domingo, 12 de junio de 2011

¿Quién es quién?

No voy a dar una conferencia sobre sociología ni economía. Sin embargo hay algunas ideas que me están dando vueltas en la cabeza que quiero compartir con ustedes.
El sistema capitalista se define como aquel en el cual los medios de producción, es decir, aquellas cosas que sirven para producir bienes de cualquier tipo, son privados y se usan para obtener ganancias. Esto genera también el concepto de propiedad privada. En este sistema el ingreso se obtiene de dos formas: como ganancia o como salario.
En este tipo de sistema social se estimula la competencia y se invierte para obtener más al final. No creo que alguien tenga dudas acerca del sistema económico- social que rige a la sociedad norteamericana. Claro está que es capitalista.
Ahora, mire esta contradicción. Según el diario New York Times, una campaña presidencial en los Estados Unidos de Norteamérica, cuesta como promedio unos 100,000 dólares diarios, durante todos los días de la campaña. La campaña presidencial del año 2008 costó 2.4 BILLONES de dólares. ¡Eso es mucho dinero! Tenga presente que hay muchos países en el llamado tercer mundo cuyo Producto Nacional Bruto (PNB) no llega a esa cifra. El presidente Obama cuando entró en la campana lo hizo con 744 millones de dólares que había recaudado.
Bueno, ahora hay algo que no parece tener sentido. El sueldo del presidente de los Estados Unidos de América es de $400,000 al año, más $50,000 para gastos personales, $19,000 para entretenimiento y $100,000 para viajes sobre los cuales no tiene que pagar impuestos. Es decir, en total $569,000 al año. Si mis números no me engañan estamos hablando de $2, 276,000 durante los cuatro años de presidencia. Y muchos candidatos invierten mucho más que esta cantidad, de su fortuna personal, tratando de ser elegidos.
Hay algo en el modelo capitalista que no tiene sentido aquí. Se supone que usted invierte para ganar más. La fórmula de gastar más para recibir menos no se ajusta al modelo económico del capitalismo. ¿Entonces por qué la gente quiere ser presidente? La única respuesta posible es: para obtener poder. Para ser “grande”. Para ser el “mero, mero”. Para ser el que manda y tener PODER. Parece ilógico, ¿verdad?
Si observa con cuidado, posiblemente encontrará que en muchas guerras y batallas que la humanidad ha tenido que librar, el deseo de poder y control ha estado en el fondo. Unas veces de manera velada y otras de manera obvia y evidente. Al parecer a los seres humanos nos gusta ser “reconocidos”. Solo que esto que pudiera ser un hecho natural, se convierte en una enfermedad y una obsesión, produciendo daños que algunas veces son irreparables en algunas personas. Yo lo llamo “la sicología del control”. Hay personas que se obsesionan por hacer las cosas a su manera, llegando a considerar a los que opinan o piensan diferente a ellos como verdaderos enemigos.
Pero esto solo se refiere a los políticos, ¿no es así?
¡Tal vez no! He encontrado, con dolor, que esta es la primera causa de malestar y divisiones en las iglesias cristianas en la actualidad y uno de los hechos que han llevado a algunos a dudar del poder del evangelio. ¿El deseo de control y poder en la iglesia? ¡Así es! Cuando los nuevos creyentes, las personas que aún no han hecho una decisión por Cristo y los cristianos que no están fortalecidos con la Palabra se ven envueltos en este tipo de confrontaciones, por lo general los resultados son muy malos.
Alguien podrá pensar que esta es otra señal de los tiempos que estamos viviendo. Un símbolo inequívoco de la sociedad postmodernista. ¡No esté muy seguro de eso! Nuestro Señor Jesucristo seleccionó a doce hombres en los cuales se invirtió como mentor, para enseñarles y capacitarles de manera que cuando el ascendiera al cielo, ellos pudieran llevar adelante la tarea del Reino aquí en la tierra. Uno de los misterios de la divina humanidad de Cristo es que Él nunca dejó de ser Dios a pesar de ser humano. De manera que sus atributos divinos estaban presentes en su diario andar y obrar.
Cualquier ser humano, a la hora de elegir a alguien para una tarea, busca lo mejor de lo mejor, ¿de acuerdo? Así que asumo que Jesucristo, como Dios que era, podía conocer el corazón de los hombres que había seleccionado. Estos eran, lo mejor de lo mejor. Judas tenía una función importante que realizar para que se pudiera cumplir el plan de Dios. Su corazón era engañoso, pero el Señor lo sabía. ¿Entonces cómo fue posible que los discípulos del Señor cayeran en algo tan feo y destructivo como esto que he estado señalando?
Le invito a explorar conmigo un poco este asunto. Me he encontrado que en la Biblia se registra este feo problema de diferente manera en los evangelios y me sorprende que la palabra que se usa en griego es siempre la misma: “megas” que por lo general se traduce al español como “mayor”. Pero NO referido a tamaño o edad, si no referido al orden de importancia o jerarquía.
Veamos Mateo 18:1 “En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” Esto también puede traducirse como ¿Quién será…?
Es evidente que los discípulos estaban tratando de saber quién de ellos sería más importante que los otros. Usando una palabra tristemente de moda: Quién sería el líder. La palabra líder, liderazgo, jefe, encargado, responsable, dirigente, a cargo… y otras muchas acepciones parece como si fueran una invención diabólica. Le llamo de manera muy especial la atención para que vea la respuesta que registra Mateo que les da el Señor y de manera muy especial observe lo que dice Jesús que se debe hacer con el que cause este tipo de problemas.
Esta es la respuesta de nuestro Señor en Mateo 18:2-9
“Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.
Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego”.

