viernes, 3 de febrero de 2012

Tómate un purgante

La gente del mundo espera mucho más de los cristianos que del resto de la población. En verdad es una especie de contradicción, ya que muchos niegan la existencia de Dios y se ríen de nuestra fe, pero a la hora de demandar un comportamiento, esperan que el de los cristianos sea ejemplo de ética y moral.

Desafortunadamente, muchos cristianos pretenden ignorar este hecho y se esfuerzan por parecerse cada día más a la gente del mundo, de suerte que hay veces en las que es difícil distinguir a un cristiano de en medio de un grupo de personas, que enfrentan cualquier tipo de hecho.

Hace un tiempo un amigo fue citado a una entrevista de trabajo, pues deseaba mejorar de empleo. El problema surgió al darse cuenta que tendría que faltar a su actual trabajo. Esta persona es cristiana y estaba debatiéndose en qué hacer, para no decir mentiras y a la vez cumplir con esta esperada oportunidad. Lo más lógico en una situación como esta, es aconsejar a la persona: Tómate un día de vacaciones. Eso me parece lógico y razonable. Pero un amigo “cristiano” saltó y le dijo: Mejor tómate un purgante. Así puedes llamar a tu trabajo actual y decir que tienes diarreas.

Esto que parece humor negro, fue un hecho real. Es que la mentira se ha llegado a impregnar hasta tal punto en algunas personas que se ha convertido en una forma de vida. Viven mintiendo y su conciencia ha sido cauterizada y han amordazado el Espíritu Santo para no escuchar que están haciendo mal. Cuando se actúa así, no se puede esperar que la gente del mundo se impresione positivamente por el cristianismo. Así que permítame decirle, que esas personas, de hecho se están convirtiendo en enemigos del cristianismo, pues le están haciendo daño.

Termino con dos pasajes para meditar: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” Apocalipsis 21:8.

Y Mateo 7: 20-23: “Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.

Pudiéramos escribir todo un libro sobre estos dos pasajes pero prefiero que El Espíritu Santo hable por medio de ellos.

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Oscar