Una medida de madurez

…Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; Efesios 4:13

Hay deportes y artes que demandan ciertas características físicas especiales en los participantes, además de preparación física y entrenamientos. Cuando mi hija tenía siete u ocho años quería ser bailarina de ballet. Esto era algo muy difícil de lograr donde vivíamos entonces, pues para entrar en la escuela de ballet había que cumplir ciertos requisitos políticos que nosotros no teníamos. Pero los deseos de nuestra hijita eran tan grandes y ella se esforzaba tanto estudiando que resultaba casi imposible tratar de explicarle las dificultades. Tal vez ese fue el motor impulsor que nos movió para que intentáramos todo lo inimaginable para conseguir una plaza en aquella escuela reservada para una élite muy selecta. 

   Finalmente mi esposa logró conseguir con unos amigos de un amigo que trabajaba en el ballet que a lo menos, le permitieran asistir a las pruebas eliminatorias para ver si clasificaba y la admitían como alumna. Se podrán imaginar con cuanta dedicación nuestra niña trató de preparase para las pruebas.

   Cuál no sería nuestra sorpresa al llegar el día de las pruebas y ver que el asunto comenzaba por mediciones anatómicas. Nada para lo que pudiéramos haberla preparado. Largo del cuello, largo de los brazos, etcétera. Mi hijita fue eliminada por no cumplir con las normas físicas establecidas para los niños aspirantes.

   ¿Es que acaso el apóstol Pablo se está refiriendo a algo similar cuando dice que debemos llegar a la estatura de la plenitud de Cristo? Pienso que es algo semejante pues está exhortando a llegar a ser un “varón perfecto”. ¿Y qué es eso? ¿Qué es un varón perfecto? Y en definitiva, ¿Quién puede llegar a serlo? Bueno Pablo responde diciendo que logramos eso cuando lleguemos a conocer al Hijo de Dios. ¿Es esto posible? Claro que sí Él se nos revela constantemente.