martes, 8 de mayo de 2012

La integridad es una condición no una opción


Escuché en una ocasión una acalorada discusión en la cual uno de los participantes de dijo al otro: “Lo que haces habla tan fuerte, que no puedo escuchar lo que dices”. Este es un dicho antiguo, pero es muy cierto, de manera especial en lo que respecta a los líderes.

Recuerdo a un predicador que dijo que con frecuencia algunos pastores fallan cuando logran el punto más alto en sus ministerios, precisamente porque esos ministerios tienen éxito. A veces, cuando un líder es orgulloso para reconocer que su ministerio ha crecido y que ya no puede manejarlo, comienza a “tomar atajos” que por lo general lo apartan del camino correcto.  Algunos no quieren compartir las responsabilidades para no perder el control ni permitir que otros pueden ejercer alguna influencia.  Tarde o temprano, las cosas terminen en el desastre y lo triste es ver la cantidad de personas que resultan afectadas.

Algunos llegan a enamorarse de su poder y comienzan a cometer indiscreciones y errores éticos y hasta morales, simplemente porque creen que siempre pueden “salirse con la suya”. Cuando los líderes comienzan a perder su credibilidad e integridad, no pueden ejercer un liderazgo espiritual efectivo. El daño que se hace es muy grande cuando se descubre que la vida de un líder no se corresponde con lo que dice, ni con la fachada que presenta públicamente.

Esdras fue un sacerdote y escriba que guió al pueblo de Dios en un momento importante de la historia de Israel. Dios levantó a Esdras en un tiempo en el que Su pueblo estaba muy necesitado de un líder espiritual de calidad. Tres características marcaron el liderazgo de Esdras y contribuyeron a su éxito espiritual. Primero, Esdras amaba a Dios. Segundo, mostró una reputación de integridad. Tercero, se identificó con el pueblo a quien dirigía.

El rey Ciro, primer rey de Persia (559 – 530 a.C.), conquistó a Babilonia en 539 a.C. En el primer año después de su conquista, Ciro autorizó que los judíos regresaran a su tierra natal (Esdras 1.1-4). El rey también devolvió a los judíos los artículos de oro y plata del templo de Jerusalén que el rey Nabucodonosor había tomado cuando Jerusalén cayó, en 587 – 586 a.C.

Un grupo de unas 50,000 personas, comenzó el viaje de regreso a Judá (Esdras 2.1-67). Los líderes de Judá eran Zorobabel, descendiente del rey David, y Jesúa, el sumo sacerdote (Esdras 3.2, “Jesúa”, y en Zacarías 3.1 se le llama, “Josué”). El pueblo de Dios comenzó a reconstruir el templo y terminó de echar los cimientos alrededor del año 536 a.C. (Esdras 3.8-11).

Pero como los vecinos de Judá se oponían a la obra, finalmente la construcción se detuvo durante unos 15 años, hasta el segundo año del reinado de Darío en Persia (522–486 a.C.). Entonces, Dios envió a los profetas Hageo y Zacarías para movilizar nuevamente los corazones del pueblo para trabajar (vea 5.1-2).

Después de interrogar a los judíos, los líderes regionales escribieron una carta a Darío informándole los acontecimientos en Judá y la respuesta de los judíos. Al buscar en los archivos reales, se comprobó la veracidad de las afirmaciones de los judíos, y Darío decretó que las obras del templo debían continuar con pleno apoyo del gobierno (Esdras 6.1-12). Por consiguiente, el pueblo de Dios completó el templo alrededor del año 516 a.C. Esdras llegó unos sesenta años después de estos hechos, en el reinado de Artajerjes que reinó desde 465 – 424 a.C. y fue el quinto rey de Persia. Durante su reinado Esdras y Nehemías desarrollaron sus ministerios (Nehemías 2.1). Jerjes, el padre de Artajerjes, (486 – 465 a.C.), llamado Asuero en la Biblia, tomó a Ester como reina (Ester 2.17).

Esdras subió de Babilonia en el año 458 a.C. Nació en el exilio y los conquistadores babilonios llevaron a sus antepasados a Babilonia. Esdras 7.1-5 muestra que la genealogía de Esdras se remonta a Aarón, el primer sumo sacerdote de Israel. Esdras, al mismo tiempo, era un escriba diligente, versado en la ley de Moisés.

A Esdras, le concedió el rey todo lo que pidió para su viaje de Babilonia a Judá. Este favor no se produjo porque Esdras mereciera la bendición del rey, sino porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras. Quizá Artajerjes reconoció que Esdras amaba a Dios.

Muchos israelitas, aquí llamados hijos de Israel, acompañaron a Esdras a Jerusalén para repoblar su tierra. Entre ellos había sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes del templo. La referencia al séptimo año del rey Artajerjes fija el año en 458 a.C. Habían pasado 80 años desde que Ciro autorizara por primera vez el regreso del pueblo judío a su tierra (Esdras 1.1-4).


El viaje desde Babilonia tomó unos cuatro meses pues probablemente eran unas 5000 personas, incluidos mujeres y niños que constituían la delegación de Esdras e hicieron el viaje sin ninguna protección del rey. Si Esdras, hubiera pedido protección hubiera indicado falta de fe en Dios.. Esdras era un buen líder, pero, a fin de cuentas, su éxito se debía a la bendición de Dios.


Los líderes espirituales deben hacer que el estudio personal de la Palabra de Dios sea algo esencial y una norma inviolable en su vida. No se puede ser un buen líder espiritual leyendo los Salmos o las revistas devocionales. Además de ser un mandato de Dios, TIENE que ser una prioridad. Si no lo hacen, NO PODRÁN enseñar con eficiencia la Palabra de Dios a otros.  ¿Cómo van a enseñar lo que no conocen? No es posible llevar a las personas a tener una relación con Dios, más profunda que la que nosotros mismos tenemos.

Esdras sabía que para tener un ministerio eficiente en el pueblo de Dios debía tener un andar profundo, íntimo y personal con el Señor. Los líderes espirituales de hoy deben tener ese mismo convencimiento y esa misma pasión por andar con Dios y conocer Su Palabra.  Cualquier otra cosa es una hipocresía y una falta de integridad.

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Oscar