sábado, 1 de mayo de 2010

…Venga tu Reino…

Vivimos en una sociedad en la que muchas veces se dice algo que en realidad se repite por costumbre y no porque se le preste atención a lo que se está diciendo. En gramática a esto se le llama el contenido semántico de la oración. Cundo vine a vivir a los Estados Unidos, me llamó mucho la atención el hecho de que por cualquier cosa la gente se disculpaba. Me sorprendió lo que consideraba que era un gesto de buena educación. Pero descubrí que decir: “Lo siento”, era como una especie de fórmula mágica para cubrir algo que se había hecho y que afectaba a otra persona.

Traté con mucha atención de entender el alcance de este “concepto”, sobre todo un día en el que el niño de la casa en la que yo vivía, hizo una travesura y su mama lo disciplinó y puso de “penitencia”. El niño entre llantos y suspiros repetía: “Pero yo te dije que lo siento”. Ahora para mí resultaba claro porque cuando alguien te atropellaba tratando de entrar o salir de algún, lugar te decía: “lo siento” y seguía como si nada hubiera ocurrido. El uso y el abuso de esta expresión habían hecho que perdiera su significado real. Decir “lo siento” no significaba en verdad que alguien se arrepintiera de lo que había hecho, sino más bien era una especie de justificación por lo que había hecho.

Lo mismo ocurre con otras muchas palabras, expresiones y conceptos que se repiten, sin que en realidad signifiquen mucho. ¿Y que tiene esto que ver con la oración? ¡Mucho! He visto a lo largo de los años que mucha gente y me he sorprendido a mí mismo haciendo lo mismo, que repiten ideas, palabras o expresiones, de manera mecánica, sin que en realidad se haya pensado en lo que se está diciendo.

Orar es hablar con Dios, de manera que este enorme privilegio no debe ser desestimado repitiendo cosas impensadas y sin sentido. ¿Cómo se sentiría usted si su hijo cada vez que se le acercara le repitiera una sarta de palabras que son siempre iguales, mientras que él a lo mejor, está pensando en irse a jugar con sus amigos? ¿Recuerda que Dios ve nuestros pensamientos y conoce las intenciones de nuestro corazón?

Jesús en su ejemplo o modelo de oración entra a dar a sus discípulos los dos primeros motivos o peticiones que deben hacer al Padre Celestial. Hoy vamos a detenernos en la primera. No es repetir algo sin sentido y por costumbre, ya que Jesús nunca enseñó a hacer eso. Es clamar, pedir algo que DEBEMOS desear con todo nuestro corazón, eso es lo que está implícito en lo que Jesús enseñó.

¡Venga tu Reino! ¿Qué quiso decir Jesús con eso? ¿Qué significa eso para mí?
Hace poco más de un año me encontraba dando un estudio bíblico en la iglesia de la cual soy miembro. Estaba enfrentando la dificultad de que la mayoría de los asistentes no eran constantes en su asistencia y se trataba de una serie, de manera que los que faltaban, la próxima vez que asistían no sabían por dónde andábamos. Se añadía el problema de que la mayoría quería tomar notas y no todos tenían la misma velocidad para hacerlo, demorando innecesariamente el estudio. Fue entonces que se me ocurrió la idea de crear este blog para poner las notas del estudio que había ofrecido para resolver este problema específico.

Yo había estado editando materiales para la Escuela Dominical y el discipulado por años y escribiendo devociones, editoriales y otra serie de artículos cristianos que se distribuían en todo el mundo. Sin embargo, a las dos o tres semanas de haber iniciado el blog, quedó claro para mí que el reino viene de forma inesperada y de maneras impensadas cuando tenemos el propósito de trabajar para él. Comenzaron a visitar el blog y seguir los estudios bíblicos personas que hablan o leen español en todas partes del mundo. Yo no sé quiénes son, pero Dios les conoce. La convicción de servicio al reino que tuve fue tan grande, que decidí hacer un cambio en mi ministerio y dedicar parte de mi tiempo a confeccionar estudios bíblicos, como este, para ser usados en el blog. Ahora no como un suplemento a los estudios que daba, sino como algo hecho a propósito respondiendo a las necesidades que cientos me expresan mediante correos electrónicos o por medio de mi página en Facebook.

