sábado, 24 de julio de 2010

Oraciones de alabanza… Continuación

Después de un par de semanas de ausencia involuntaria, debido a una cirugía urgente a la que tuve que someterme, vamos a retomar la idea, justo donde nos quedamos en el estudio anterior. Estamos analizando la importancia y las implicaciones de las alabanzas a Dios y de las oraciones de alabanza. Déjeme añadir algunos otros pasajes del Antiguo Testamento:

¿Quiénes son los que alaban a Dios? Veamos lo que dicen las Escrituras:

Alaban a Dios: los que le temen Salmo 22.23: “Los que teméis a Jehová, alabadle”.
Alaban a Dios: los que habitan en su casa Salmo 84.4: “Bienaventurados los que habitan en tu casa; Perpetuamente te alabarán”. Selah
Alaban a Dios los que están en la congregación de los santos Salmo 22.22; “Anunciaré tu nombre a mis hermanos; En medio de la congregación te alabaré”.
Alaban a Dios los que están “en la reunión de ancianos” Salmo 107.32: “Exáltenlo en la congregación del pueblo, Y en la reunión de ancianos lo alaben”.
Alaban a Dios los que están en su “santo templo” Salmo 138.2: “Me postraré hacia tu santo templo, Y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas”.

Ahora bien, ¿cómo son esas alabanzas? Este es un tema muy controversial, no me estoy refiriendo a los diferentes estilos de culto, ni a alguna denominación en particular. Lo que veo en los Salmos me ha hecho pensar muchas veces, que no solo no alabamos a Dios como debemos, en las ocasiones que debiéramos hacerlo y de la manera en que debiéramos, tal vez por nuestros prejuicios culturales. Esta es la forma en la que los Salmos describen la alabanza a Dios:

Los que alaban a Dios lo hacen con sinceridad y rectitud de corazón Salmos 9.1; 86.12 y 119:7. Los que alaban a Dios lo hacen: con gozo Salmo 28.7; con danza, cánticos e instrumentos musicales Salmos 43.4; 69,30; 71.22 y 149.3.

Hay una hermosa promesa profética en los Salmos 67.3, 5; 117.1 y 138.4. Porque un día “todos los reyes de la tierra” y “todos los pueblos” alabarán al Señor.
Toda la creación canta su gloria, porque “los cielos cuentan la gloria de Dios” Salmos 19.1 y 145.10.

En el Nuevo Testamento aparece el mismo concepto, justo desde el nacimiento del Mesías, vemos en Lucas 2,13–14 que “los ángeles “alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas...” Aquí en término griego usado es la palabra aineo

Veamos un poco como se desarrolla este concepto en el Nuevo Testamento. La palabra ainos (αἶνος), se usaba en griego especialmente para referirse a un relato o narración. Sin embargo esta palabra vino a denotar alabanza; en el Nuevo Testamento pero solo para expresar alabanzas a Dios, Mateo 21.16 y Lucas 18.43.
También encontramos el uso de la palabra ainesis (αἴνεσις), para expresar alabanza de la misma manera en la que se usa la palabra ainos que acabamos de ver. Encontramos la palabra ainesis usada en Hebreos 13.15: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza (ainesis), es decir, fruto de labios que confiesan su nombre”…, Como podrá notar, en este caso se utiliza metafóricamente como una ofrenda sacrificial.¶

También encontramos el uso de la palabra epainos (ἔπαινος), que no es más que una forma fortalecida de la palabra ainos con el prefijo (epi, que significa sobre). Esta palabra se usa para indicar aprobación, recomendación y/o alabanza.
Se usa: para referirse a aquellos por causa de los cuales, y por razón de los cuales, como herencia de Dios, se debe adscribir alabanza a Dios, en razón de su gloria (la exhibición de su carácter y de sus obras; Efesios 1.12); en el v. 14, de toda la compañía, la Iglesia, considerada como la «posesión (de Dios)»; en el v. 6, con particular referencia a la gloria de su gracia hacia ellos; en Filipenses 1.11, aparece usada para expresar el resultado de «los frutos de justicia» manifestados en ellos mediante el poder de Cristo.

También aparece para expresar la alabanza dada por Dios, sobre el pueblo judío donde (Judá = alabanza; Veamos Romanos 2.29: “sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza (epainos) del cual no viene de los hombres, sino de Dios”.
La palabra epainos también se usa para referirse a la alabanza otorgada a los creyentes ante el Tribunal de Cristo, 1 Corintios 4.5: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza (epainos) de Dios”. Esta palabra es la que aparece en 1 Pedro 1.7: “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza (epainos), gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”, es decir como resultado de las pruebas actuales.

En Filipenses 4.8 se usa para indicar todo aquello que sea digno de alabanza: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza (epainos), en esto pensad.

En 2 Corintios 8.18 aparece un uso muy interesante de la palabra epainos para indicar alabanza. Dice así: “Y enviamos juntamente con él al hermano cuya alabanza (epainos) en el evangelio se oye por todas las iglesias”. Es decir, para expresar la aprobación por parte de las iglesias de aquellos que laboran fielmente en el ministerio del evangelio.

En Romanos 13.3 se usa para expresar la aprobación de los bienhechores por parte de los gobernantes humanos: “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza (epainos) de ella”. El apóstol Pedro usa la misma palabra con la misma idea en 1 Pedro 2.14: “ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza (epainos) de los que hacen bien”.

Por último quiero señalar que en Apocalipsis 5.12-13 que dice: “que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza (eulogia). Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza (eulogia), la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”.

En este pasaje se usa la palabra eulogia (εὐλογία), que es similar en su significado al verbo eulogeo. La traducción literal sería “hablar bien de” pero en este pasaje de Apocalipsis se ha traducido como “alabanza”.

Con estos antecedentes podemos entender mejor por qué la oración de adoración no es fácil de definir, porque la misma es claro que incluye actitudes del alma que son inexpresables con palabras. En cierto sentido, toda oración es una adoración, pero hay momentos en los que el creyente, lo que quiere no es pedir algo, o dar gracias, o interceder por los demás, sino simplemente quiere expresar su profundo respeto y amor hacia Dios.

Para que exista la alabanza es imprescindible que haya una actitud del corazón que reconozca a Dios como el objeto de la adoración, y reconozca su carácter de Soberano Señor y Dueño. Un buen ejemplo de lo que digo se observa en el Salmo 99, donde se comienza reconociendo la grandeza de Dios: “Jehová reina.... El está sentado sobre los querubines.... Jehová en Sion es grande y exaltado sobre todos los pueblos...”. Y luego reclama la alabanza: “Exaltad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante su santo monte”.

Le quiero invitar para que hoy tengas una oración de alabanza a nuestro Dios…

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Oscar