sábado, 25 de septiembre de 2010

Confiando en Dios a Diario, Éxodo 7:14-11:10, II Parte

Declarando la singularidad de Dios, Éxodo 9:13-21

Éxodo 9:13-21
“Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra. Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra. ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir? He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá. De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa; mas el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus ganados en el campo”.

En Éxodo 9:13 Moisés nuevamente repite al faraón la orden de Dios de que deje en libertad al pueblo de Israel. Sin embargo, en esta oportunidad Moisés les advierte a los egipcios del peligro que implica para ellos seguir negándose a obedecer la orden de Dios. Pienso que de la plaga de granizos y de la forma en la que Dios se dirigió a los egipcios podemos sacar algunas enseñanzas que se aplican al mundo en general.
En primer lugar, es evidente que Dios desea que el mundo sepa que Él es leal a su pueblo. Observe que en el versículo 13 Él se identifica con los israelitas, llamándose a sí mismo “el Dios de los hebreos”. Note así mismo que es su petición Él dice: Deja ir a mi pueblo, mostrando su preocupación constante por ellos y por la aflicción que estaban padeciendo.

En segundo lugar Dios es misericordioso con todos los seres humanos. Los egipcios eran paganos y eran enemigos de Israel, pero a pesar de eso, Dios les hizo una advertencia de las calamidades que enfrentarían y especificó: “Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra”. Y les dijo que enviaría una tormenta (plaga) de granizos de proporciones catastróficas, y que mataría cualquier cosa que estuviera en el campo. Y les advirtió que buscaran refugio bajo techo para ellos y sus ganados si no querían perecer.

En tercer lugar, debemos observar que Dios es paciente, fíjese que dice: “Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra”. ¿Recuerda lo que dice el apóstol Pedro miles de años más tarde? “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” 2 Pedro 3:9. Dios les dio a los egipcios oportunidades para que se arrepintieran.

Cuarto, Dios desea que todo el mundo lo conozca a Él como el único, Dios verdadero. Su propósito con los egipcios lo expresa de esta manera: “, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra”. La gloria de Dios se manifiesta y expande mediante el evangelio y por manifestaciones de su “santa ira”, y de una forma o de otra, todo el mundo, sin excepciones, un día llegará a reconocer la verdad acerca de Dios. Dice el apóstol Pablo en Filipenses 2:10: “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;”.

Quinto, Dios cumple sus promesas, incluyendo a los paganos. Mire lo que dice Éxodo 9:20-21, “De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa”, estos que obedecieron, no tuvieron problemas. Cuando llegó la tormenta, los resultados fueron catastróficos para aquellos que no prestaron atención a las advertencias de Dios. Y en contraste, aquellos egipcios paganos que prestaron atención no tuvieron que enfrentar la muerte ni las pérdidas de sus animales que sufrieron sus coterráneos que no prestaron atención.


En resumen, podemos ver, sin lugar a alguna duda, que Dios es y será fiel a su pueblo y es también bondadoso con todo el mundo. Su finalidad no es castigar sino mostrar su gloria a todas las gentes, en cualquier lugar del mundo en el que se encuentren. Y haciendo esto, Él se mantendrá fiel a su promesa de brindar juicio y salvación. Si obedecemos su voz, seremos librados, pero si la desobedecemos, ya estamos condenados y solo quedará una horrible expectación del juicio venidero.
No debemos confundirnos, Dios es amor pero también es fuego que consume. Para experimentar su amor, tenemos que redimirnos con Él, mediante el sacrificio que hizo su Hijo en la cruz por nosotros. Esto no significa que repetir una oración y decir que creemos en Cristo, sin que haya un arrepentimiento genuino, sin un reconocimiento sincero de nuestra condición pecadora, y sin una intención de cambiar y dejar de vivir a nuestra manera, para comenzar a vivir a la manera de Dios, nos puede librar de su ira. No nos llamemos a engaño, Dios es como Él es, y no como nosotros quisiéramos que fuese. Esos “diosecitos” que algunos imaginan para que se ajusten a sus conveniencias, son simples ídolos sin poder ni valor. Dios es uno, y no podemos cambiarlo.


Dios nos ofrece su tranquilidad Éxodo 10:1-6

Éxodo 10:1-6

“Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales, y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová. Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta, la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo. Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón”.

Las langostas son una de las señales que se usan en la Biblia para mostrar el juicio divino. En el libro del profeta Joel, la plaga de langostas desbastó la tierra y se convirtió en el centro del mensaje del profeta relativo al “Día del Señor”. En Amós 7:1-3 la plaga de langostas era un peligro tan terrible que el profeta oró para que fuera anunciada. En Apocalipsis 9:1-12 un enjambre de langostas monstruosas, como creaturas que salen de los abismos son una señal de la gran aflicción que vendrá sobre la tierra. Aquí en el libro de Éxodo, en la plaga de langostas, vemos la manifestación de la ira de Dios, pero de manera sorprendente, vemos también como esta plaga trae tranquilidad.

Tengamos presente que hasta cuando el diablo parece andar haciendo de las suyas, sin freno y triunfante, Dios es el que está controlando la situación. Dios dijo: “yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales, y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto”. La obstinación y el espíritu de venganza de los gobernantes egipcios era motivo de gran desaliento para el pueblo de Israel, pero esto también era parte del plan de Dios. Solo dejando mal por mal, Dios podría mostrar su poder y la verdadera naturaleza del poder de los egipcios.

Esta desgarradora experiencia le dio a Israel un patrimonio. No hubiera historia de cómo el poder de Dios triunfó sobre la opresión y la persecución, si no hubiera habido una verdadera oposición a obedecer al mandato de Dios por parte de los egipcios, de la misma manera que no hubiera podido haber una resurrección sin una cruz. Pero, de la manera en la que ocurrieron los hechos,el pueblo podría mirar al pasado y ver estos hechos como una demostración poderosa del amor de Dios por el pueblo de Israel. Dios mismo les dice: “y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová”. A partir de ahora, las oraciones y los sermones proféticos de Israel, mencionarán con frecuencia los milagros hechos en Egipto y durante el Éxodo, como una prueba fehaciente de la fidelidad de Dios a su pacto con el pueblo de Israel, sírvanos de ejemplos los siguientes pasajes de las Escrituras: Josué 24:5; 2 reyes 17:36; Jeremías 32:21 y Amós 4:10 entre otros.

Dios es fiel a sus promesas. Él no es hombre para cambiar de opinión. Su plan se mantiene firme y se mantendrá hasta la consumación de los siglos. El error está en pretender que nosotros somos iguales a Él. Semejante o a su semejanza, no implica igualdad sino parecido. Lamentablemente alguna gente ha entendido que puede hacer o amoldar a Dios o ajustarlo a sus conveniencias. Esto es un grave error, con resultados mortales. Él nos creó, nosotros no lo creamos a Él, que no tiene principio ni fin. Su usted creó a su dios para que se ajuste a sus deseos y necesidades, lamento decirle que ese es un dios falso. Nosotros tenemos que ajustarnos a Dios y no Él a nosotros.

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Oscar