Por
Dr. Oscar J. Fernandez
“Entonces tus
oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha,
ni tampoco torzáis a la mano izquierda”.
Isaías 30:21
Isaías 30:21
Estando
de vacaciones en España decidimos rentar un auto y conducir desde Valencia,
donde viven nuestra hija y nieta, hasta Sevilla ya que nunca antes habíamos
visitado la región de Andalucía. Salí muy confiado y decidimos viajar usando
las carreteras rurales que van entre las montañas y no la autopista. Todo iba muy
bien hasta que el GPS que llevaba el auto perdió la comunicación con los
satélites de posicionamiento. Al parecer, la zona montañosa hacía imposible la localización.
Buscamos
en los mapas que había comprado, y la carretera por la que andábamos no
aparecía, ya que era de nueva construcción y probablemente los mapas no habían sido
actualizados recientemente. Hasta ese momento, yo había estado confiando en las
descripciones que venía dando mi hija, hasta que me di cuenta que ella no tenía
la más remota idea del lugar por el que andábamos y que las instrucciones que había
estado dando, las había escuchado de un compañero de trabajo, pero al parecer,
no eran muy exactas o ella había entendido mal.
Seguimos adelante hasta llegar a un pequeño
pueblito en cuya plaza encontré a dos abuelos sentados al sol conversando
animadamente. Les explique mi situación y rápidamente se dispusieron a darme
las instrucciones necesarias acerca del camino que debía tomar para llegar a
Sevilla. Pero surgió un nuevo problema: Uno de ellos decía que debía tomar el
camino que salía hacia la derecha y el otro decía que debía tomar el que iba
hacia la izquierda. De manera que para no dejar de ser como soy, seguí el
camino derecho por el que íbamos que finalmente nos llevó hasta el sitio al que
queríamos llegar.
Por
regla casi general, cuando nos desviamos del camino y tomamos a la derecha o a
la izquierda, hay muchas posibilidades de que no lleguemos al destino deseado.
Esto era precisamente lo que el profeta Isaías le estaba diciendo al pueblo de
Israel.
En
nuestra vida cristiana sucede lo mismo. Tenemos que mantener nuestra mirada
fija en el autor y consumador de nuestra fe: Jesucristo, si no queremos errar
el camino. Tenemos que andar por el camino, sin desviarnos ni a la derecha ni a
la izquierda. Y esto, en la actualidad en nuestra sociedad implica: sin hacer
concesiones, por pequeñas que estas parezcan. Evitemos considerarnos a nosotros
mismos, con cierta lastima, como “extremistas”. El camino recto, simplemente es
recto, y todo lo que se aparta de Dios es pecado y es torcido.
Estamos
viviendo días en los cuales algunas personas hacen concesiones para agradar y
atraer a otras personas aunque haciendo eso, se aparten del camino de Dios.
Esos al final tendrán su pago. Mantengamos nuestra mirada al frente, con la
vista fija en Cristo. Sin mirar a la derecha o a la izquierda, a lo que otros hacen.
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Oscar