENCIA del CREADOR del universo? Voy a separar las dos primeras palabras de la oración modelo para ver en detalles su importancia para nosotros, pero primero quiero que las veamos unidas para que podamos experimentar toda la grandeza que encierran: PADRE NUESTRO...

La oración no es más que el privilegio que tenemos como hijos, de comunicarnos con nuestro Padre. Pero observe que este no es un ¡DERECHO HUMANO! No es algo que podamos negociar o exigir. No es tampoco algo que podamos comprar o merecer, basados en acciones que podamos hacer. ¡La oración es un PRIVILEGIO que solo es posible acceder por medio de la obra redentora de Jesucristo! No se llame a engaños, si Jesucristo no ha redimido su vida, si Él no es su Único Señor y Salvador, ¡usted NO PUEDE LLEGAR hasta el trono de Dios! Nuestros pecados NOS separan del PADRE, y solo por la obra redentora del Hijo, es que podemos llegar hasta Él. Leamos Hebreos 10:19-20: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne… [Si no está familiarizado con el lugar Santísimo y el velo, busque en los archivos de este blog la serie de estudios bíblicos que hice sobre el Tabernáculo, en los cuales analizo, en detalles, este aspecto]. De forma muy sintética le puedo recordar algunos detalles: Después que el pueblo de Israel salió de su esclavitud en Egipto y cuando apenas comenzaba su peregrinar por el desierto, Dios le ordenó a Moisés construir un Tabernáculo con dimensiones, materiales y formas muy precisas. Uno de los objetos mandados a construir fue el Arca del Pacto, dentro de la cual había algunos objetos como un recordatorio permanente al pueblo de lo que Dios había hecho por ellos. Esta Arca se colocó en el Lugar Santísimo y fue protegida con una gruesa cortina o velo hecho con materiales, ornamentos y colores especiales. Luego Dios vino a “morar” con su pueblo y la “gloria de JVHV” (SEÑOR traducido también Jehová o Jehovah) vino sobre el Arca en forma de columna de nubes de día y de una columna de fuego de noche que guiaba al pueblo de Dios. Solo el Sumo Sacerdote podía, una vez al año, entrar al lugar Santísimo para orar a favor del pueblo en la presencia de Dios. [Vea el libro de Éxodo capítulos 25 al 40 y Hebreos capítulos 9 al 13]. Ese fue el velo o cortina que se rasgó a la mitad cuando Jesús expiró en el Calvario. Así, por medio de la muerte expiatoria de Jesucristo tenemos acceso al Lugar Santísimo y a la presencia de Dios. Nuestro Padre Celestial no admite el pecado en su presencia, de manera que nosotros, siendo pecadores, solo podemos llegar ante Él, mediante el sacrificio de Cristo. Entendiendo así que la oración es un PRIVILEGIO exclusivo de los redimidos.

Tal vez se pregunte, si esto es así, ¿cómo puede un pecador orar para obtener el perdón? Dios conoce nuestros corazones y pensamientos. Cuando una persona reconoce sus pecados y se arrepiente de ellos, esa convicción le coloca en una posición de humildad y entrega total; entonces se puede clamar por perdón y la Gracia de Dios, por medio de la sangre de Jesucristo, nos limpia de todo pecado. Ahora bien, perdónenme si les ofendo con lo que voy a decirles ahora. No se llame a engaños, REPETIR lo que alguien dice en una oración o leer una oración hecha por otra persona es SIMPLEMENTE VANA PALABRERÍA, y nadie puede ser salvo por hacer eso.

¿Se da cuenta de que no podemos entrar a la presencia de Dios sin tener presente que SOLO podemos entrar gracias al sacrificio que hizo Jesús al morir en la cruz por nosotros, por vencer la muerte resucitando de los muertos dejando la tumba vacía, y por haber ascendido hasta el cielo para estar a la diestra del Padre? Esta es la razón (EL MOTIVO) por la cual, al terminar de orar decimos: “En el nombre de Cristo”. ¡Estas palabras tienen un gran significado! Pero tenga mucho cuidado, esto no es como el sello de correo que le ponemos a una carta que nos garantiza que la misma va a llegar al lugar que hemos indicado en la dirección. El “franqueo” de nuestra oración fue pagado a un precio sumamente alto. Quiero que ponga mucha atención a esto que le voy a decir ahora: Nosotros no debemos decir, en el nombre de Cristo, solo al final de nuestra oración, sino DESDE EL PRINCIPIO. Debemos orar EN SU NOMBRE, con la actitud de nuestros corazones. Nuestros corazones deben estar en plena armonía con nuestro Señor y Salvador.

Es necesario que entendamos que Jesucristo no es el PORTERO de la “puerta” de las oraciones. Él no está vigilando para ver quién intenta acercarse al Padre. La Biblia nos enseña algo muy diferente, dice en Hebreos 7:25: “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. Y el Espíritu Santo, el tercer miembro de la Trinidad (Dios en tres personas, cada una con distintas funciones, pero siendo UNO en el Padre) nos acompaña cuando entramos a la presencia del Padre, veamos lo que dice Romanos 8:26: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.

Para mí resulta evidente que la oración no es algo que los seres humanos sabemos hacer por naturaleza. Esta fue la razón por la cual los discípulos le pidieron al Maestro que los enseñara a orar, y el motivo por el cual Jesús les enseñó a hacerlo. Esta es la misma razón por la cual, todos aquellos que hemos tenido inquietudes acerca de la oración venimos al Maestro por ayuda y dirección. Esta es la razón por la cual; Él nos dio la Oración Modelo, no para que la repitiéramos como “loros”, sino para que siguiéramos ese modelo o patrón. Por esta razón también entró al lugar Santísimo abriendo el velo con su sangre al ser obediente hasta la muerte, y está sentado a la diestra del Padre intercediendo por cada uno de nosotros, los que lo hemos recibido como Señor y Salvador. Esta es también la razón por la cual el Espíritu Santo intercede por nosotros, poniendo en nuestros corazones los motivos por los que debemos orar. Dice el apóstol Pablo en Hebreos 7:25: “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él [Jesucristo] se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”.

Tal vez nunca haya pensado en esto que le voy a decir y de lo cual estoy plenamente convencido. Cada vez que usted eleva su corazón y su mente y clama: “Padre celestial” o “Padre nuestro” está situándose en la Santa y maravillosa presencia de Dios. Debe recordar entonces, que el privilegio de poder orar a Dios, no es algo que se pueda tomar a la ligera. Esto tuvo un precio muy alto: Le costó TODO a Jesucristo. Él nos ha dado mucho más de lo que alguno de nosotros merece.

¡Señor, enséñanos a orar!

1 comentario:

  1. Oscar
    Este estudio es un excelente compendio de las bases del cristianismo. Excelente trabajo!!!
    GRACIAS POR TRABAJAR CON PERSEVERANCIA EN LO ETERNO

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Le agradezco mucho su comentario.
Oscar