ÉXODO 29:1- 46 CONSAGRADOS A DIOS
Yo no
estoy tratando de hablar del dinero ni del ahorro, lo que estoy tratando de
decir es que eso es lo que en verdad significa la palabra “apartar” o
“separar”. Es justamente alejarlo del resto, para que no sea usado en otra cosa
que no sea el propósito para el cual se apartó.
Y
justamente este es el significado más amplio de la palabra en hebreo que se
translitera como: qādhash que
generalmente se traduce como “ser santo” y en un sentido más amplio para
aquellas cosas que eran separadas en el templo (o en el tabernáculo) para
adorar al Señor. Sin embargo, también se usaba para referirse a los sacerdotes
para “hacerlos santos”, y esto incluía una ceremonia de limpieza o purificación
que significaba que los objetos o las personas estaban calificadas para estar
en la presencia del Santo Dios.
Y esta es
la palabra que se usa para iniciar este capítulo y que RV tradujo como
“consagrarlos”. Nos enfrentamos a otro largo capítulo, cuya lectura pudiera no ser
tan interesante como quisiéramos, pero estoy plenamente convencido de que el
Espíritu Santo quiere usarlo para ministrarnos a nosotros ya que contiene
grandes lecciones espirituales. Así que corriendo el riesgo de ser aburrido,
voy a cumplir mi santa misión de tratar de simplificar la enseñanza que
encierra este capítulo para que pueda servir de edificación a nuestras vidas.
PENSAMIENTO INICIAL:
Los líderes de la iglesia deben ser ejemplos de madurez espiritual, pero no deben ser considerados como si fueran superiores a los demás miembros del Cuerpo de Jesucristo
Los líderes de la iglesia deben ser ejemplos de madurez espiritual, pero no deben ser considerados como si fueran superiores a los demás miembros del Cuerpo de Jesucristo
PASAJE
BÍBLICO: ÉXODO 29:1- 46
Éxodo
29:1 – 46
1 Esto es lo que
les harás para consagrarlos, para que sean mis sacerdotes: Toma un becerro de
la vacada, y dos carneros sin defecto; 2 y
panes sin levadura, y tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin
levadura untadas con aceite; las harás de flor de harina de trigo. 3 Y las pondrás en un canastillo, y en el
canastillo las ofrecerás, con el becerro y los dos carneros. 4 Y llevarás a Aarón y a sus hijos a la puerta
del tabernáculo de reunión, y los lavarás con agua. 5 Y tomarás las vestiduras, y vestirás a Aarón
la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, y le ceñirás con el cinto
del efod; 6 y pondrás la mitra
sobre su cabeza, y sobre la mitra pondrás la diadema santa. 7 Luego tomarás el aceite de la unción, y lo
derramarás sobre su cabeza, y le ungirás. 8 Y
harás que se acerquen sus hijos, y les vestirás las túnicas. 9 Les ceñirás el cinto a Aarón y a sus hijos,
y les atarás las tiaras, y tendrán el sacerdocio por derecho perpetuo. Así
consagrarás a Aarón y a sus hijos. 10 Después
llevarás el becerro delante del tabernáculo de reunión, y Aarón y sus hijos
pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro. 11
Y matarás el becerro delante de Jehová, a la puerta del
tabernáculo de reunión. 12 Y de la
sangre del becerro tomarás y pondrás sobre los cuernos del altar con tu dedo, y
derramarás toda la demás sangre al pie del altar. 13
Tomarás también toda la grosura que cubre los intestinos, la
grosura de sobre el hígado, los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos,
y lo quemarás sobre el altar. 14 Pero
la carne del becerro, y su piel y su estiércol, los quemarás a fuego fuera del
campamento; es ofrenda por el pecado. 15 Asimismo
tomarás uno de los carneros, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la
cabeza del carnero. 16 Y matarás el
carnero, y con su sangre rociarás sobre el altar alrededor. 17 Cortarás el carnero en pedazos, y lavarás
sus intestinos y sus piernas, y las pondrás sobre sus trozos y sobre su cabeza.
18 Y quemarás todo el carnero sobre
el altar; es holocausto de olor grato para Jehová, es ofrenda quemada a Jehová.
