lunes, 11 de abril de 2016

El bautismo cristiano

Por Dr. Óscar J. Fernández
El bautismo cristiano es la inmersión de un creyente en agua en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Este es un acto de obediencia que simboliza la fe del creyente en un Salvador crucificado, sepultado y resucitado, la muerte del creyente al pecado, la sepultura de su antigua vida, y la resurrección para andar en novedad de vida en Cristo Jesús. Este es un testimonio público de su fe en la resurrección final de los muertos. Como es una ordenanza de la iglesia, es un requisito que precede al privilegio de ser miembro de la iglesia y a participar en la Cena del Señor.
La Cena del Señor es un acto simbólico de obediencia por el cual los miembros de la iglesia, al participar del pan y del fruto de la vid, conmemoran la muerte del Redentor y anuncian su segunda venida.
Versículo Clave para memorizar:
2 Corintios 5:17
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
Jesucristo le dio a Su iglesia dos ordenanzas: El bautismo y la Santa Cena. La palabra ordenanza significa “decreto” o “mandamiento”. Los bautistas tenemos al bautismo y la Cena del Señor como “ordenanzas” dadas por nuestro Señor Jesucristo. En tanto que son ordenanzas no es algo opcional. ¡Es un mandamiento!
Hay otras denominaciones que consideran ambos actos como “sacramentos”. La palabra SACRAMENTO se refiere a algo que transmite gracia al creyente. Los bautistas creemos que Jesús le dio el bautismo y la Cena del Señor a Su iglesia no como un sacramento sino como una imagen y una afirmación de la gracia.

Los bautistas observamos las ordenanzas del bautismo y la Santa Cena del Señor porque Jesucristo nos ordenó que lo hiciéramos. Nuestra obediencia fiel a los mandamientos de Jesucristo es un testimonio de la Gracia de Dios. Las ordenanzas son “ilustraciones”, un recordatorio de la Gracia y una fuente de bendición para los creyentes. Ellos no otorgan una gracia sacramental a los que participan ni a la iglesia que observa. Más  bien, los creyentes reciben gracia y bendiciones cuando ellos obedecen a los mandamientos de Jesucristo y recuerdan el sacrificio que hizo en la cruz para salvarlos.

La Biblia claramente define el bautismo como la inmersión de los creyentes en agua. El bautismo no es de ninguna manera una excentricidad denominacional. El bautismo de los creyentes por inmersión tiene profundas raíces en la misma naturaleza de la ordenanza y en la imagen que la inmersión le da a la iglesia.

En el Nuevo Testamento  la palabra en griego que se utiliza para bautismo es la palabra baptizo cuyo significado literal es “sumergir bajo el agua”. Es decir, zambullir hasta que el agua cubra por completo, en este caso, a una persona.  El rociamiento con agua o la inmersión parcial no se ajusta a la definición que el Nuevo Testamento da del bautismo.
Cumpliendo el mandato de la Gran Comisión (Mateo 28:19) los bautistas bautizan  en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: Mateo 28:19 dice: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.  De manera que el bautismo es un acto de la Trinidad que le recuerda a los creyentes que nuestra salvación fue prometida, realizada y  puesta en práctica mediante el obrar del único Dios verdadero: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Cuando un creyente se sumerge en el agua, simboliza la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo ofreciendo un hermoso cuadro de nuestra salvación  y recordándonos Su obra salvadora. En Romanos 6:4 dice: Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. La imagen de la vida a partir de la muerte, es un poderoso testimonio del evangelio y de la promesa que el Padre le hizo al Hijo en el Pacto de la Redención.

El bautismo representa la muerte al pecado  del creyente y su resurrección para andar en una vida nueva. El testimonio de las Escrituras acerca de este acto es muy rico y poderoso. El bautismo representa la entrega total de la vida y la transformación que solamente Jesucristo puede traer. Mediante el bautismo el creyente confiesa públicamente su fe en Jesucristo.
 
