martes, 30 de octubre de 2018

ESTUDIO DE ÉXODO (37)


ÉXODO 32:15-24 La racionalización humana

Cuando era pequeño, yo acostumbraba a usar una frase cuando pensaba que me estaban tomando el pelo, o cuando me ofrecían o prometían algo que yo sabía que no se iba a cumplir. Para mi esa frase era una especie de “Declaración de Principio”. Es una frase simple, sencilla y elocuente: ¿Tú crees que yo soy bobo?

Probablemente, tú también hayas usado una expresión similar. Yo no sé si Moisés en alguna ocasión haya usado alguna expresión semejante. Pero honestamente, yo pienso que cuando escuchó la excusa que Aarón le dio, debió a lo menos haber pensado: ¿Y tú crees que yo soy bobo?

Es difícil de creer eso de tomar aretes y prendas de oro, tirarlas al fuego y que mágicamente se forme un becerro de oro. ¿O quién sabe si a lo mejor Aarón se creía esa historia y pensaba que era “un milagro de los dioses paganos”? El pecado nos ciega y lo que es evidente no se ve. No importa cuán horrendo, despreciable, asqueroso y repugnante pueda ser un hecho, consciente o inconscientemente la gente trata de justificarlo e ignorarlo.

Tristemente conozco muchos casos de este tipo de actitud, pero el hecho no es hacer una elegía al pecado, sino llamar la atención sobre el hecho, por lo que no voy a relatar algunas de las historias bochornosas que conozco. 

PENSAMIENTO INICIAL:
          
No debemos tratar de justificar nuestra conducta pecaminosa, o evitar asumir la responsabilidad por nuestros actos.

PASAJE BÍBLICO: ÉXODO 32:15-24
Éxodo 32:15-24
15 Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas. 16 Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. 17 Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. 18 Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. 19 Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. 20 Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel. 21 Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? 22 Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal. 23 Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 24 Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro.

ANALIZANDO EL PASAJE BÍBLICO:
La reacción de Aarón ante el enfrentamiento con Moisés parece una broma, si no fuera porque es demasiado trágica. Aarón trató de justificar su comportamiento echándole la culpa a otra gente, lo cual es un ejemplo clásico de nuestra tendencia a recurrir al uso del auto engaño y la deshonestidad.
Este es un ejemplo extraordinario de la culpabilidad de un hombre por su idolatría. La verdad es que Aarón, deliberada y gustosamente cooperó para llevar a cabo la petición del pueblo de Israel de que les construyera un dios falso, de manera que él era tan culpable, como el resto de la gente.
Me parece que resulta muy apropiado en este momento recordar las palabras de apóstol Pablo en Efesios 5:6-11: “6 Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7 No seáis, pues, partícipes con ellos. 8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz 9 (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), 10 comprobando lo que es agradable al Señor. 11 Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”.

La reacción de Moisés ante la triste escena de la algarabía del pueblo es muy triste. Podemos ver que frente al becerro de oro se había formado un gran jolgorio y una borrachera generalizaba que dejaba mucho que desear. Al principio, mientras estaba descendiendo la montaña, Moisés no podía distinguir cuál era la causa o la naturaleza del gran alboroto que se escuchaba en el campamento que se encontraba más abajo. Pero Josué le aseguró que el clamor que se escuchaba no parecía como algún tipo de batalla, ya fuera que hubiera culminado con una victoria o una derrota, sino que era un ruido de cantos estridentes.

Y efectivamente, cuando los dos se acercaron lo suficiente como para ver lo que estaba sucediendo, vieron el vergonzoso espectáculo de una gran juerga pagana en presencia de un animal hecho por el hombre. Moisés no pudo contener su furia e indignación, y al darse cuenta de que el Decálogo inscrito en las tablas de piedra que tenía en sus manos no tenía ningún significado para esos infames rebeldes, tiró las tabletas al suelo con tanta fuerza que las rompió por completo. Los israelitas en verdad no eran dignos de ese Santo Pacto que había sido consagrado en los Diez Mandamientos. 

Moisés se acercó a la juerga pagana, se apoderó del becerro de oro, lo arrojó a una hoguera que ardía con fuerza y luego tomó el oro, lo convirtió en polvo de oro, lo arrojó al agua y obligó a los cabecillas de aquella vergonzosa revuelta a arrodillarse y beber el agua.

Observa que el texto indica que Moisés quemó el becerro de oro lo que pudiera indicar que el becerro no era de oro macizo sino que era enchapado en oro. Después de destruir el ídolo, Moisés se volvió hacia su hermano que había sido el responsable de hacer aquel ídolo, y lo interrogó severamente. Moisés le preguntó a Aarón sobre el tipo de presión a la que había sido sometido y lo que pudo haberlo obligado a involucrarse en la fabricación del ídolo. 

Aquel había sido un pecado terrible y justamente Aarón los había conducido al mismo por querer quedar bien y obedecer lo que los que se habían erigido en líderes le habían pedido que hiciera. Al parecer Aaron se sintió abochornado por lo que había sucedido y lleno de vergüenza, por lo que trató de echarle toda la culpa a la propensión al mal que tenían y que ya habían mostrado antes, los instigadores. 

Debido a que Moisés se quedó en la montaña durante un largo período de tiempo, los alborotadores que nunca faltan en cualquier lugar se aventuraron y asumieron el liderazgo del pueblo de Israel y decidieron otorgarles un código para vivir, mucho más flexible que el que Moisés les había impuesto. 

Por supuesto, resulta obvio que a pesar de su ascenso al cargo de Sumo Sacerdote, Aarón no tuvo la influencia ni el coraje necesario para rechazar las demandas de los rebeldes, por lo que tal vez pensó que no tenía otro recurso más que cooperar y hacer lo que le pedían. De manera que en lugar de ser depuesto o asesinado por un golpe de estado, Aaron decidió rendirse y hacer lo que le pedían.

Sin embargo, siempre me ha llamado la atención el hecho de que Aarón insistió en que si querían un ídolo, tendrían que recolectar suficientes aretes de oro para moldear una estatua y quitarlos de los lóbulos de las orejas de sus esposas e hijas. 

Sin duda, esta recolección del oro debió de haber tomado un buen tiempo. Hay quienes han sugerido que tal vez fuera un intento de demora para dar tiempo a que Moisés regresara. Yo no creo esta hipótesis ya que en realidad nadie sabía lo que le había sucedido a Moisés.

Al final Aarón intentó disminuir su culpa afirmando que el oro solo tomó la forma de becerro, “de una manera bastante milagrosa”. En este punto, tal vez yo le hubiera dicho Aarón: ¿Y tú crees que yo soy bobo?

PARA REFLEXIONAR:
¿De qué manera los cristianos hoy en día suelen justificar su actitud pecaminosa y con frecuencia culpan a otros por lo que han hecho? 
  
REFLEXIÓN PERSONAL:
 ¿Hay algún pecado oculto en tu vida que estás tratando de justificar?
¿Alguna vez estuviste “disfrutando” de algún pecado que trataste de justificar?
¿Cómo crees que se debe sentir Dios cuando pecamos?
¿Cómo piensas que se debe sentir Dios cuando tratamos de justificar un pecado?
¿Hay algún “falso ídolo de oro” en tu vida que debes echar al fuego?
¿Ha tratado alguien de convencerte para que hagas algo que tú sabes que desagrada a Dios?
¿Cuál fue tu respuesta?
¿Qué hiciste?
¿Consideras que Dios fue honrado con tu actuar?






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Le agradezco mucho su comentario.
Oscar