sábado, 7 de agosto de 2010

La oración conclusión

Con esta meditación terminamos esta serie sobre la oración. Les pido disculpas por las últimas semanas en las que los estudios no se han publicado regularmente por mi estado de salud. Ya gracias a Dios me he recuperado por completo y estoy listo “para la pelea”. ¡Gloria a Dios!
Hay un término que se usa con diferentes significados y que por este motivo, algunos cristianos han eliminado de su vocabulario. Me refiero a la “meditación”.

Esta por lo general antecede a las alabanzas y la adoración. No toda meditación se puede considerar como una oración, pero en algunas circunstancias el alma “medita” en una forma que se asemeja a un diálogo secreto con Dios. Por este motivo el salmista decía: “... con labios de júbilo te alabará mi boca [...] cuando medite en ti en las vigilias de la noche” Salmo 63:5–6. David, como pastor que era, cuando guardaba a las ovejas, tenía mucho tiempo para meditar. La meditación requiere de tranquilidad y concentración. A este tiempo o disciplina la llamo en mi último libro (El llamado del Maestro, LifeWay Español, Julio de 2010) “un tiempo a solas con el Maestro”. Es necesario e importante que le abramos nuestro corazón a Dios y que meditemos concentrando nuestra atención en Él.

De todas las actividades de oración, una de las más beneficiosas para la persona que ora, es cuando oramos por los demás. A este tipo de oración se le conoce como “oración de intercesión”. Es en verdad cuando el creyente habla con Dios en beneficio de otra persona, pidiendo por ella y por sus necesidades de cualquier tipo. En la Biblia encontramos muchas oraciones de intercesión, lo cual a mí me indica, sin lugar a dudas, que Dios se complace cuando oramos por nuestros semejantes. Podemos mencionar la oración intercesora de Abraham en favor de Abimelec y su familia, como resultado de lo cual éstos fueron sanados Génesis 20:17.

Considero que es importante que cada uno de nosotros esté consciente del insondable misterio que es la oración, puesto que no se puede comprenderse con facilidad, cómo personas tan insignificantes, pequeñas y pecadoras, puedan comunicarse personalmente con un Dios infinito, Señor y Creador y Dueño del universo. ¿Cómo es posible que un ser tan perfecto, infinito y poderoso, pueda disponer de tiempo para escucharnos? Un Dios que, además, todo lo sabe. De manera que aun antes de hablar, ya Él conoce lo que queremos decir, que a pesar de lo que digamos, Él sabe lo que hay en nuestros corazones y lo que en verdad deseamos o queremos, sea bueno o malo. Dice el salmista: “Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda” Salmo 139:4.

Además, no debemos de olvidar que el Dios al cual se dirige la oración es soberano, maneja todas las cosas y su voluntad siempre se cumplirá, no hay forma de cambiarla ni de manipularla. De manera que no se trata, entonces, de tratar de “torcerle el brazo a Dios” para que haga lo que nosotros queremos y le pedimos cuando oramos, pues eso no es posible. Entonces, ¿por qué y para qué tenemos que orar?

Se ora, ante todo, porque a Dios le agrada. Él quiere tener comunión con sus hijos. Dice en Proverbios 15:8:“... la oración de los rectos es su gozo”. El apóstol Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo nos manda a: “Orad sin cesar” 1 Tesalonicenses. 5:17. De manera que resumiendo podemos decir que la oración es un asunto de amor a Dios y de obediencia a Él.

Con frecuencia, algunas personas me preguntan dónde deben o pueden orar. Hay muchas respuestas a esta pregunta y los libros de oración o sobre la oración están llenos de sugerencias y consejos, por lo que no voy a repetir lo que otros han dicho. Prefiero que hagamos un rápido recorrido por algunos pasajes de las Escrituras. Es evidente, como se ha dicho, que allí donde había un altar se elevaban oraciones.

Tenía también una significación especial el hacerlo en el tabernáculo o luego en el templo veamos por ejemplo 1 Reyes 8:32-33. “Luego se puso Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo, dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón”.

