domingo, 30 de agosto de 2009

¿Es el cielo un secreto?

Déjeme comenzar esta semana dándole las gracias por regresar a esta página. Usted es una gran bendición para mí. El Señor me ha estado moldeando y enseñando que este es un ministerio que debo llevar adelante, de manera que mi propósito es continuar y ampliar el alcance de estos estudios bíblicos semanales.

Platón, el filósofo griego, enseñó que éramos espíritus en cuerpos temporales. La filosofía de Platón tuvo una gran influencia en el pensamiento clásico y todavía hoy sigue influyendo. En realidad, somos seres físicos y espirituales. No tenemos dos naturalezas separadas, somos una especie de combinación.

¿Podemos imaginarnos cómo es el cielo?
Tenga presente que con mucha frecuencia 1 Corintios 2:9 es mal interpretado...
“…antes, como está escrito: Lo que ojo no vio, ni oreja oyó, ni ha subido en corazón de hombre, [es] lo que Dios ha preparado para aquellos que le aman”.

Me parece estar oyendo al Apóstol Pablo aclarando su planteamiento en el siguiente versículo (10) diciendo que somos privilegiados porque el Espíritu Santo nos las ha revelado y justo el Espíritu lo escudriña TODO.

“Pero Dios nos [lo] reveló a nosotros por su Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”.

Observemos una cosa, lea Deuteronomio 29:29. “Lo encubierto del SEÑOR nuestro Dios es descubierto a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que hagamos todas las palabras de esta ley”.

¿Qué pasa? ¿Hay acaso una contradicción? Estoy convencido que para estudiar la Biblia tenemos que ver las cosas en conjunto y no podemos comenzar a entresacar ideas. Debemos aceptar que hay cosas sobre el cielo, y sobre otras cosas, que Dios no nos ha revelado. No todo está dicho. Hay cosas BUENAS que Dios tiene guardadas para nosotros y quiere sorprendernos con ellas.

Pero a la vez, no podemos ser dogmáticos cerrar nuestros ojos o esconder la cabeza como el avestruz, porque hay cosas que Dios nos ha revelado en su Palabra y quiere que nosotros las estudiemos y entendamos y de esta maner, comencemos a disfrutar un poco, aquí y ahora, lo que nos espera en el futuro, cuando vayamos a su presencia.

¿Es el cielo un secreto? ¡Para algunos sí lo es! Alguien me dijo, no hace mucho, que no quería saber nada sobre eso. Y está bien, si eso es lo que usted desea. Lo malo es que como esa persona, sea porque tiene miedo. No nos ha dado Dios Espíritu de temor. ¡Tenga eso siempre presente!

En la época en la que vivió el Apóstol Pablo existía en mismo problema, de manera especial los cristianos en la Iglesia fundada en Corinto debatían sobre el asunto. Observe con cuidado el pasaje de 2 Corintios 12:2-4:

“Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (no sé si en el cuerpo, no sé si fuera del cuerpo, Dios lo sabe) el tal fue arrebatado hasta el tercer cielo.
Y conozco a tal hombre (si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe) que fue arrebatado al paraíso, y escuchó palabras inefables que al hombre no se le permite expresar.”
NBLH.

El Apóstol Pablo dice aquí que él fue llevado al paraíso y que oyó palabras inefables que no puede REPETIR. Algunos usan este versículo para decir que “no debemos hablar del cielo”, sin embargo, Dios mandó a Juan que contara en el libro de Apocalipsis lo que él vio. Daniel también ofrece una versión de lo que él pudo observar. Piense en este simple razonamiento que yo me he hecho muchas veces: ¿Escribió alguna vez una carta a alguien para que no la entendiera? ¿Verdad que eso no el lógico?

De manera que estoy convencido de que debemos estudiar, enseñar y discutir lo que Dios nos ha revelado sobre el cielo PERO debemos tener cuidado de no ESPECULAR sobre lo que Dios NO ha dicho.

