domingo, 13 de septiembre de 2015

¿Te pareces o no te pareces?



Por Dr. Oscar J Fernandez

Mi pastor, el Dr. Mike Glenn, acostumbra a decir: “El problema que tenemos con el mundo, no es que seamos diferentes a la gente del mundo, es que no somos suficientemente diferentes a la gente del mundo, y el mundo espera que los cristianos seamos diferentes”. Esta es una gran verdad.
No hace mucho tiempo me quedé anonadado, sin saber qué decir ante un hecho que aunque insólito, se está repitiendo con demasiada frecuencia. Es como si la línea divisoria entre la ética del mundo y la de algunas personas que asisten a nuestras iglesias y se llaman y hasta creen ser cristianas se hubiera evaporado. No hay diferencias: ni en lo que dicen, ni en lo que hacen, ni siquiera en lo que piensan.

Nací y crecí en una iglesia  bautista. Mi padre era diácono, plantador de iglesias y ministro laico y tenía una relación muy estrecha con el pastor que lideró aquella iglesia por 57 años. Recuerdo que cuando algún miembro de la iglesia hacía algo que estaba en contra de los principios éticos del cristianismo o de las creencias que decía profesar, se le aplicaban medidas disciplinarias para hacerle  meditar en su falta y ayudarle a volver al camino. Desde niño recuerdo haber visto y participado de varios de esos procesos, algunos culminaron con la victoria del caído y otros con la partida definitiva, para no regresar nunca más.

Pero eso, rara vez se aplica hoy día en alguna de las muchas iglesias que conozco en nuestra denominación. Incluso he llegado a escuchar críticas muy fuertes  sobre este procedimiento, que a propósito, es bíblico. Conozco a más de un “caído” que simplemente se ha cambiado de lugar y ha seguido las cosas como de costumbre. Doy gracias a Dios porque son más los que he visto humillarse y pedir perdón a sus iglesias y comenzar el duro camino de la rehabilitación.

Pienso que alguna gente ha perdido el miedo de Dios. Él no es un ogro, pero tampoco es Papa Noel para pedirle las cosas que queremos y no tenemos. He visto con dolor a muchas personas que se llaman cristianas que en lugar de invitar a personas no cristianas a visitar su iglesia donde puedan escuchar el mensaje de la salvación, para quedar bien y agradar a esas personas las han invitado a ir a los lugares que frecuentan las gentes del mundo. A lugares en los cuales el Espíritu Santo se siente abochornado y contristado.

Como ya hemos dicho, si las personas no creyentes no ven que vivimos y actuamos de manera diferente a como lo hace el mundo, ¿de qué “cambio” les podemos hablar? No nos llamemos a engaños: No podemos ser participantes de la naturaleza divina, si no dejamos nuestra antigua manera de vivir y entregamos el total control de nuestras vidas al Espíritu Santo. Esa es precisamente la fuerza que genera en nosotros tanto el querer, como el poder. Por nosotros mismos esto es imposible, pero NADA hay imposible para Dios.

Los cristianos tenemos que huir de la corrupción que hay en el mundo. Pero no se puede huir de algo, frecuentando los lugares dedicados a ese algo, bien sea que ese algo esté en la TV, en el cine, en una tienda, en el trabajo, en la calle u en cualquier otro lugar, incluso pudiera estar en la mente. Si usted lo hace, el Espíritu Santo le reprenderá, y si lo hace y no siente la voz del Espíritu Santo reprendiéndole por lo hecho, entonces hay grandes posibilidades de que el Espíritu no more en usted. En ese caso, venga a Cristo que le está esperando para darle una nueva vida en Él.


…por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para
 que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo
huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”;

 2 Pedro 1:4

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Oscar