Pero la comunicación con Dios podía realizarse en cualquier sitio, siempre que hubiere sinceridad de corazón y respeto para Dios. Isaac oró “por su mujer” este hecho aparece registrado en Génesis 25:21, sin que se nos diga dónde lo hizo.

Moisés oró muchas veces en Egipto, donde no había un altar a Jehová vea por ejemplo Éxodo 8:8–9, 28 y 30. Luego Moisés oró en el desierto vea Números. 11:2.

Es posible que Manoa estuviera en el campo cuando oró, Jueces. 13:8.

Elías oró desde la cumbre del monte Carmelo según se registra en 1 Reyes 18:36–37 y desde una cueva estando en Horeb, 1 Reyes 19:13–18.

Eliseo oró por un niño dentro de una habitación, 2 Reyes 4:33.

Ezequías oró en su lecho, vuelto su rostro hacia la pared, 2 Reyes 20:2.

Nehemías oró en su corazón, mientras estaba delante del rey, Nehemías 2:4).

Jonás oró “desde el vientre del pez”, Jonás 2:1.

Pablo oró en un puerto, Hechos. 20:36.

Y Jesús oró en diferentes lugares. Estos ejemplo me llevan a la convicción de que lo que es importante no es el lugar, sino la actitud y el corazón de la persona que ora.

Otras personas me han preguntado que cómo deben orar, si de pie, sentados, de rodillas, etcétera. En este aspecto lo más importante es tener en cuanto lo que vimos al principio de este estudio: Evitemos por todos los medios asumir las actitudes hipócritas de los fariseos en cuanto al uso de vanas palabrerías (para que otros las oigan y crean que somos “muy consagrados”) al igual que arrodillarse o asumir otras posiciones para llamar la atención de los que están a nuestro alrededor. No olvidemos que el Señor Jesús nos mandó a entrar en nuestra recámara y allí volcar nuestro corazón ante Dios. Cuando estamos solos, podemos usar la posición que queramos.

Veamos lo que enseñan las Escrituras en cuanto a las posiciones físicas o gestos con los que se realiza la oración. Me llama mucho la atención que en ningún lugar se ordene cómo se debe orar (en cuanto a postura) ni que se establezca alguna forma particular.

Ana “hablaba en su corazón y solamente se movían sus labios” dentro del tabernáculo, 1 Samuel 1:13.
Nehemías, no abrió su boca, ni se arrodilló a orar delante del rey, Nehemías 2:4.

Sin embargo existía la costumbre de elevar las manos hacia el cielo cuando se estaba orando: “Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, cuando alzo mis manos hacia tu santo templo” Salmo 28:2.

También las personas se arrodillaban:“... me postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios”, Esdras. 9:5.

O estando la persona postrada, ponía la cabeza entre sus rodillas, 1 Reyes 18:42.

En el Nuevo testamento vemos que esas costumbres se mantenían, pues el Señor Jesús, en el huerto de •Getsemaní, “puesto de rodillas oró” Lucas. 22:41.

Pablo escribió a Timoteo: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas...” 1 Timoteo. 2:8.

Los judíos de aquella época habían adoptado la costumbre, todavía en uso hoy, de cubrirse la cabeza para orar, con un manto que se llama el “taled”, lo cual se toma como una señal de sumisión a Dios.

Los cristianos, sin embargo, desecharon esa práctica, pues Pablo dijo que “todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza”, 1 Corintios 11:4, ordenando que sólo las mujeres se cubrieran la cabeza como señal de su posición de sumisión frente al hombre.

Si una conclusión podemos sacar de estas semanas de estudio es que se nos manda a orar “sin cesar”, 1 Tesalonicenses. 5:17, por lo cual podemos inferir que el lugar y la forma no son lo más importante sino nuestro deseo de estar en comunión con Dios y la sinceridad de nuestro corazón. En las Escrituras se encuentran múltiples casos de oraciones hechas en diferentes horas del día y de la noche, en múltiples circunstancias de lugar y tiempo y asumiendo diferentes formas. Lo importante es orar.

Señor enséñanos a orar…

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Oscar