sábado, 14 de agosto de 2010

Buscando la ayuda de Dios: Un estudio panorámico del libro de Éxodo.

Enfrentado las dificultades Éxodo 1:6-14

Los seis primeros versículos del libro de Éxodo son un resumen o síntesis de Génesis 46:8 a 50:26. Veamos este pasaje:
“1Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia: 2Rubén, Simeón, Leví, Judá, 3Isacar, Zabulón, Benjamín, 4Dan, Neftalí, Gad y Aser. 5Todas las personas que le nacieron a Jacob fueron setenta. Y José estaba en Egipto. 6Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación”.

El versículo siete, en especial, me parece muy importante: “Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra”.

Estos versículos nos recuerdan el asentamiento de Israel en tierra de Egipto. Para entender el libro de Éxodo, tenemos que entender primero que hay una historia que es anterior a los hechos narrados en este libro. El versículo siete nos lleva a Génesis muy al principio, tan lejos como Génesis 1:28: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla”… Dios quería que toda la gente del mundo fueran sus hijos, pero el pecado del hombre, alteró ese plan. Y cuando esto sucedió, el Señor comenzó a trabajar creando una nueva gente desde el momento en el que Él eligió a Abraham. Su nuevo pueblo estaría formado por los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. Dios estaba creando una nueva nación: La nación de Israel, que sería su posesión. “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”. Éxodo 19:5.

El plan de Dios no era limitado, su objetivo era tener tanta gente como estrellas hay en el cielo: “…de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos”. Génisis 22:17. Dios comenzó con el pueblo de Israel y mediante Jesucristo, su Hijo, ha adoptado como hijos a todos aquellos que reciban a Cristo como Señor y Salvador, uniendo gentes de todas las naciones de la tierra.

Ahora bien, quiero llamar su atención a Éxodo 1:8 “Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José”… Es decir, que un nuevo rey que no conoció o no estuvo interesado en la historia de José asumió el poder. Lo cual es un recordatorio de que el pueblo de Dios no es inmune a los problemas y las dificultades. No sabemos si este faraón en realidad nunca oyó hablar de José y que este había sido un alto oficial de la corte del faraón, o si simplemente, había escuchado de José y no estaba interesado en prestar atención a la historia, lo cierto es que este gobernante no estaba dispuesto a seguir la tradición de darle al pueblo de Israel un refugio seguro en señal de gratitud por el servicio que José había prestado a Egipto.

Este faraón, por el contrario, veía a los israelitas como extranjeros peligrosos que no aportaban ningún beneficio a Egipto, por lo que los esclavizó y obligó a trabajar de sol a sol, limitando su acceso y limitando el crecimiento de la población israelí. Para el Pueblo de Dios, este fue un tiempo de calamidades, dolor y sufrimientos y en más de una ocasión debieron sentirse abandonados.

Por lo general, la gente cuando mira al bosque, no ve un árbol. Cuando la situación es adversa y los problemas abundan, por lo general miramos al todo y nos olvidamos de mirar a lo particular. El pueblo de Israel no había sido olvidado. A pesar de lo que se podía percibir, y de las circunstancias que estaban viviendo, Dios estaba multiplicando a su pueblo y lo salvaría de las manos de faraón. Aunque parezca mentira, el pueblo esclavo de Israel estaba en una posición mejor que el más poderoso faraón de Egipto porque ellos estaba bajo el cuidado especial de Dios.

Contexto histórico-social:
La tierra de Egipto está dividida en dos partes: El Alto Egipto y el Bajo Egipto. El Alto Egipto está en el sur y es llamado así porque no se encuentra en el valle que inunda e irriga el río Nilo. El Bajo Egipto está dominado por el delta del Nilo, en donde que este río se une a otros muchos afluentes para ir a desembocar en el mar Mediterráneo.

El pueblo de Israel vivía en la parte este del delta del Nilo, en una región llamada en la Biblia Gosén: “Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo”... Éxodo 9:26. Era un pueblo de pastores de herencia cananita y aramea con un idioma y una cultura muy diferente a la de los egipcios. Egipto durante mucho tiempo había tenido que lidiar con inmigraciones procedentes de Siria y de Canaán a los que consideraban como “bárbaros” y peligrosos. Un grupo de estos extranjeros que la historia reconoce como los hicsos gobernaron el bajo Egipto entre 1648 hasta el 1540 a.C. y finalmente fueron dominados y expulsados por una dinastía egipcia.

Tomando esto en consideración podemos entender por qué los egipcios se sentían tan incómodos teniendo una gran cantidad de israelitas en su territorio, ya que étnicamente, estos estaban relacionados con los hicsos y para la nueva casta dominante en Egipto ellos eran unos bárbaros.