19 Tomarás luego el otro carnero, y
Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. 20 Y matarás el carnero, y tomarás de su
sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el
lóbulo de la oreja de sus hijos, sobre el dedo pulgar de las manos derechas de
ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y rociarás la
sangre sobre el altar alrededor. 21 Y
con la sangre que estará sobre el altar, y el aceite de la unción, rociarás
sobre Aarón, sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de
éstos; y él será santificado, y sus vestiduras, y sus hijos, y las vestiduras
de sus hijos con él. 22 Luego
tomarás del carnero la grosura, y la cola, y la grosura que cubre los
intestinos, y la grosura del hígado, y los dos riñones, y la grosura que está
sobre ellos, y la espaldilla derecha; porque es carnero de consagración. 23 También una torta grande de pan, y una
torta de pan de aceite, y una hojaldre del canastillo de los panes sin levadura
presentado a Jehová, 24 y lo
pondrás todo en las manos de Aarón, y en las manos de sus hijos; y lo mecerás
como ofrenda mecida delante de Jehová. 25 Después
lo tomarás de sus manos y lo harás arder en el altar, sobre el holocausto, por
olor grato delante de Jehová. Es ofrenda encendida a Jehová. 26 Y tomarás el pecho del carnero de las
consagraciones, que es de Aarón, y lo mecerás por ofrenda mecida delante de
Jehová; y será porción tuya. 27 Y
apartarás el pecho de la ofrenda mecida, y la espaldilla de la ofrenda elevada,
lo que fue mecido y lo que fue elevado del carnero de las consagraciones de
Aarón y de sus hijos, 28 y será
para Aarón y para sus hijos como estatuto perpetuo para los hijos de Israel,
porque es ofrenda elevada; y será una ofrenda elevada de los hijos de Israel,
de sus sacrificios de paz, porción de ellos elevada en ofrenda a Jehová. 29 Y las vestiduras santas, que son de Aarón,
serán de sus hijos después de él, para ser ungidos en ellas, y para ser en
ellas consagrados. 30 Por siete
días las vestirá el que de sus hijos tome su lugar como sacerdote, cuando venga
al tabernáculo de reunión para servir en el santuario. 31 Y tomarás el carnero de las consagraciones,
y cocerás su carne en lugar santo. 32 Y
Aarón y sus hijos comerán la carne del carnero, y el pan que estará en el
canastillo, a la puerta del tabernáculo de reunión. 33 Y comerán aquellas cosas con las cuales se
hizo expiación, para llenar sus manos para consagrarlos; mas el extraño no las
comerá, porque son santas. 34 Y si
sobrare hasta la mañana algo de la carne de las consagraciones y del pan,
quemarás al fuego lo que hubiere sobrado; no se comerá, porque es cosa santa. 35 Así, pues, harás a Aarón y a sus hijos,
conforme a todo lo que yo te he mandado; por siete días los consagrarás. 36 Cada día ofrecerás el becerro del
sacrificio por el pecado, para las expiaciones; y purificarás el altar cuando
hagas expiación por él, y lo ungirás para santificarlo. 37 Por siete días harás expiación por el altar,
y lo santificarás, y será un altar santísimo: cualquiera cosa que tocare el
altar, será santificada. 38 Esto es
lo que ofrecerás sobre el altar: dos corderos de un año cada día,
continuamente. 39 Ofrecerás uno de
los corderos por la mañana, y el otro cordero ofrecerás a la caída de la tarde.
40 Además, con cada cordero una
décima parte de un efa de flor de harina amasada con la cuarta parte de un hin
de aceite de olivas machacadas; y para la libación, la cuarta parte de un hin
de vino. 41 Y ofrecerás el otro
cordero a la caída de la tarde, haciendo conforme a la ofrenda de la mañana, y
conforme a su libación, en olor grato; ofrenda encendida a Jehová. 42 Esto será el holocausto continuo por
vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de
Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí.
43 Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria. 44 Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. 45 Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. 46 Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios.
43 Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria. 44 Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. 45 Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. 46 Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios.
ANALIZANDO
EL PASAJE BÍBLICO:
Hemos visto que la
palabra “consagrar” implicaba separar al sacerdote como santo y distinto al
resto de la gente. Sin embargo, cuando Jesús vino a la tierra, el nos introdujo
a un concepto totalmente nuevo. Aunque los líderes en la iglesia tienen que ser
ejemplos de devoción y santidad, todos los verdaderos creyentes están consagrados
para el servicio de Dios. Y aunque Dios demanda de los lideres en la iglesia
que muestren un alto estándar, las cualidades de los líderes que bosqueja el
apóstol Pablo son en esencia un perfil de madurez que se aplica a todos los
creyentes, sean o no oficialmente líderes.
