miércoles, 25 de abril de 2018

ESTUDIO DE ÉXODO (10)


DÉCIMA SEMANA

Hay un viejo refrán que dice: «Eso es poner el dedo en la llaga». En verdad hay experiencias y hechos que cada vez que vienen a nuestra memoria, nos hacen sangrar. Conozco a un buen hombre que, en una etapa de su vida, era un alcohólico. El día del cobro se gastaba todo lo que ganaba en la cantina y al regresar a casa, le pegaba a su esposa y a los hijos pequeños. Su estado de dependencia era tal que no tenía algún control o dominio sobre sí mismo. Un día, estando completamente borracho, armó una pelea en una cantina que se acabó a los tiros.
Aquella experiencia lo hizo recapacitar y en ese proceso se encontraba cuando conoció a Jesús y su vida cambió para siempre. Nunca más ha vuelto a tomar bebidas alcohólicas. Pero siempre me decía: «Si yo voy caminando por la calle, y veo que hay un lugar de venta de bebidas o una cantina, yo cruzo la calle para no pasar frente a esos lugares».
Él aún no puede lidiar con el recuerdo de las cosas horribles que hacía cuando estaba borracho. Muchas veces le dije que tenía que entregarle su pasado a Jesucristo y establecer la paz con su pasado. Él no podía recordar las cosas que había hecho sin entristecerse mucho y pensar que nada podía hacer sin que su pasado viniera a enturbiar su presente.
El caso de Moisés nos sirve de lección y nos enseña lo que podemos llegar a hacer cuando nos ponemos en las manos de Dios. 

PENSAMIENTO INICIAL:
En nuestro andar hacia la madurez, debemos estar alertas en contra de nuestra tendencia de regresar a las viejas normas de conducta

Éxodo 6:10-30. COMPORTAMIENTO RETRÓGRADO
10Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 11Entra y habla a Faraón rey de Egipto, que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.12Y respondió Moisés delante de Jehová: He aquí, los hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo torpe de labios? 13Entonces Jehová habló a Moisés y a Aarón y les dio mandamiento para los hijos de Israel, y para Faraón rey de Egipto, para que sacasen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto. 14Estos son los jefes de las familias de sus padres: Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi; estas son las familias de Rubén. 15Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar, y Saúl hijo de una cananea. Estas son las familias de Simeón. 16Estos son los nombres de los hijos de Leví por sus linajes: Gersón, Coat y Merari. Y los años de la vida de Leví fueron ciento treinta y siete años. 17Los hijos de Gersón: Libni y Simei, por sus familias. 18Y los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Y los años de la vida de Coat fueron ciento treinta y tres años. 19Y los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las familias de Leví por sus linajes. 20Y Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años. 21Los hijos de Izhar: Coré, Nefeg y Zicri. 22Y los hijos de Uziel: Misael, Elzafán y Sitri. 23Y tomó Aarón por mujer a Elisabet hija de Aminadab, hermana de Naasón; la cual dio a luz a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 24Los hijos de Coré: Asir, Elcana y Abiasaf. Estas son las familias de los correítas. 25Y Eleazar hijo de Aarón tomó para sí mujer de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finees. Y estos son los jefes de los padres de los levitas por sus familias. 26Este es aquel Aarón y aquel Moisés, a los cuales Jehová dijo: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos. 27Estos son los que hablaron a Faraón rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Moisés y Aarón fueron éstos. 28Cuando Jehová habló a Moisés en la tierra de Egipto, 29entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: Yo soy JEHOVá; di a Faraón rey de Egipto todas las cosas que yo te digo a ti. 30Y Moisés respondió delante de Jehová: He aquí, yo soy torpe de labios; ¿cómo, pues, me ha de oír Faraón?