Leamos Colosenses 3:1 y Hebreos 11:16. ¿Se percata de que Pablo nos dice claramente que debemos fijar nuestra mente en las cosas de “ARRIBA”? Déjeme decirle algo, si nosotros fuésemos capaces de que nuestras mentes estuviesen ocupadas TODO el tiempo, obsesionadas y pensando SOLO en el cielo, de SEGURO dejaríamos una huella imborrable en la tierra. Le puedo garantizar, sin temor alguno a equivocarme que cuando NO PENSAMOS en el más allá, nos volvemos INEFICIENTES en el más acá.

Le confieso que he llegado a la conclusión de que lo que el cristianismo necesita hoy, es una generación de gentes con mentes celestiales que vean a la tierra y a los seres humanos, no como ellos son, sino como Dios quiere que sean. El día que logremos hacer eso, la tierra se estremecerá por la manera en la que comenzaremos a vivir. Y lo digo consciente de que yo soy el primero que tengo que hacerlo.

Hay una pregunta que todo ser humano tiene que hacerse, y es esta: ¿Es el cielo mi destino final? Déjeme decirle que el cielo no es el destino final de TODO el mundo.
A menos que el hombre resuelva el problema de sus pecados, el lugar al que irá es el INFIERNO. Tristemente parece que la gente no está consciente de este problema y de ahí la URGENCIA que tenemos de hablar a otros de Cristo. ¿Se imagina a alguien que le aprecie mucho y tenga algo que sea lo más valioso del mundo y que no se lo dé por apatía o temor a hablar? Pues ni más ni menos eso es lo que estamos haciendo cuando no testificamos de Cristo.

Una investigación reciente acaba de revelar que por cada UNO DE LOS NO CRISTIANO que piensan que vn a ir al infierno, hay 135 personas que creen que van a ir al cielo. ¿No le da tristeza y le parte el corazón pensar que a lo mejor, uno de esos que van a ir al infierno sea un familiar o amigo suyo? Mateo 7: 13-14 revela una escalofriante realidad, dice así la Palabra de Dios:

“Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espaciosa la senda que lleva a la perdición, y son muchos los que por ella entran.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosta la senda que lleva a la vida, y cuan pocos los que dan con ella! (Versión Nácar-Colunga, llamada también la Biblia Católica
).

De acuerdo con lo que dice en Romanos 3:23 todos nosotros tenemos algo que nos impide entrar en el cielo. “pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios,” (NC). No hay posibilidad alguna de que alguien esté excluido. TODOS pecamos y el pecado nos separa de Dios. Veamos lo que dice Isaías 59:2:
“…sino que vuestras iniquidades han hecho una separación entre vosotros y vuestro Dios; vuestros pecados hacen que El oculte su rostro para no oíros;"

Tenga presente que Dios es tan SANTO y que no puede tolerar el pecado, leamos Habacuc 1:13:

“Limpio [eres] de ojos para no ver el mal, ni puedes ver el agravio…” (RV 2000)

Por ser pecadores, no PODEMOS entrar en esa condición a la presencia de Dios. En otras palabras, no podemos entrar al cielo como somos. El cielo NO ES nuestro destino AUTOMÁTICO. Nadie puede ir al cielo, a menos que resuelva el problema de sus pecados. Si no resolvemos este asunto iremos al INFIERNO y créame: ¡No podemos correr riesgos!

Señor, ayúdanos para presentar esta verdad a aquellos familiares o amigos que no te conocen. Permítenos vivir con la expectativa del cielo que nos has prometido y ayúdanos a ver a la gente que nos rodea como Tú las ves. Gracias te doy por cada una de estas personas que en muchos lugares del mundo están siguiendo estos estudios, te pido que les bendigas de una manera especial y que tu Santo Espiiritu ministre a cada cual de acuerdo a sus necesidades, te lo pido en el Santo nombre de tu Hijo Cristo Jesús, amén.

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Oscar