sábado, 19 de junio de 2010

Acción de gracias como un tipo de oración

No quisiera que se fuera a mal interpretar lo que voy a escribir a continuación. En verdad, mucho se ha hablado y se habla de los diferentes tipos de oración. En casi todos los libros sobre la oración se hace mucho énfasis en este aspecto. No deseo que alguien se vaya a confundir y le preste más atención a la “forma” que al “contenido”. Es cierto que del estudio de las oraciones que aparecen en la Biblia, vemos que se pudieran “clasificar” en clases o tipos, lo cual no quiere decir que debamos, en manera alguna, por ejemplo decir: “Bueno, ahora me toca hacer una oración de alabanza” como si se tratara de una “metodología” a seguir.

Debemos entender la oración como la manera de entrar a la Santa y majestuosa presencia de nuestro Dios, y debemos hacerlo de manera sincera y espontánea, dejando que nuestro corazón sea guiado por el Espíritu que mora en nosotros, para expresarle a nuestro Padre nuestros más íntimos pensamientos y deseos. Debemos buscar en oración cuál es la voluntad del Padre para nuestras vidas y buscar mediante la oración las fuerzas para hacer Su voluntad.

Resulta evidente que en la Biblia hay oraciones que son de lo que pudiéramos llamar “acción de gracias”. Por lo general veo que este tipo de oraciones surgen como consecuencia de una experiencia favorable o beneficiosa, muchas veces se deben a una bendición recibida, y en algunos casos, se trata de un hecho que produce consuelo. Para decirlo de una manera más sencilla, se trata de oraciones en las cuales expresamos nuestro agradecimiento por algo específico que hemos recibido. Son una especie de reconociendo de nuestro agradecimiento al Padre.

Por ejemplo, en Salmos 75.1 Asaf escribió: “Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos, pues cercano está tu nombre”. ¿Se da cuenta? No es que Dios haya estado alejado, Él nunca se aleja de nosotros. Nosotros muchas veces nos alejamos de Él. Pero en una situación específica, cuando desesperadamente se necesitaba de su cercanía, allí estaba Él, cercano, al alcance de la mano. Y esta oración es un reconocimiento. Es una forma de expresar gratitud a Dios. Debemos buscar el origen de esta manera de expresar nuestra gratitud a Dios que se remonta al sistema de sacrificios.

En el libro de Levítico 7.11-15 se establece el sacrificio u “ofrenda de paz”, dice así: “Y esta es la ley del sacrificio de paz que se ofrecerá a Jehová: Si se ofreciere en acción de gracias, ofrecerá por sacrificio de acción de gracias tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite, y flor de harina frita en tortas amasadas con aceite. Con tortas de pan leudo presentará su ofrenda en el sacrificio de acciones de gracias de paz. Y de toda la ofrenda presentará una parte por ofrenda elevada a Jehová, y será del sacerdote que rociare la sangre de los sacrificios de paz. Y la carne del sacrificio de paz en acción de gracias se comerá en el día que fuere ofrecida; no dejarán de ella nada para otro día”.

Ya tenemos un antecedente de este llamado sacrificio de paz con acción de gracias. Pero quiero que ahora preste mucha atención a lo que dice en el mismo libro de Levítico 22.29, en relación con el mismo sacrificio que acabamos de ver: “Y cuando ofreciereis sacrificio de acción de gracias a Jehová, lo sacrificaréis de manera que sea aceptable”. Es decir, para mí está claro que esto implica mucho más que la costumbre que aprendemos por “educación” de dar gracias cuando alguien nos hace un favor, de cualquier tipo y lo digo pues esto se ha convertido en algo que hacemos mecánicamente sin pensar realmente en lo que estamos diciendo. Y peor aún es que hay quienes están tan mal educados, que ni siquiera dan las gracias cuando se les hacemos un favor. Observe que dice el versículo que el sacrificio había que hacerlo de manera que fuere aceptable, lo que claramente indica, que podía no ser aceptado.

En el libro de Nehemías 11.17 dice: “y Matanías hijo de Micaía, hijo de Zabdi, hijo de Asaf, el principal, el que empezaba las alabanzas y acción de gracias al tiempo de la oración”… De manera que en tiempos de Nehemías, un descendiente de Asaf era el que comenzaba las acciones de gracia que al parecer estaban vinculadas con las “alabanzas”, en el tiempo de la oración. Yo no recuerdo en este momento de haber visto una referencia anterior en la cual de una manera tan clara se mencionen las oraciones de acción de gracia y en este caso, vinculadas con las de alabanza, que ya veremos más tarde.

