Acepte el reto de Dios Éxodo 3:1-7:13 I Parte

Preste atención Éxodo 3:1-6

“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

El llamado de Dios para que hagamos algo especial puede venir en cualquier circunstancia. Dios puede hablarnos en medio de un culto de adoración, por medio de una canción cristiana, por medio de la Biblia, por medio de una conversación con otra persona o incluso mientras realizamos cualquier tarea ordinaria. Moisés se encontraba apacentando las ovejas de su suegro Jetro.

Es sabido que el fuego provee luz y calor, sobre todo es muy agradable en las noches cuando hay mucho frio, pero también es peligroso y está prohibido en muchos lugares. Es como la santidad de Dios. La gente del Antiguo testamento tenían tanto temor del rostro de Dios como de ser atrapadas por el fuego. Moisés bien pudo haber salido corriendo cuando vio la zarza ardiendo huyendo del extraño fuego y de la santidad de Dios. Piense por un momento y trate de imaginar que usted es el que se encuentra ocupando el lugar de Moisés, ¿qué hubiera hecho?

Moisés no salió corriendo. Dice la Escritura que: “Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema”. Claro está que alguien pudiera pensar que solo se trata de la curiosidad de Moisés, sin embargo observe, que cuando el “arbusto habló, él tampoco salió corriendo. Dios habló desde dentro del a zarza ardiendo y le dijo a Moisés: “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”. ¿Por qué le pidió Dios que se quitara el calzado? Las sandalias recogían la suciedad del camino y las de Moisés, sin duda estaban sucias de polvo y tierra de andar con las ovejas; entrar a la presencia de Dios calzando sandalias era como tratar de llegar hasta la presencia de Dios con algo sucio y ordinario. Quitarse el calzado era una expresión simbólica que mostraba respeto ante la pureza de Dios.

Cuando Dios nos llama, debemos tener bien presente y nunca olvidar con quien estamos lidiando. Déjeme decirle que sin lugar a dudas, va a ser muy difícil para nosotros oír a Dios, si no cultivamos un espíritu reverente y un corazón dispuesto a escuchar. No debemos salir corriendo cuando Dios nos llame, pero siempre debemos mostrar reverencia ante Él.

Dios se presentó ante Moisés y le dijo: “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob”. ¿Se percata de la situación? Dios le estaba informando a Moisés que Él es el mismo Dios que le había hablado a los patriarcas cientos de años antes, y que lo que Él dice está de acuerdo con lo que ha hecho y dicho antes. Esto es una llamada de alerta para que nunca vaya a creer que podemos recibir una llamada de Dios que no esté de acuerdo con lo que Dios ha dicho en la Biblia y con lo que Él ha hecho por medio de Jesucristo y de los apóstoles de la iglesia primitiva. Un mensaje que no esté de acuerdo con la Palabra de Dios y con lo que Dios ha hecho, no procede de Él.

Escuche con mucha atención. Éxodo 3:7-10

“Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel”.

La Palabra de Dios está de acuerdo con su carácter. Este mensaje que Dios le da a Moisés está de acuerdo con su fidelidad y su compasión. En dos ocasiones Dios señala que Él conoce la opresión que está sufriendo el pueblo de Israel. Observe como dice: “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto”. Y añade: “…he oído su clamor…” En los versículos 8 y 10 Dios revela lo que va a hacer para salvar al pueblo de Israel de la situación que está sufriendo.

Pero Dios no solo le habla a Moisés, y le informa de la situación y de sus planes si no que también le da una tarea. Pero no pierda de vista que en esto Dios lleva el papel principal y Moisés tiene un papel secundario. Dios le encomienda a Moisés: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel”. Observe que a pesar de que Dios en el versículo 10 le da una tarea o encomienda a Moisés, en el versículo 8 Dios muestra que Él va a liberara a su pueblo de la opresión.

El asunto está más que claro. Dios va a salvar a su pueblo de Israel que se encuentra oprimido en Egipto y desea que Moisés se una a Él en esta labor, para que sea usado como un instrumento de Él. Dios ha seguido obrando desde que llamó a Moisés de en medio de la zarza y también ha seguido llamando a los hombres para que se unan a Él en lo que está haciendo. De la misma manera que al liberar a su pueblo de manos de Egipto, Dios lleva la parte fundamental y nos llama para que nos unamos a Él asumiendo un papel secundario.

Pero nosotros no podemos ser usados por Dios si no entendemos su carácter y lo que Él está haciendo en el mundo. Tenemos que conocer su corazón y su evangelio. Tenemos que escuchar con mucha atención a las enseñanzas bíblicas y tenemos que afinar nuestros oídos para que podamos escuchar la voz de su Espíritu Santo.

Moisés había demostrado su amor por el pueblo de Israel y estaba sensibilizado con los sufrimientos del pueblo, y ahora Dios lo estaba llamando para que renovara esa devoción que él sentía por Israel. Nadie puede participar en la obra de Dios si es indiferente a las cosas que hacen que Dios actúe.

Seguiremos la semana próxima…