El éxodo del pueblo de Israel ocurrió en un periodo histórico de Egipto llamado el Nuevo Reino ubicado entre el año 1580 hasta cerca del 1090 a.C. este no es el periodo en el que fueron construidas las grandes pirámides que fue mucho antes, alrededor del 2778 al 2563 a.C.

El Nuevo Reino fue un periodo de mucho esplendor para Egipto que se convirtió en una potencia mundial ejerciendo la hegemonía sobre la tierra de Canaán. Uno de los faraones egipcios más famosos Ramses II, reinó en Egipto entre 1290 y 1224 a.C. Hay algunos estudiosos que creen que este fue el faraón del éxodo, pero este tuvo lugar en otro período histórico, alrededor del año 1440 a.C. Sin entrar en discusiones acerca del tiempo exacto, hay un hecho innegable que es el que me interesa destacar y es que el éxodo no tuvo lugar en un momento en el que Egipto estuviera debilitado como nación, o envuelto en luchas internas y/o externas como ocurrió muchas veces, sino que tuvo lugar cuando Egipto estaba en el apogeo de su gloria y poder.

Los lugares en los que los israelitas trabajaron son habitualmente conocidos como Rameses y Pitón y están localizadas en la parte este del delta del Nilo, que era justo donde vivían los israelitas. Estas eran ciudades donde se asentaban funcionarios administrativos y eran ciudades para el abastecimiento. Las ruinas más famosas de Egipto fueron construidas con piedra, pero los edificios y las casas donde habitaba la población fueron construidas con ladrillos de barro que se secaban al sol y fue precisamente en la construcción de estos ladrillos en los que los israelitas tuvieron que trabajar como esclavos.

Es posible obedecer Éxodo 1:15-22
15Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra Fúa, y les dijo: 16Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva. 17Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. 18Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños? 19Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas. 20Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera. 21Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias. 22Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida.

El sistema de gobierno que existía en Egipto es llamado teocracia, que literalmente significa gobernados por dios. El faraón egipcio era considerado una manifestación de los dioses en la tierra, por lo que era dueño de vidas y haciendas. Su poder era ilimitado. Tenía la facultad para tomar la vida de los egipcios y podrán imaginar lo que podía hacer con los extranjeros. El faraón era dueño de todo y de todos. Su poder no tenía límites.

Mucho más reciente es la historia de Herodes cuando ordenó matar a todos los niños en Belén de Judea (Mateo 2:16) lo cual nos permite ver que este tipo de atrocidades podían ser cometidas por los gobernantes con impunidad.

Así, que aunque hoy nos parezca extraño, no hay nada de raro en que Faraón ordenara a todas la parteras hebreas que mataran a todos los niños varones al nacer y que le dijera a los egipcios que tiraran al Nilo cualquier niño varón que les naciera a los israelitas. Esto es una crueldad y una atrocidad, pero esta historia se ha repetido muchas veces. Hoy mismo los cristianos son perseguidos y castigados en los países comunistas y en las naciones musulmanas en el mundo.

Por lo general, cuando las cosas se ponen malas, la gente cierra los ojos o voltea la cabeza hacia otro lado. Pero las parteras israelitas no cumplieron la orden de Faraón. La madre de Moisés lo arriesgó todo por salvar al niño y ni siquiera sabemos su nombre. Lo mismo ocurrió hace muy pocos años durante el “Holocausto” cuando manos piadosas escondieron niños hebreos de las garras de los nazis. Muchos niegan estos hechos, y hay hasta quienes niegan el Holocausto, pero la historia no olvida y condena.

No se menciona el nombre de la princesa egipcia pero dice la Escritura que: “Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera”. Ser parte del pueblo de Dios nos coloca a veces en posiciones en las que hay que actuar con valor y determinación, incluso a veces en contra de lo que pudiera parecer que son nuestros propios intereses. Cuando Pedro, Juan y los apóstoles recibieron la orden de que dejasen de predicar en el nombre de Jesús, dice la Escritura que: “Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios”. Hechos 4:19. Para Pedro la respuesta no daba lugar a dudas: debemos obedecer a Dios antes que a los hombres. Dios se complace cuando le somos fieles en medio de los problemas y las dificultades. No estoy diciendo que sea fácil hacerlo, pero no tengo la menor duda de que hay grandes recompensas y gozo cuando lo hacemos.

Nunca se ha dicho que los seguidores de Jesús no van a tener que enfrentar dificultades y situaciones difíciles, pero si podemos estar seguros de que Dios siempre estará con nosotros y nos ayudara a vencer…

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Oscar