domingo, 27 de septiembre de 2015

Consideraciones para un breve estudio de I Pedro (Parte 2)

Vemos por primera vez a Pedro en Marcos 1, cuando Jesús lo llama a él y a su hermano Andrés para que sean sus discípulos. Marcos 1:16-18: 16 Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.
17  Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
18  Y dejando luego sus redes, le siguieron”.

Observe en primer lugar que el hermano de Andrés se llama Simón. Fíjese que ante el llamado de Jesús, ambos volvieron sus espaldas al lucrativo negocio de pesca que tenían en la ciudad de Capernaum y siguieron a Jesús. He tenido el privilegio inmerecido de caminar por las calles de Capernaum y de visitar las ruinas de la casa de Pedro.  A pesar de haber pasado más de dos mil años, es emocionante andar por la costa del Mar de Galilea e imaginar la escena: Simón y Andrés lo dejaron todo y cambiaron de carrera, ahora serían pescadores de hombres. Aunque por lo general pensamos en el carácter y magnetismo de la persona de Jesús al leer este episodio, pero también debemos observar el carácter aventurero y osado de Pedro, que se va a mostrar en otros muchos episodios.

Parece que a Pedro le gustaba liderar. Mateo 10:2 dice que Pedro era el primero de los doce: “2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano”;…
Sin embargo, recordemos que hace un rato vimos que Simón y Andrés su hermano fueron llamados al mismo tiempo (Marcos 1:16-18). Pero debemos de notar que en Mateo 10:2 la palabra que se traduce “primero” es la palabra en griego “prõtos” que significa “el primero en importancia” no el primero en orden.

Pedro rápidamente se convirtió en el vocero de los discípulos. Su intrepidez lo llevó a hacer preguntas que nadie más se atrevía a hacer (Mateo 15:15; 18:21; 19:27). Según Mateo parece que Pedro se había convertido en el vocero del grupo.
  
Observe lo que dice en Mateo 17:24: Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Cuando estaban en Capernaum, Jesús usaba la casa de Pedro como Cuartel General o Centro de Operaciones (Marcos 1:29-32), y los cobradores de impuestos vinieron a preguntar por qué Jesús no pagaba el “impuesto del Templo”.

La Biblia nos muestra que Pedro podía ser impulsivo a pesar de su lealtad. Mateo 16:21-22 nos muestra a Pedro argumentando con el Señor, ya que lo que Jesús estaba diciendo, no encajaba bien con la idea que Pedro tenía del Mesías, veamos: Mateo 16:21-22 21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. 22  Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca”. Es muy conocida la respuesta que Jesús le dio al impulsivo y fiel Pedro en esta ocasión: Mateo 16:23 dice: “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.
Y claro está que no podemos olvidar la negación de Pedro. Su gran entusiasmo lo llevaba  a prometer cosas que luego no podía cumplir. Y no porque él no quisiera hacerlo, era que sencillamente en la carne, sin el Poder del Espíritu Santo, él no podía. Es una especia de cadena de malos resultados: determinación, desesperación, negación y pérdida de la esperanza. Cuando esto ocurre, la mayoría de la gente piensa que todo está terminado. “La buena noticia es que un fracaso no es el final”.


No hay fracaso, no hay negación, no hay pecado que pueda impedir que la Gracia de Dios restaure al rebelde arrepentido. La vida de Pedro es un bello ejemplo de esta gran verdad teológica.

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Oscar