El contador de visitas de este blog registra la cantidad y el país en el que están los visitantes, y esto me hace sentirme comprometido muy seriamente con los que cada semana siguen estos estudios, pues esto que comenzó como una cosa muy local ha venido a ser parte del Plan de Dios para las naciones, y me pregunto constantemente: ¿Quién soy yo para merecer este privilegio de ser parte del plan de Dios? No sé si usted capta el mensaje que yo recibí: ¡No se trata de añadir personas a la iglesia que asistes, se trata de añadir almas al reino de los cielos!

Jesús estaba mandando a sus discípulos, y nos manda a nosotros a buscar y hacer todo lo posible para que el Reino de Dios se establezca en la tierra. Dicho de manera simple, tal vez simplista, el Reino de Dios, ¡es Su Reino! De la misma manera que el rey de un país, bajo el sistema monárquico tenía todo el derecho y la autoridad sobre las vidas, propiedades y familias de sus súbditos o “gobernados”, la llegada del Reino de Dios traerá el gobierno y control absoluto de Dios al final de los tiempos. De manera que cuando decimos: “Venga tu reino” estamos buscando, en cierta forma, que se establezca el gobierno de Dios sobre toda su creación. ¿Se percata del alcance? Jesús quiere que nos sometamos completamente al reino de Dios, a su voluntad soberana, a sus normas y que comencemos DESDE AHORA. Recuerdo un himno que cantábamos en mi iglesia cuando era niño que decía: “Jesús es mi Rey soberano”… ¿Es Jesús el Rey soberano de su vida? ¿Vive para hacer la voluntad de Él y no la suya? ¿Se ha entregado por completo a Él?

En cierto sentido, el reino es una realidad presente. Si recuerdan las palabras de Juan el Bautista que recoge Mateo 3:1-2 dicen: “…En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Con el comienzo del ministerio de Jesús en la tierra, el reino comenzó a crecer y expandirse...

La parábola del trigo y la cizalla es la historia de un hombre que siembra la semilla en el campo, pero durante la noche un enemigo viene y planta otras semillas en el mismo terreno que había sido preparado para la siembra. Mateo 13: 24-30 dice así: 24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.

Al pasar las semanas comenzó a crecer el trigo y junto con él las malas yerbas. Los labradores deseaban arrancarlas pero el dueño de la tierra, sabiamente les ordenó que no lo hicieran, para evitar que las plantas buenas pudieran ser arrancadas junto con las malas. Solo al final de la cosecha, mandó a juntar las malas yerbas y echarlas al fuego, mandando a recoger el trigo y a ponerlo en el granero.

Más tarde Jesús les explicó esta parábola a sus discípulos. Dice Mateo 13: 36-43: “36Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. 39El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. 40De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. 41Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, 42y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. 43Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga”.

¿Se percata que Jesús está diciendo que la “buena semilla” representa a “los hijos del reino”? Esos somos los seguidores de Cristo que estamos creciendo en el mundo, de la misma manera que crecieron desde el ascenso de Jesús a los cielos y de la misma manera que crecerán en el futuro. El concepto del reino está presente en la cosecha futura, cuando las malas yerbas sean recogidas y lanzadas al fuego y “el trigo” resplandezca como el sol en el reino del Padre Celestial.

El Reino de Dios es un evento futuro, sin embargo, es a la vez una realidad actual. Por eso Jesús nos instruye a pedir que “venga tu reino” como una manera de hacernos recordar y reconocer que el establecimiento del gobierno de Dios sobre toda la tierra, es simplemente un asunto de tiempo, de manera que debemos comprometernos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que ese Reino final se establezca de inmediato, si fuera posible, ante nuestros ojos. ¿No se emociona?

