sábado, 22 de enero de 2011

Obedecer a Dios, Éxodo 19:1-23:3

Porque Él nos llamó, Éxodo 19:1-8

1En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. 2Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. 3Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: 4Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. 5Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
7Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado. 8Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo.


Al salir de la región de Refidim, el pueblo de Israel entró en la región en la que se encuentra el Monte de Sinaí. Entonces el pueblo se detuvo y montó el campamento frente al Monte de Dios. En este lugar, Dios le hizo una oferta al pueblo de Israel. Lo primero que hizo Dios fue recordarle al pueblo las cosas que Él había hecho por ellos.

¿Cuándo fue la última vez que usted se sentó en un lugar tranquilo y se puso a recordar todas las cosas que Dios ha hecho por usted? Cuando me pongo a mirar mi vida, sin tener que remontarme muy atrás, veo constantemente las manos de Dios proveyendo, cuidándome y dándome la victoria. Mientras más atrás miro, más maravillas veo. Con frecuencia tengo que decir parafraseando al salmista: ¿Quién es este insignificante ser humano para que te acuerdes de él? No tengo dudas, observando la manera poderosa y la disposición de Dios de proveer para todas mis necesidades y para ayudarme y sacarme de en medio de las más difíciles situaciones, que puedo CONFIAR plenamente en Él. Justo eso es lo que hizo Dios en esta ocasión con el pueblo, mostrarles que ellos podían confiar incondicionalmente en Él, ya que seguiría siendo fiel y confiable.

A continuación, Dios estableció una condición y dijo: “…si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto”, Israel tendría que “oír” que literalmente quiere decir OBEDECER y tendrían que guardar Su pacto, que quiere decir que ELLOS tenían que ACEPTAR las normas y condiciones de Dios.

Siempre me ha llamado la atención este pasaje porque muestra de manera evidente la Gracia de Dios, al llamar a Israel para que sean su pueblo antes de haberles dado los Diez Mandamientos. Dios escogió a su pueblo antes de darles las instrucciones sobre cómo Él esperaba que vivieran. Dice en el versículo 4: “4Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, […] y os he traído a mí”. Me parece ver como Dios les deja ver que Él actuó en su favor antes de establecer sus condiciones. Y me maravillo al darme cuenta que en mi caso también Dios actuó antes de establecer sus condiciones, y lo hizo enviando a Su Hijo a morir por mí, para proveer el medio por medio del cual yo pudiera ser salvo de pago justo que merecía por mis pecados, antes de yo nacer. ¿No es esto maravilloso?

Lo que sigue a continuación: “si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto” de ninguna manera quiere decir que el pueblo de Israel tendría que trabajar para obtener su salvación. La consecuencia de la obediencia del pueblo queda dicha: “seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”. El pueblo de Israel sería el “preferido”, a pesar de que toda la humanidad le pertenece a Dios; reconózcanlo o no los hombres. Israel sería el PUEBLO ESCOGIDO y disfrutaría de beneficios, que ninguna otra nación de sobre la faz de la Tierra, jamás podrá disfrutar.

A continuación hay una promesa: “6Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa”. Esto no quiere decir que Israel fuera a tener una especie de “sacerdocio Universal” o algo por el estilo. El sacerdocio Aarónico (del sacerdote Aarón y su descendencia) lo que significa es que desde la misma manera en la que la casa de Aarón serían los sacerdotes de Israel, este (Israel) sería “sacerdote” del resto de las naciones. Los sacerdotes son SANTOS, es decir, separados, apartados por Dios. Los sacerdotes en el antiguo Israel eran los intermediarios entre Dios y el pueblo, ofrecían los sacrificios, y poseían el oráculo. De manera similar, el pueblo de Israel, como gente santa, tendría que sufrir para mantener su pureza mediante los rituales y el cumplimiento de la Ley Mosaica. Ellos serían un pueblo que clamaría y oraría directamente a Dios, como se revela en los Salmos. Ellos poseerían las Escrituras. Y de ellos nacería el Salvador del Mundo.

A Israel se le preguntó que si quería recibir el privilegio y la responsabilidad de ser la NACIÓN ESCOGIDA. El pueblo de Israel respondió a esta invitación: “Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos”.

Hay una gran diferencia entre la relación de Israel con Dios bajo en Viejo Pacto y nuestra relación con Dios bajo el Nuevo Pacto. En el Monte Sinaí, esta generación de israelitas aceptó el Pacto para ellos y para su descendencia y por lo tanto, las nuevas generaciones de Israelitas estarían obligadas, desde su nacimiento, a guardar el Pacto; por lo tanto su estatus como “gente del Pacto” dependería de su fidelidad en el cumplimiento de la Ley. La iglesia, establecida por Cristo, bajo el Nuevo Pacto, no se compone de una raza o nación, y NADIE puede pertenecer a ella POR DERECHO DE NACIMIENTO. La salvación que es el requisito para formar parte de la iglesia de Cristo, no se obtiene por herencia. Se obtiene por la fe en Jesucristo aceptando su muerte expiatoria en pago de nuestros pecados que debemos reconocer.

Sin embargo, hay una cierta similitud entre los dos pactos. En el Sinaí Dios invitó al pueblo de Israel a aceptar el estatus privilegiado que Él les estaba ofreciendo. Hoy Dios, mediante Jesucristo invita a todo el mundo a unirse a su pueblo y disfrutar de la presencia de Dios, ahora y por toda la eternidad. Dice en Apocalipsis 22:17: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.
Hemos sido llamados para formar parte del pueblo de Dios, podemos tener una relación especial con Él y recibir Sus bendiciones, sin límites ni condiciones, y TODO esto basado SOLAMENTE en su gracia y no por algo que podamos HACER. Debido a nuestra relación con Él TENEMOS que obedecerlo. Por ser sus hijos SOMOS obedientes. No por HACER algo que no sea aceptar su llamado y su ofrecimiento, venimos a ser hijos suyos. Somos hijos adoptados mediante el sacrificio expiatorio de Jesucristo en la cruz del Calvario. A Él sea la gloria ahora y por siempre. Amén.

1 comentario:

Le agradezco mucho su comentario.
Oscar