Quiero llamar su atención ahora a un versículo que usted probablemente haya leído muchas veces, sin prestarle mucha atención. Me refiero al Salmo 100.4 que dice:
Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza;
Es decir, que debemos entrar a los “atrios de Dios”, o sea, a su santa presencia, CON ACCIÓN DE GRACIAS”. ¿Se recuerda como comienza la oración modelo que Jesús les ensenó a sus discípulos? ¿Cuántas veces comienza usted a orar dándole gracias a Dios? ¿Cuántas de sus oraciones son de acción de gracia? ¿Cuántas veces ha dedicado un tiempo para solamente dar gracias a Dios en oración?

Hay otra expresión en el Salmo 26.6-7 que quiero que observe, canta el rey David diciendo: “Lavaré en inocencia mis manos, Y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová, Para exclamar con voz de acción de gracias, Y para contar todas tus maravillas".

El salmista está haciendo una declaración de suma importancia. Es necesario venir a la presencia de Dios con MANOS LIMPIAS. Lo cual claro está, no quiere decir que tengamos que lavar nuestras manos con agua, sino que tenemos que ser limpios de nuestra maldad. Para entrar a la presencia de Dios tenemos que despojarnos del pecado. Mientras VIVAMOS en pecado, nuestras oraciones no pueden ser oídas, porque un Dios Santo, no resiste la presencia del pecado. De manera que tenemos que comenzar por confesar nuestros pecados y arrepentirnos para así “lavar nuestras manos” y poder elevar nuestras oraciones de acción de gracias y alabanzas.

Israel también puede ser considerado como un TIPO de los hijos de Dios. Observe que NO DIGO que nosotros somos Israel, que es una idea que viene desde San Agustín, Lutero y Calvino, con la cual yo no estoy de acuerdo. Pero en muchas formas el pueblo de Israel apunta a los hijos adoptados de Dios que somos nosotros, sin desplazar a los hijos naturales, que aunque rebeldes, son hijos amados, cuidados y protegidos. Así podemos entender en toda su magnitud y alcance a Jeremías 30.19 que dice: “Y saldrá de ellos acción de gracias, y voz de nación que está en regocijo”. Se espera de nosotros también, al igual que se espera de Israel, que como pueblo de Dios, elevemos oraciones de ACCIÓN DE GRACIAS. Voy a llegar más lejos. No considero que elevar oraciones de acción de gracias sea una opción o algo que podamos optar o decidir. Esto es algo que debemos y estamos llamados a hacer. No digo una “obligación” y no digo esto, porque es mucho más que eso. Es algo que Dios espera que hagamos.

Como muchas otras cosas, alguien ahora pudiera estar pensando: “Bueno, eso se refiere al Antiguo Testamento y al sistema de sacrificios de los judíos bajo la ley y no tiene aplicación para nosotros que vivimos bajo la gracia”. Si piensa eso, déjeme decirle que está en un error. Permítame mostrarle algunos pasajes del Nuevo Testamento, que enseñan lo mismo.

En 1 Corintios 14.16 el apóstol Pablo le hace una recomendación a los cristianos de Corinto para que hicieran de cierta manera, lo que evidentemente se había convertido en una práctica de la iglesia del primer siglo. Dice así: "Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho. Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado. Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida”.

No desvíe su atención al hecho del hablar en lenguas, ese es otro asunto a tratar en otro momento, me refiero a lo que he subrayado: ¡La acción de gracias a Dios! Y por este y otros pasajes del Nuevo testamento, parece ser que en la iglesia primitiva, esta práctica se llevó a la oración pública. Es decir, que no tenemos que limitar nuestras oraciones de acción de gracias a la oración privada.