Este asunto de hacer del reino de Dios una prioridad, tiene grandes implicaciones en nuestra vida. Hace unos días escuchaba una historia que alguien narraba en relación con una persona. Decía el que contaba la historia que un día se estaban “tomando una cerveza” y de pronto, sintieron que había llegado el pastor de la iglesia y dijeron: “esconde la cerveza que llegó el pastor”. Esto ilustra la manera en la que mucha gente vive. Estableciendo una línea que separa la vida “religiosa” de la vida diaria. Viviendo de una manera cuando están en el templo y de otra bien diferente cuando salen a la calle. Esta es la principal causa por lo cual el cristianismo que se practica hoy día ha dejado de ser relevante para la sociedad. ¡Y es que no se ve la diferencia entre las cosas que hacen los cristianos y las que hacen los que no son cristianos!

De manera que este aspecto de la oración modelo de Jesús tiene un alcance general que cubre cada aspecto de nuestras vidas. Nos coloca en la situación de vivir PARA EL REINO todo el día, y TODOS los días. Así comienza a esfumarse la separación entre el tiempo en el que oramos y el tiempo en el que no estamos orando, pues es evidente que tenemos que ORAR SIN CESAR, y de igual manera desaparece la mentalidad de establecer una división entre lo que hacemos en la iglesia y lo que hacemos fuera de la iglesia, o dicho de otra manera, entre las cosas sagradas y las cosas profanas. Si observamos la vida de Jesús nos percatamos que toda su actividad era “sagrada”. Todos los hechos y circunstancias, sin tomar en cuenta cuan ordinarias fueran, tenían para Él la prioridad del Reino.

Sus discípulos con mucha frecuencia no entendieron esto. ¿Recuerda cuando trataron de apartar a los niños para no demorar el “programa de actividades” que habían elaborado? Pero Jesús todo lo veía a través del lente del Reino de Dios. Sin embargo, a pesar de tener esta especie de “urgencia divina”, nunca parece haber estado estresado o con apuro. Jesús simplemente observaba para ver dónde el reino se estaba manifestando para unirse con los ojos y los brazos abiertos. ¡Y eso es lo que debemos hacer nosotros! Debemos observa para ver dónde Dios está obrando, para unirnos a Él en lo que YA está haciendo.

A dondequiera que vayamos siempre encontraremos oportunidades del reino. Y si nuestros corazones se sensibilizan con esta realidad de pedir “venga tu reino” tendremos infinitas oportunidades para compartir la esperanza del evangelio con cualquiera y dondequiera.

Tal vez usted esté pensando que esto no es cierto. Piense en cuantas oportunidades se le presentan diariamente y contantemente. En FaceBook o en cualquier otro sitio social en el Internet. Cuando va a poner gasolina en su auto. Cuando hace las compras. Cuando está en el trabajo. Cuando está en la escuela. Si en su mente y pensamiento mantiene la idea de “venga tu reino”, verá aparecer oportunidades para presentar el mensaje de esperanza y salvación de Cristo Jesús y lo más importante: PARA VIVIR ESE MENSAJE CADA DĺA.

Tal vez usted esté pensando: “Si pero yo no soy pastor, eso está bueno para ellos, pero yo tengo otras cosas en la vida”… Bueno, esta es una de la causas por la que el cristianismos ha pedido su influencia en el mundo. Si vemos lo que Jesús demanda de nosotros comprenderá que si no tiene su pensamiento fijo en el reino, está fallando. Dice en Mateo 6:32-33: “Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Es decir, que la PRIORIDAD número UNO tiene que ser el reino de Dios. Cuando fijamos nuestra atención en el reino, nos olvidamos de nuestras preocupaciones.

Si logramos concentrar nuestra mente y esfuerzos en SU REINO, Él cubrirá todas nuestras necesidades presentes y futuras. Estar y confiar en SUS MANOS, es mucho mejor que confiar en NUESTRAS manos. Analicemos, meditemos y tomemos la decisión de hacer hoy, una prioridad para nuestras vidas, al reino de Dios, y clamemos con todas nuestras fuerzas a Dios diciendo VENGA TU REINO…

Señor, enséñanos a orar…

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo, tenemos que permitir que la frase: " venga tu reino", sea una confesión de fe, y no una frase de cajón.

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Le agradezco mucho su comentario.
Oscar