Analizando el pasaje bíblico:

Dios probó a Moisés en su zona más vulnerable: ¡El rechazo! Entonces le ordenó que nuevamente fuera a confrontar al faraón. Moisés volvió a usar la misma excusa que había utilizado antes, cuando Dios le habló desde la zarza que ardía sin consumirse. Moisés le había dicho entonces a Dios que él nunca había sido elocuente. Si no por el contrario, lento y vacilante para hablar. Moisés no se consideraba un orador y no creía que tenía dotes para convencer a alguien hablando. Había fracasado al tratar de ayudar a sus hermanos israelitas que lo habían rechazado, y el rechazo había dejado una profunda cicatriz en su alma.
Son esas cicatrices las que el diablo usa para convencernos de que no podemos hacer lo que Dios nos pide que hagamos.
Pero, por otra parte, tenemos que reconocer que el rechazo es una de las cosas que duelen de manera más profunda. No importa la razón por la cual seamos rechazados. Y Moisés, en lo profundo de su ser, no quería ser rechazado nuevamente.
 El autor de la epístola a los hebreos exhorta a todos los cristianos a evitar el comportamiento retrógrado. Como cristianos debemos correr nuestra carrera espiritual con estoicismo, despojándonos de cualquier restricción, de manera particular, cualquier pecado que nos pudiera tener atrapados. Y sobre todas las cosas, debemos mantener nuestra vista fija en Jesucristo quien es el autor y consumador de nuestra fe, lee Hebreos 12:1-2.
En el versículo 14, a primera vista parece que hay un rompimiento con lo que se viene exponiendo, sin embargo, en el estilo de la antigua escritura del Cercano Oriente y de acuerdo con las preocupaciones de la antigua cultura del Cercano Oriente, una genealogía aquí no está fuera de lugar ni estilísticamente es una intrusión, sino es bienvenida y está perfectamente ubicada.
Al final del versículo 12, la narración que se viene haciendo se detiene por un momento: justo en el punto donde Moisés dijo, en efecto: «no puedo hacerlo». Este sería el punto ideal para insertar un comercial de una presentación dramática de televisión moderna, el punto justo antes de la solución del suspenso, ya que el interés del espectador está en manos del interés emocional en la solución de la historia. Viene muy bien un «Ta tan, ta tan…» o cualquier otra música de fondo que cree el ambiente propicio para el desenlace final. 
Pero la mayoría de las narraciones antiguas no tenían ninguna preocupación por la preservación del suspenso. Tampoco fue doloroso hacer una revisión retrospectiva, en el lugar justo antes de la solución de la historia principal, que incluye la gran confirmación divina del llamado de Moisés, su comisión y el desafío preparándolo para el lanzamiento de las plagas.
Los israelitas ya habían estado aprendiendo acerca de la importancia de Moisés y Aarón. Obviamente ellos iban a aparecer como las dos figuras israelitas clave de la historia del éxodo. Ahora es el momento en que se descubre lo que se han estado preguntando (si es israelita, está en sintonía con el gran interés de su cultura en las conexiones familiares, como lo fueron los receptores originales del libro de Éxodo). ¿Quiénes fueron realmente Moisés y Aarón en términos de sus vínculos familiares dentro de la estructura sociológica de su gente?

Esta porción del libro está compuesta de una lista genealógica que se inicia diciendo: «Estos fueron los jefes de familias». La lista genealógica en sí tiene, al menos siete propósitos:

(1) Comienza con Rubén, el hijo primogénito de Jacob, y así rastrea el linaje de Aarón y Moisés de regreso a Israel el hombre (Jacob), vinculándolos con los mismos comienzos de su pueblo, como se esperaba que la genealogía israelita propiamente dicha lo hiciera.

(2) Termina con el nieto de Aarón (Finees) y, por lo tanto, lleva la genealogía al tiempo del libro de Jueces (Jueces20:28), proporcionando un camino para que las generaciones sucesivas vinculen a estos líderes con su propio lugar y tiempo.

(3) Honra a Aarón y al sacerdocio verdadero, una de las preocupaciones especiales de Moisés en Éxodo. 

(4) Muestra donde Coré, el líder de la rebelión en el desierto (Núm. 16: 1-49) fundó su reclamo por las credenciales de liderazgo. 

