viernes, 17 de septiembre de 2010

Confiando en Dios a diario Éxodo 7:14-11:10 I Parte

Esta semana he publicado el estudio hoy viernes, por temor a no poderlo hacer mañana sábado por algunos compromisos de trabajo que son ineludibles.

Oponiéndose a la gente mala. Éxodo 7:14-17, 20-22

Éxodo 7:14-17, 20-22
Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo. Ve por la mañana a Faraón, he aquí que él sale al río; y tú ponte a la ribera delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra, y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír. Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre.
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Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre. Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho.


Dios utiliza su poder a favor nuestro, para combatir a la gente mala, por lo que debemos confiar en Él en todo lo que hace. Por medio de la actuación de Moisés, Dios mostró su rectitud haciendo justicia en Egipto.

La vida de Egipto depende del río Nilo, sin él, Egipto no puede existir. El país sería un territorio desierto y desolado. Las crecidas anuales del rio, permitieron que la agricultura floreciera en este territorio posibilitando que Egipto se convirtiera en la primera nación-estado que se unificara convirtiéndose por lo tanto en el cimiento de la civilización humana. Los egipcios tenían motivos para estar orgullosos de su herencia cultural y también tenían motivos para desconfiar de los extranjeros, que en ciertas épocas causaron muchos problemas en su territorio.

Sin embargo, la manera en la que los egipcios trataron al pueblo de Israel, no tiene justificación alguna. Los hebreos no habían hecho nada para merecer ser esclavizados; y el intento de los egipcios de matar a todos los niños varones israelitas al nacer, fue una monstruosidad. Por añadidura, el faraón se había opuesto a Dios cuando Él le ordenó, “deja ir a mi pueblo”…Esta es la primera razón por la que Dios envió a Moisés para traer las plagas a Egipto: Ellos serían castigados por sus crímenes. El río Nilo, la fuente de la vida de Egipto, se convirtió en un gran lago de sangre a todo lo largo de la nación. El mal olor del río, y los cuerpos de los peces muertos convirtieron “al río de la vida” en una imagen de la muerte. Cada una de las siguientes plagas fue otro castigo para los egipcios y para los gobernantes de la nación.

De alguna manera, los magos de Egipto se las arreglaron y fueron capaces de reproducir, en pequeña escala, lo que Moisés y Aarón habían hecho con el Nilo. Por esta razón; “el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó”… La gente siempre trata de encontrar una “explicación” para olvidar o ignorar el juicio de Dios.
Jesús alertó a los judíos acerca de algunos galileos a quienes Pilatos había matado, y también acerca de la futura caída de los muros. Él les llamó la atención de esta manera: “Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”, Lucas 13:2-3. Pero los judíos no se arrepintieron y vinieron los romanos y los mataron y echaron abajo la muralla y las torres de Galilea y de Judea.

Si nos negamos a ver la mano de Dios en un castigo, y persistimos en el pecado sin arrepentirnos, un juicio mayor y más terrible vendrá. Esta es una lección que no nos gusta oír y que con demasiada frecuencia olvidamos. Preferimos embotarnos con la idea de un Dios que es todo amor, y que supuestamente, ese amor lo hace no mirar al pecado. Pero este es un dios de creación humana y no es el Dios de la Biblia que es “fuego consumidor”. La única forma de evitar el castigo merecido, es mediante el arrepentimiento. Justo mañana el pueblo de Israel celebra el Yon Kipur, que es día nacional de arrepentimiento del judaísmo. Para los judíos el arrepentimiento conlleva, la restitución, es decir, ir a pedir perdón al agraviado o restituir lo mal hecho y el compromiso de no hacerlo más. Esta era la enseñanza de Juan el bautista, y este fue el arrepentimiento que predicó y enseñó Jesús. No basta con la intención o deseo del corazón, hay que ponerlo en práctica. No nos engañemos, permanecer en el pecado, o no arrepentirnos, acarreará el juicio y el castigo de Dios. Arrepentirnos de corazón conlleva el compromiso para no caer más en ese pecado y la restitución por el mal ocasionado.

Para ayudarnos a adorarle a Él Éxodo 8:20-28

Éxodo 8:20-28
Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale al río; y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; y las casas de los egipcios se llenarán de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén. Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra. Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal. Y Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestísimas sobre la casa de Faraón, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas. Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra. Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como él nos dirá. Dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí.

Inicialmente Moisés solo pidió que se les permitiera a los israelitas hacer la travesía de tres días en el desierto para adorar a Dios. Hubiera sido justo y apropiado que Moisés hubiera exigido que todo el pueblo de Israel fuera puesto en libertad de inmediato. Egipto no tenía ninguna razón legal para mantener esclavizado al pueblo de Israel. El que hiciera una petición más humilde, nos revela que el faraón era implacable. Al punto que ni siquiera quería darles unos días para que fueran al desierto y adoraran a su Dios.

Observe también que la petición de Moisés revela que la razón principal del éxodo fue la adoración a Dios. Cuando finalmente el pueblo de Israel pudo llegar hasta el Monte Sinaí, la cosa más importante fue pasar tiempo aprendiendo acerca de Dios, y la manera adecuada de adorarlo. La mayor parte del libro de Éxodo, se dedica a consagración de los sacerdotes, la construcción del Tabernáculo así como a otras regulaciones relacionadas con la adoración. Para el pueblo de Israel adorar adecuadamente a Dios, implicaba también el apartarse de los ídolos de los egipcios. Moisés adecuadamente dijo: “porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios”, y también hubiera sido apropiado decir que la religión de Egipto era detestable para Dios.

El hecho de que los israelitas vivieran en la región de Gosén, permitió ver claramente que las moscas que cubrieron la tierra de Egipto, no fueron a hasta allá. Quiero llamarles la atención para que no vayan a pasar por alto la lección más importante del estudio de esta semana: El éxodo no se produjo solo para sacar al pueblo de Israel de una mala situación, sino también, y esto es sin dudas lo más importante, ¡para darle gloria a Dios! La lección que debemos aprender es que siempre que Dios nos libra de una situación difícil, cualquiera que esta sea, el propósito principal, además de librarnos a nosotros es darle gloria al nombre de Dios. En estos casos el diablo trata de convencernos de que nosotros somos lo más importante y que por esa razón Dios nos da ese beneficio, pero esa es una mentira del maligno que ha sido engañador desde el principio. Detrás de cada acción y hecho de Dios, debemos glorificar su nombre. Recuerde que cuando Jesús, que es el Hijo Unigénito de Dios, hacía milagros, siempre decía que esos hechos eran para que el Padre fuera glorificado. Es cierto que el recipiente del milagro se beneficiaba, pero ese no era el fin, sino que Dios fuera glorificado.

¡A Él sea la gloria hoy y por los siglos!

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Oscar