Dice Pablo en 1Timoteo
3:1-13: “1 Palabra fiel: Si
alguno anhela obispado, buena obra desea. 2 Pero
es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio,
prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3 no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de
ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; 4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus
hijos en sujeción con toda honestidad 5 (pues
el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); 6 no un neófito, no sea que envaneciéndose
caiga en la condenación del diablo. 7 También
es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en
descrédito y en lazo del diablo. 8 Los
diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no
codiciosos de ganancias deshonestas; 9 que
guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. 10 Y éstos también sean sometidos a prueba
primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles. 11 Las mujeres asimismo sean honestas, no
calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. 12 Los
diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus
casas. 13 Porque los que ejerzan
bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe
que es en Cristo Jesús”.
En Tito 1:5-9 Pablo se vuelve a referir al mismo
asunto diciendo: ”5 Por esta causa te dejé en Creta, para que
corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo
te mandé; 6 el que fuere
irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén
acusados de disolución ni de rebeldía. 7 Porque
es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no
soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de
ganancias deshonestas, 8 sino
hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, 9 retenedor de la palabra fiel tal como ha
sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a
los que contradicen”.
Nosotros todos tenemos que crecer juntos de acuerdo
con lo que nos señala Efesios 4:13: “… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo”.
Esto de ninguna manera quiere
decir que la iglesia debe de funcionar sin líderes, y los que pastorean y
administran la iglesia, también son parte de la iglesia. Aunque esos líderes
deben ser respetados y honrados, todos los creyentes en el cuerpo de Cristo son
miembros unos de otros. Además de esto, tienen igualmente acceso a Dios. Solamente
hay un Sumo Sacerdote que es el mismo Jesucristo.
El apóstol Pablo le escribió a
Timoteo en 1 Timoteo 2:5-6: “Porque hay
un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 6 el cual se dio a sí mismo en rescate por
todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”.
Voy a resumir algunas de las lecciones más importantes de este capítulo. La palabra consagración puede malinterpretarse. En realidad es lo que Dios hace y no lo que nosotros hacemos. Con mucha frecuencia, en algunas iglesias se hacen “Cultos de Consagración", también se les puede llamar de Dedicación. En ellos, se invita a que los asistentes que lo deseen prometan hacer algo. Yo mismo en el pasado, muchas veces le prometí a Dios que haría grandes cosas, y en realidad, nunca hice las cosas del todo bien. No me agrada pensar en eso como una “consagración”.
En la consagración a Dios, no se trata de lo que le prometemos a Él que vamos a hacer. En realidad, en la consagración venimos a Dios con las manos vacías, reconociendo nuestra debilidad y nuestra incapacidad para hacer cualquier cosa, venimos con humildad y sumisión, y dispuestos a dejar que Dios haga el resto.
Lee las oraciones de Moisés, Elías, David y Samuel en el Antiguo Testamento, y las de Pablo en el Nuevo Testamento, y encontrarás que estos hombres nunca acudieron a Dios basándose en lo que ellos eran o fueron, o qué le estaban prometiendo a Dios que harían.
Desafortunadamente, muchas de promesas que hacemos nunca se cumplen porque realmente los seres humanos no tenemos mucho que ofrecerle a Dios. ¿Quién sabe? A lo mejor tu tengas algo que ofrecerle a Dios, pero yo no tengo algo que Él pueda necesitar. Tenemos que ir a Él con las manos vacías y permitirle a Él que obre en nosotros y por medio de nosotros. No es llegar y decirle: “Mira Dios todo lo que yo sé hacer, así que úsame en esto o en aquello o ponme aquí o allá”.
Fíjate también en este importante aspecto. El Sumo Sacerdote y su familia ponían sus manos sobre la cabeza del buey que se iba a sacrificar. En nuestros días en nuestras iglesias hay muchas personas que creen que “la imposición de manos transmite algo mágico o espiritual”, pero eso es un grave error. La imposición de manos sobre un animal hablaba de la identificación que se hacía por medio de esa acción entre la persona y el animal. Cuando un pecador subía al altar de bronce y ponía sus manos sobre la cabeza del animal que había traído para ser sacrificado, significaba que el animal, por medio de esa acción estaba tomando el lugar de la persona, y en consecuencia, iba a morir para pagar por los pecados del que ofrecía el sacrificio.