El bautismo, de una forma única simboliza la descripción que hace el apóstol Pablo de los creyentes como “sacrificios vivos”. En Romanos 12:1 Pablo escribió: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Es decir muertos a nosotros mismos y vivos para Cristo. No existe una mejor representación de esta verdad que la ordenanza del bautismo del creyente. El creyente simbólicamente muere y resucita a una nueva vida en la Gracia de Cristo y a Su llamado a obedecer sus mandatos.
Los bautistas también vemos el bautismo como una señal para entrar al colectivo del cuerpo de creyentes a disfrutar del pacto. Usted puede bautizarse y no hacerse miembro de la iglesia, pero usted no puede ser miembro de la iglesia si no ha sido bautizado por inmersión.

Jesús estableció claramente que Sus discípulos tienen que dar testimonio de Él públicamente, Mateo 10:32-33 dice: 32  A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33  Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pablo refuerza el concepto de la profesión pública de fe cuando define la esencia o fundamento de la salvación al escribir en Romanos 10:10: Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pero esta profesión pública no se limita a una declaración pública de creer en Cristo, o a un compromiso de seguir a Cristo como un discípulo de Él.  Esto incluye el bautismo, que simbólicamente representa la relación que el creyente ha iniciado con Cristo y el compromiso de integrarse a Su Cuerpo, que es la iglesia, para crecer y madurar espiritualmente y llevar adelante la gran Comisión.

El bautismo separa y unifica al creyente. Lo separa de su antigua manera de vivir y lo junta a los que han dado igual testimonio. Simbólicamente, nos separa de nuestra vieja forma de vida y nos introduce a una nueva vida con Cristo.
El bautismo es una demostración pública de la obediencia del creyente. El bautismo no es un requisito para la salvación, baste recordar el ejemplo del ladrón en la cruz. Sin embargo, es un paso de obediencia necesario.  No encontramos un solo caso en el Nuevo Testamento en el cual los creyentes rechazaran el bautismo, o rechazaran la oportunidad de obedecer a Cristo mediante el bautismo.
Los bautistas rechazamos la creencia de que el bautismo regenera a la persona.

El concepto de la regeneración bautismal no es bíblico y distorsiona completamente, negando y debilitando al Evangelio. La regeneración es un don de Dios y precede al bautismo.

Los bautistas no bautizan a personas para que ellas, por medio del bautismo, puedan ser nuevas criaturas en Cristo.
Los bautistas, bautizamos a personas que han dado evidencias de ser salvas.

Cualquier doctrina o enseñanza que le adjudique un papel regenerador al bautismo, viola claramente las enseñanzas del Nuevo Testamento, ya que en él se ensena que somos justificado solamente por medio de la fe y no por la fe y “algo más”, incluyendo entre esto al bautismo. En Efesios 2:8-9 el Apóstol Pablo escribió:   8  Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9  no por obras, para que nadie se gloríe.

Un enfoque bíblico del bautismo requiere que afirmemos su significado real y el mensaje que  el bautismo comunica. En el Nuevo Testamento NUNCA se dice o sugiere que podemos bautizar a alguien que no crea en el Señor Jesucristo y lo haya recibido como Señor y Salvador.  Por lo tanto los bautistas rechazamos categóricamente el bautismo de los bebés y de cualquiera que no pueda de manera personal y consciente hacer profesión de su fe en Cristo.   

  
Compruebe lo que ha aprendido sobre el bautismo de los creyentes
Lea los siguientes pasaje bíblicos:
Mateo 3.13-17; 26.26-30; 28.19-20; Marcos 1.9-11; 14.22-26; Lucas 3.21-22; 22.19-20; Juan 3.23; Hechos 2.41-42; 8.35-39; 16.30.33; 20.7; Romanos 6.3-5; 1 Corintios 10.16,21; 11.23-29; Colosenses 2.12.

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Oscar