Pablo va todavía más lejos, y cuando escribe la epístola a los Efesios que es una de las cartas más impersonales escrita desde su prisión en Roma y que algunos piensan que fue escrita a las iglesias de Éfeso y de Laodicea, refiriéndose a la vida del creyente dice el apóstol en Efesios 5.3b-4: “…ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias”. Aquel problema parece que no se terminó con los años. Desafortunadamente hoy vemos los mismos problemas en todas partes. Con tristeza y mucho dolor tengo que reconocer que en una gran cantidad de iglesias cristianas de TODAS las denominaciones, existe la deshonestidad y en algunas hay hasta las truhanerías. El remedio que recetó Pablo bajo la inspiración del Espíritu Santo, sigue siendo eficaz: sustituir esas cosas con ORACIONES DE ACCIONES DE GRACIA. En lugar de criticar, elevar una oración de acción de gracias. En lugar de contar, generar, o inventar un chisme; elevar una oración de acción de gracias. En vez de pensar en la manera de hacer un negocio para beneficio propio amparado en el manto protector de la iglesia, emplear ese tiempo el elevar oraciones de acción de gracia. En lugar de evadir el pago de impuesto o de obtener ganancias basadas en el servicio a la iglesia elevar oraciones de acción de gracias. A propósito, estos dos últimos aspectos se enmarcan en lo que Pablo llamó truhanerías. ¿Y por qué diría Pablo acciones de gracia? Me parece simple: Cuando agradecemos, de hecho reconocemos que no merecemos lo que hemos recibido. Y eso es justamente lo que tenemos que hacer. Hemos recibido de Dios lo que no merecemos, y lo hemos recibido por su GRACIA, no por nuestros méritos.

Creo ya haberles dicho que desde hace algún tiempo, tome la decisión de todos los días orar por 25 de mis amigos virtuales de Facebook. Dejo que mi computadora, usando un programa de “selección arbitraria” me dé los nombres por los que voy a orar ese día, y además le envío una pequeña nota dándoles a conocer que oré por ellos. El otro día un pastor me envió un mensaje en el que me decía: “No conozco el motivo por el que estás haciendo esto, pero te agradezco que hayas orado por mi”. Pensé en responderle, pero luego consideré que, a lo mejor se podía ofender, por lo que no le respondí”. El hecho es que un día, en mi tiempo personal de lectura de la Biblia, estuve leyendo la epístola del apóstol Pablo a Timoteo y en 1 Timoteo 2.1 dice: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres”. El Espíritu Santo puso en mí la convicción de que esto era algo que yo debía hacer y ¿quién mejor que mis amigos virtuales de FB, a muchos de los cuales no conozco? Lo más interesante es que haciendo esto, yo he sido MUY BENDECIDO. Raro es el día que alguna persona no me envía un email, porque justo, el día que oré por esa persona, ella enfrentaba una situación particularmente difícil. Elevo acciones de gracias, por los pastores y ministros y pido que Dios bendiga sus ministerios, y no sabe cuánto esto me ayuda a apartarme de la vanidad y el orgullo y sobre todo de la envidia. Pido por el pueblo de Israel y por los judíos que viven en Jerusalén. Y mis oraciones han venido a ser como un río, en la medida que pido más por otros, siento fluir las bendiciones de Dios en mi vida.

Hace muchos años adopté la costumbre que, primero me enseñaron mis padres, y luego ratifiqué con convencimiento, de dar gracias por los alimentos antes de comer y cenar. No es una oración de peticiones, ni de alabanza, ni de recuentos, es una simple oración agradeciendo lo que voy a comer y pidiendo que Dios bendiga esos alimentos. Lo he practicado con alguna gente que cuando lo hice, se sintieron incomodas, moletas y hasta estuvieron a punto de levantarse de la mesa y que hoy, son fieles seguidores de Jesucristo. Lo he hecho con familiares, que a duras penas aguantaban la risa y se burlaban, y hoy, gracias Dios, están en los caminos del Señor y dan gracias antes de comer, sin importarles dónde se encuentren. Lo he hecho en aviones, restaurantes, en territorio palestino y en territorio judío, el París o en Roma, a bordo de un crucero o en una reunión de negocios. Lo he hecho porque estoy convencido que es lo que debemos hacer. Dice Pablo en 1 Timoteo 4.3b: “…alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad”.

Hace unos años visité a Bogotá en un viaje de negocios. La compañía que visité, invitado por uno de sus vicepresidentes, hizo un programa que incluyó, además de las instalaciones de las fábricas, visitas a diferentes lugares de la ciudad, museos y las antiguas minas de sal, incluyendo la presentación en el teatro de una obra de Gabriel García Márquez. La culminación de mi visita fue un banquete con el presidente y dueño de esa compañía y todo su ejecutivo. Esta compañía no es cristiana ni lo era, en aquel tiempo su dueño, y ante la sorpresa de todos los presentes, incluyendo a los camareros, aquel hombre me pidió que tuviera una oración para gradecer y bendecir los alimentos.

Comencé en Levítico y quiero terminar hoy con Apocalipsis. En Apocalipsis 7.11-12 dice el apóstol Juan: “Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén”.

De manera que aquí vemos que la acción de gracias es una parte de la adoración celestial.

Y si los ángeles elevan acción de gracias a Dios ¿Por qué no lo hacemos nosotros?

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Oscar