En nuestra iglesia cuando un misionero va a salir a su campo de servicio, hay una parte del servicio de adoración en el que se hace una “consagración” para indicar que ese misionero se va a dedicar por completo al servicio cristiano. Ponemos nuestras manos sobre ellos y oramos. Sin embargo, no se le transfiere algo al misionero. El propósito es la identificación. Los misioneros se identifican con nosotros y nos van a representar en el campo en el que van a servir.
Considero que cuando pongo las manos sobre una persona, me estoy identificando con ella en el ministerio, y tengo una cierta responsabilidad de orar por esa persona y apoyarla. La imposición de manos significa identificación.
De la misma manera que cuando alguna persona enfrenta alguna enfermedad o crisis muy grave y pide que oremos por ellos y es frecuente que se le coloque al frente y se invite a las personas a venir y colocar las manos sobre esa persona. Eso no indica que vayamos a realizar ningún acto mágico o de sanidad. Lo que la imposición de manos representa es lo mismo: que nos identificamos con la persona y nos comprometemos a orar por ella, apoyarla y ayudarla.
Volviendo al Tabernáculo, el buey que se ofrecía en el sacrificio tomaba el lugar de Aarón, es decir, moría por él, porque Aaron era un pecador. Esta era la ofrenda quemada. Al altar que he identificado como el altar de bronce también a veces se le llama en algunos lugares, el altar del holocausto porque era aquí donde se ofrecía el sacrificio principal.
Presta mucha atención ahora porque este sacrificio principal, que fue el primero, que era un holocausto apuntaba directamente a la persona de Jesucristo, y a quien es Él. Este sacrificio profetizaba su misión mesiánica de morir en nuestro lugar para así borrar nuestros pecados con Su sangre derramada en la cruz.
Para finalizar este capítulo observemos que se establece la costumbre diaria de ofrecer ofrendas quemadas cada mañana y cada tarde. A menos que esto se realizara en un altar separado, del cual no existe alguna referencia en la Torá, parece implicar que la ofrenda no permanecía indefinidamente sobre el altar de bronce, ya que ese altar era necesario para realizar todos los otros sacrificios que se ofrecían.
Se sacrificaba el primer cordero con una décima parte de un efa (presumiblemente era un efa, aunque la palabra real se omitió aquí), que se aproximaba a dos cuartos de harina o grano. El cuarto de hin de aceite sería de uno a uno y medio litros, tanto para el aceite como para el vino, todo lo cual se vertería sobre el cordero que se había colocado sobre el altar.
El segundo cordero sería sacrificado al atardecer, con las mismas porciones de harina, aceite y vino. Esta práctica debía mantenerse mientras el Tabernáculo y el Templo permanecieran en pie y sirvieran como punto de encuentro entre YHWH (Jehová) y Su pueblo en el santuario que estaba glorificado por la presencia de Dios.
PARA REFLEXIONAR:
¿Qué sucede con
frecuencia en las iglesias cuando estas hacen un gran énfasis en poner a los
líderes espirituales (sacerdotes) separados del resto de la congregación (los
laicos)?
REFLEXIÓN
PERSONAL:
¿Estás consciente de que has sido separado, puesto aparte por Dios?
¿Estás consciente de que has sido separado, puesto aparte por Dios?
¿Sabes que Dios
tiene un ministerio especial para ti?
¿Has acudido
alguna vez ante Dios, con las manos vacías, y le has pedido que te use en lo
que Él quiera?
Toma el reto hoy,
si no lo has hecho, no para pedir lo que te gusta, sino para ofrecerte a Dios
¿Hay algo que te esté
impidiendo tener una relación más fuerte con Dios?
¿Qué pudieras
hacer para vencer ese obstáculo?
¿Qué sientes al
pensar que Jesús es el Cordero de Dios que fue inmolado por ti?
¿Qué sientes por
tu pastor y los líderes de tu iglesia?
¿Cuándo oras por
los líderes de tu iglesia?
¿Alguna vez le
has agradecido a alguno de los líderes de tu iglesia el trabajo que hacen?
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Oscar