martes, 14 de agosto de 2018

ESTUDIO DE ÉXODO (26)


Éxodo 19:7-20:17 UN NUEVO MANDAMIENTO


Seguramente, tanto usted como yo hemos cambiado de empleo en los últimos 25 años, (uso 25 años pues antes el aspecto al que me voy a referir se pasaba por alto en muchos lugares), debe recordar cuando le dieron la descripción del cargo que comenzaría a desempeñar. Esa es una buena práctica que asegura buenos resultados y una mayor eficiencia. Esta es una buena costumbre que muchas iglesias hemos adoptado, desarrollando la descripción del cargo de cada una de las posiciones de los miembros del personal de la iglesia, así como de las posiciones claves de liderazgo profesional y voluntario.
Hoy esto parece algo elemental, pues es casi imposible asumir una función si usted no sabe lo que tiene que hacer ni alguien se lo explica. Es muy difícil poder adivinar lo que se supone que uno debe hacer si previamente no se nos dice y en muchas ocasiones se nos instruye al respecto.
El pasaje que estudiaremos esta semana presenta una situación muy similar a esto que he estado diciendo. La semana pasada vimos “la creación del cargo”. Recuerda que Dios le ordenó a Moisés que dijera al pueblo de Israel que si cumplían ciertas condiciones los israelitas ellos serían: “…un reino de sacerdotes, y gente santa”. [Para mas detalles lea nuevamente el Estudio de Éxodo (25)].
En esta semana veremos la descripción del cargo para esta importante labor de ser: “gente santa” y “sacerdotes”. Y nada más y nada menos que hecha por el Dios Altísimo.

PENSAMIENTO INICIAL:
          
Como creyentes tenemos que amarnos unos a los otros, así como Él nos ha amado a nosotros 

PASAJE BÍBLICO Éxodo 19:7-20:17

Éxodo 19:7-25 (RV)
7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado. 8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo. 9 Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová. 10 Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos, 11 y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí. 12 Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. 13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte. 14 Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos. 15 Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer. 16 Aconteció que, al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. 17 Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. 18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. 19 El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. 20 Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. 21 Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos. 22 Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago. 23 Moisés dijo a Jehová: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo. 24 Y Jehová le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a Jehová, no sea que haga en ellos estrago. 25 Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo.
 
Éxodo 20:1-18 (RV)
1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:  2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 3 No tendrás dioses ajenos delante de mí. 4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. 7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. 8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo. 9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. 12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. 13 No matarás. 14 No cometerás adulterio. 15 No hurtarás. 16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. 17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. 18 Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos.

ANALIZANDO EL PASAJE BÍBLICO:
Cuando Dios le dio los Diez Mandamientos al pueblo de Israel en el Monte Sinaí/Horeb, Él tuvo dos propósitos principales en mente. El primer propósito implica nuestra necesidad de un Salvador que nos libre de la condena por nuestros pecados. Mediante los Diez Mandamientos, Dios quiso alertar a todos los seres humanos de nuestra condición de pecadores. Pablo se encarga de poner en claro este propósito cuando dice en Romanos 3:20 “…ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”, e insiste en Gálatas 3:19-2619 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador. 20 Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno. 21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. 22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. 23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”.

El segundo propósito fue para que los hijos de Israel se convirtieran en Su “reino de sacerdotes” y en Su “nación Santa”, y, en consecuencia, testigos para sus vecinos idólatras. Cuando Jesús vino, el cumplió con todos los requerimientos de la Ley viviendo una vida PERFECTA, libre de pecados. Por medio de la fe en el Salvador nosotros heredamos la vida eterna y nos convertimos en miembros de Su iglesia. En esta nueva relación con Jesucristo y con otros creyentes, y mediante el Espíritu Santo que mora en nosotros tenemos el poder necesario para cumplir los mandatos de Dios. Dice el apóstol Pablo en Romanos 8:3-4 “3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. La característica de Cristo que nos ayuda a vivir los mandamientos de Dios, es el amor a Dios y a nuestros hermanos.
Jesús ilustró de una manera bella y magistral este principio cuando Él le lavó los pies a Sus discípulos y les dijo: “34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Pablo señaló en Romanos 13:10 10 El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor”.

En otras palabras, el objetivo más importante es que nos amemos unos a otros para de esa forma mostrarle al mundo que somos discípulos de Cristo, que somos seguidores de Aquel que cumplió perfectamente la Ley y que entregó Su vida como el sacrificio perfecto por nuestros pecados para proveernos un camino para que podamos ser salvos.

En este sentido, tenemos que cerrar el círculo de regreso al Monte Sinaí. Israel falló en su misión de ser testigos de Dios como un “reino de sacerdotes” y en hebreo el mensaje es más claro al añadir y “una nación santa”. Que gran reto para cada uno de nosotros. Que enorme reto para no dedicarnos a ver los errores de los demás, para criticar, en lugar de orar por ellos, para amarlos y orar sin cesar para ver si se apartan de sus errores. Como miembros del Cuerpo de Cristo (que es la iglesia) que se amen unos a otros, podemos más y más ser testigos de Dios en este mundo.
  
 PARA REFLEXIONAR:
A lo largo de la historia de la iglesia, ¿Cómo ha intentado Satanás de evitar que los cristianos se amen unos a otros?  

REFLEXIÓN INDIVIDUAL:
 ¿De que manera piensas que pudieras amar más a tus hermanos?
¿Qué te impide hacerlo?
¿Cuál crees que sería la reacción de los no creyentes si vieran que ustedes se aman?
¿Cuándo ocurrió el último disgusto en tu grupo?
¿Cuál fue el motivo?
¿Pudieras haber ayudado a aliviar las tensiones?
¿Tomaste partido a favor de una de las facciones?
¿Crees que eso fue edificante para la iglesia?
¿Se fueron algunas personas de tu iglesia debido a ese incidente?
¿Qué es lo que te disgusta más de algunas personas en tu iglesia?
¿Qué pudieras hacer para sobreponerte a ese sentimiento?
¿Estás seguro de que está bien que tengas ese sentimiento?
¿Qué sientes que te dice el Espíritu Santo que hagas en ese caso?    



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Oscar