domingo, 6 de diciembre de 2009

¿Qué desea el Padre de nosotros?

¿Te has preguntado alguna vez qué desea Dios de ti? Partiendo del hecho de que Él no necesita nada de nosotros, esta pregunta me parece sumamente importante. Todos nosotros tenemos expectativas. En otras palabras, hacemos la mayoría de las cosas porque esperamos algo a cambio. En algunos casos, esperamos que se nos pague nuestro salario, en otras, que se nos reconozca lo que hemos hecho y en otras que se nos agradezca lo que hicimos. Pero ese no es el caso con Dios. Veamos lo que dice el profeta Miqueas en el capítulo 6:6-8
“¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.
Dios había enviado al profeta Miqueas para que advirtiera tanto a Judá como a Israel de su apostasía. Alguien me preguntó una vez en un estudio bíblico ¿Y eso qué es? Apostasía es apartarse de la verdad. Esto se manifestaba de manera particular y muy clara en las prácticas idólatras en las que estaban envueltos. El diccionario define esta palabra diciendo que significa: “abandonar la fe que se tenía para asumir otra creencia”. Miqueas clama y les anuncia que esa práctica les llevaría a la ruina. Su profecía se cumplió en el año 721 a.C. cuando el reino del norte fue llevado cautivo por los asirios. A pesar de esto y de las advertencias y llamados de los profetas, el reino del sur no se apartó de su mal camino cayendo después de más de un siglo en manos de los babilonios comandados por Nabucodonosor en el año 586 a.C. En aquellos días el pueblo de Dios se había apartado de la fe de sus padres y se habían olvidado de adorar al único Dios verdadero. Eran tiempos en los que la gente abandonaba los principios de la fe hebrea y se entregaban sin reparos a su egoísmo, el placer y la codicia.
El mensaje de Miqueas era muy sencillo, pero decían en mi tierra, “que no hay peor sordo que aquel que no quiere oír”, el pueblo de Israel simplemente no quería oír. Lo único que tenían que hacer era olvidarse de los dioses falsos de las naciones paganas y regresar al Dios verdadero, al Dios de Israel.
En Miqueas 6:6 el pueblo se pregunta ¿qué llevar? ¿Se ha fijado que los hombre siempre tratan de “hacer algo” para “complacer” a Dios? Pero algo que ellos puedan “hacer o comprar” lo difícil es estar dispuestos a entregar el corazón.
Observe algunas cosas de este pasaje: Primero, el pueblo está hablando de cosas relacionadas con el sistema de sacrificios que seguían los hebreos. ¿Es esa la forma de agradar a Dios? La respuesta que aparece implícita es que eso no es suficiente. En Mateo 9:13 el Señor Jesús contesta a esta pregunta del pueblo de Israel cuando dice: Mas id, y aprended lo que significa: "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO”…
Es hora de que acabemos de comprender que las manifestaciones de “religiosidad” no impresionan a Dios, si nuestro corazón no le pertenece a Él. Tenemos que tener una relación con Dios, eso es lo importante, no las manifestaciones que hagamos o lo que digamos de la relación que supuestamente tenemos con Él. Simplemente, Dios NO PUEDE SER BURLADO. Las manifestaciones exteriores tienen que ser el resultado de la relación interior y no algo que se hace para que los demás piensen en la “relación” que tenemos. Eso era lo que hacían los fariseos y Jesús les llamó “HIPOCRITAS”.
Es posible que algunos en los tiempos de Miqueas pensaran que tal vez el Señor, con toda seguridad, aceptaría un sacrificio máximo. ¿Cómo podían pensar que Dios se agradaría con los sacrificios humanos si esto era algo prohibido por la Ley y que era una abominación a Dios? (Deuteronomio 18:9-10) No hay duda de que las ideas paganas de los vecinos había contaminado el pensamiento de los hijos del pueblo de Dios. ¿Ve alguna semejanza en nuestros días?
Miqueas reprendió a quienes creían que los rituales y sacrificios en sí mismos eran suficientes para mantener una relación con Dios. Hoy encontramos otras manifestaciones. La gente no quema carneros, pero algunos han llegado a pensar que asistiendo a la iglesia, cantando en el coro, haciendo visitas, o HCIENDO… HACIENDO… SIEMPRE HACER ALGO; es SUFICIENTE para mantener una relación con Dios. También el profeta Oseas dio la misma respuesta al pueblo. En la Ley de Moisés se establecían los sacrificios y los holocaustos, y estos eran NECESARIOS pero NO ERAN SUFICIENTES, estos eran algo secundario. Dios desea de su pueblo, no sus ofrendas sino sus corazones, su amor y su lealtad.
Hay en este pasaje un aspecto a tener en cuenta, Dios espera que su pueblo refleje su justicia en su vida diaria, como individuos y como grupo. En segundo lugar que seamos leales a Él. De la misma forma que Él es leal, que nosotros también seamos leales. MISERICORDIA, chesed y HUMILLARSE ante Dios; humillarse significa reconocer su grandeza, reconocer nuestra dependencia absoluta. ¿No se ha encontrado nunca con alguien que casi se cree ser Dios y juzga a los demás?
Déjeme decirle algo mas, yo considero que las palabras de Miqueas son una reprensión que es de mucho valor hoy día para algunos que van a la iglesia, HACEN cosas, pero sus actos y su vida no reflejan su amor hacia Dios. Son crueles con sus hermanos, ofenden, hieren y no se arrepienten ni piden perdón, no estudian la Palabra sino la leen de vez en cuando, no pasan tiempo en oración sino oran cuando pueden, no se preocupan por los necesitados y aunque dicen amar, no reflejan el amor de Cristo quien fue capaz de entregar su vida por amor de los que le crucificaban.
Déjeme decirlo de una manera más clara: La verdadera adoración, la única que agrada a Dios, viene acompañada de una actitud recta, una vida recta y un corazón entregado a Él. Eso es lo que Dios quiere de nosotros: que seamos justos, que tengamos misericordia y que nos postremos humillados ante Él. Ese es el sentido en el que Jesús explicó lo que debemos hacer. Dios se complace con nuestro CORAZÓN, no con sacrificios.

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Oscar