jueves, 9 de febrero de 2012

No se trata de ser importante

Como pastor de una nueva iglesia que había comenzado como resultado de ministrar a las necesidades espirituales y materiales de los familiares de algunos de los presos hispanos que se encontraban detenidos en el Bernalillo County Detention Center de la ciudad de Albuquerque en el estado de New Mexico; tuve el honroso privilegio de ver a muchas personas servir dentro del cuerpo de Cristo, sin complejos, sin deseos de sobresalir, sin luchar por alcanzar posiciones de liderazgo, sin poner traspiés a otros lideres para ocupar su lugar. Estas y otras muchas cosas que vemos hoy día con dolor en muchas congregaciones no estaban presentes.

En aquellos días, el pastor principal de la iglesia americana de la cual yo era miembro y que fue la que nos animó a comenzar el ministerio hispano, y el grupo de liderazgo analizamos muchas veces cuál era la razón para que pudiéramos disfrutar de aquella bendición. El servicio a Dios, a nuestra iglesia y a la comunidad ocupaban un lugar importante en nuestro ministerio, aunque esta era solo una parte.

Los martes en la noche, un grupo nos reuníamos a orar y luego salíamos a visitar a una o dos familias que estuvieran atravesando por problemas. Comenzamos así a visitar a algunos de los familiares de los presos hispanos que conocíamos cada semana en el estudio bíblico que realizábamos tres veces por semana en la cárcel y que nos pedían que visitáramos a su familia. Muchos eran pobres, ¡muy pobres! Había personas instruidas y otras sin alguna educación. Todos tenían algunas cosas en común: Eran inmigrantes, tenían a un familiar querido en prisión, y querían conocer esta nueva esperanza de la cual le hablaban sus familiares que no tenían libertad.

De manera que cuando llegaban a nuestra iglesia querían servir a la iglesia y a otros hispanos. Muchas de las tareas que realizaban no eran espectaculares, ni impresionantes ni acaparaban las alabanzas ni el reconocimiento de otras personas. Era una expresión del agradecimiento que sentían por haber conocido a su Salvador.
Desde el principio nos esforzamos mucho en enseñarles que el servicio que ellos prestaban al cuerpo de Cristo no era menos necesario ni importante que el mío.

Creerme superior a ellos hubiera sido un error muy grave. Algunos de los nombres de aquellas personas escapan a mi mente pues han pasado muchos años, pero el gozo en mi corazón se mantiene igual que entonces cada vez que recuerdo aquellos tiempos y elevo una oración de gratitud a Dios por aquella oportunidad que me permitió vivir y por aquellos que sirvieron conmigo en aquel ministerio.

Puedo decir, sin duda alguna, que muchas personas cuyos nombres quizá nunca sean conocidos, pero que sirvieron por amor sincero a Jesucristo, fueron las que sostuvieron e hicieron posible el surgimiento del ministerio hispano en Girard Baptist Church en Albuquerque. Es un gozo ver a los santos sirviendo a Dios por el gozo de ser parte de su reino.

Es lamentable que nuestra sociedad haya malentendido por completo lo que la Biblia enseña acerca del servicio en el reino de Dios. Cristo mismo dijo que no había venido a ser servido, sino a servir y “para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20.28). Al parecer, el servicio ha sufrido un duro golpe. ¿Quién quiere ser un siervo en la iglesia? Pablo les indica a los cristianos de Roma que quienes están llenos del celo y del fuego de su amor estarán deseosos de poner en acción sus dones espirituales. Poseer los dones que da el Espíritu Santo tiene implicaciones muy prácticas para el creyente. Cuando usamos nuestros dones en la iglesia, trabajamos para el bien común del cuerpo de creyentes. La grandeza en la vida cristiana se hace evidente cuando los que hemos sido dotados de poder por el Espíritu Santo servimos al cuerpo con actitudes humildes y desinteresadas.

No es asunto de ver quién es el mayor, ni el más importante. Es asunto de ver quién sirve mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Le agradezco mucho su comentario.
Oscar