(5) Les recuerda que Moisés era de una familia y tribu sacerdotal, y así estaba calificado y llamado a realizar de vez en cuando, funciones sacerdotales, no solamente proféticas, (incluyendo la dirección para la construcción del tabernáculo, su derecho a entrar en él y su ofrenda de sacrificio de ordenación en (Lev 8: 28-29). 

(6) Les recuerda a los israelitas que ellos no eran étnicamente puros, al mencionar específicamente a la mujer cananea. 

(7) Al llamar de manera especial la atención a varias mujeres en el linaje sacerdotal de la familia, les recuerda la importancia atribuida al matrimonio correcto y piadoso para los sacerdotes, un tema que también se refleja más adelante en las leyes.

Prácticamente todas las listas genealógicas del Antiguo Testamento son selectivas. Es decir, normalmente nombran a personas prominentes o necesarias en una línea genealógica, pero de ninguna manera incluyen siempre a todas las personas de esa línea. Pueden omitir a varias generaciones a la vez o terminar en cualquier punto de una línea en particular. 

Particularmente es importante destacar que Aarón se casó con una mujer judía llamada Elizabet, cuyo padre y hermano fueron antepasados ​​de Jesucristo, una conexión pequeña pero no insignificante de los dos hilos de la historia de la salvación en el texto bíblico. Sus cuatro hijos tienen papeles en varias narraciones futuras, debido a su importancia en el linaje sacerdotal. Una vez que Dios estableció el sacerdocio como un oficio hereditario, la descendencia de un sacerdote se convirtió en una credencial que no era negociable.
No podemos dejar de destacar un punto esencial en este momento, y es que, en el libro de Éxodo, el héroe de la historia no es Moisés, es Yahweh (Jehová). Moisés admitió abiertamente en varias ocasiones en Éxodo que no confiaba en su habilidad para cumplir las órdenes de Dios y nos plantea en cada caso, que Dios lo sostuvo durante todo el proceso. Incluso la nota sobre su edad y la de Aarón es muy instructiva: los dos fueron llamados a dirigir un gran movimiento a una edad en la que la mayoría de la gente moría. Su contribución al éxodo no fue su genio ni su experiencia. ¿Qué experiencia podían tener para liderar un éxodo? Ni tampoco sus credenciales, las de Moisés eran esencialmente negativas en lo que respecta a la mayoría de los israelitas, ni tampoco su vitalidad, ni nada por el estilo. Lo que los hizo líderes exitosos fue el hecho de que «hicieron lo que el Señor les mandó que hicieran».
Todo lo que se requería de Moisés era que él actuara como un portavoz de Dios. No estaba obligado a ser creativo o un organizador inteligente o un dotado persuasor. Simplemente se le pidió que le dijera a Faraón que era el rey de Egipto, lo que Dios le dijo que dijera: era simplemente cumplir el papel de profeta. Su protesta, «¿por qué el Faraón me escucharía, ya que hablo con labios vacilantes?» Se menciona aquí a modo de enlace con el punto en el que la narración se fue y comenzó la genealogía intermedia. No es, en otras palabras, una segunda protesta que usa las mismas palabras, sino simplemente un recordatorio para el lector de lo que Moisés había dicho previamente.

PARA REFLEXIONAR:
¿Por qué es fácil regresar a los viejos patrones de comportamiento que nos impiden hacer la voluntad de Dios y crecer en nuestras vidas cristianas?

REFLEXIÓN INDIVIDUAL:  
¿Qué patrón de conducta has abandonado?
¿Has vuelto alguna vez a caer en el mismo problema?
¿Qué hecho motivó que volvieras a lo que ya habías superado?
¿Cómo pudieras prepararte para no volver a incurrir en lo mismo?
¿Cómo te sentiste cuando viste que habías caído nuevamente en lo mismo?
¿Conoces a alguien que haya sufrido o esté sufriendo una experiencia similar?
¿Cómo pudieras ayudar a esa persona?    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Le agradezco mucho su comentario.
Oscar