Esto no asunto de juegos. Aquí hay advertencias con consecuencias eternas. La primera dice que para entrar en el Reino de los Cielos ellos tendrían que volverse como niños. Es decir, DEJAR toda malicia. Luego añade el Señor que para ser el más importante (EL MAYOR) en el reino de los cielos tendrían que HUMILLARSE como ese niño. No sabemos mucho sobre la condición de este niño que sirvió de ejemplo ni de quién se trata. Pero es evidente que fue un ejemplo de humildad.

Le llamo la atención a un hecho. Por lo general la gente que persigue y lucha por ser el MAYOR, el que manda o el que dirige, es todo lo contrario a la humildad. Por regla general es arrogante, orgulloso y jactancioso. Le encantan los títulos y los cargos, y se encarga de adjudicarse cargos, nombramientos y títulos. Esa es una manera de tratar de ser alguien cuando se es NADA. Mire a su alrededor y verá que esos que arman problemas por ser o tratar de ser, no SON algo. Su único valor está basado en el nombramiento que recibieron o que se adjudicaron.

Jesús en su divinidad sabía que eso sucedería y que ocurriría en Su iglesia. Esta petición de sus discípulos era la primera manifestación, pero no se quedaría allí. Por eso, el Señor pasa a dar una advertencia: “…cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”. MEJOR LE FUERA. Perdóneme si usted es de esos que están haciendo caer a los pequeñitos del Señor, con su orgullo, su arrogancia y sus ansias y deseos de poder. A usted es a quien el Señor se refiere.

Tristemente hay muchas congregaciones en las que muchas personas han sido dañadas por gentes que no han querido ceder sus posiciones y por otras que han hecho lo posible y lo imposible por obtener posiciones y convertirse en los MAYORES. Muchos amigos pastores han tenido que llorar lágrimas de sangre por algunos líderes y por otros que han querido ser líderes al precio que sea necesario. Y también conozco de congregaciones que han sufrido por líderes que se han enseñoreado. Dice el Señor:”… ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!” En esta hora y en el nombre del Señor te invito a que analices tu vida, que revises tus pasos y que veas si tal vez tú estás SIRVIENDO DE TROPIEZO. Hay tiempo para cambiar y volverse al Señor. La iglesia de cristo se fundó sobre la sangre del Cordero de Dios derramada en una cruz clavada en un escarpado monte. La Biblia describe a la iglesia como la Novia del cordero. Es santa y pura. No manches con tu arrogancia u orgullo, lo que Cristo compró con su vida.

Lucas también recoge este episodio y añade algo más dicho por el Señor: “y el que dirige, como el que sirve”... (Lucas 22:26). El que dirige debe SERVIR. Jesús dijo que el vino a servir y no a ser servido. Cuando usted asume una actitud arrogante y orgullosa. Cuando usted se adueña de la posición que no le han dado. Cuando usted sueña con ser el PRINCIPAL, lo que está involuntariamente, o voluntariamente tratando de lograr es que le sirvan a usted, aunque no crea que lo está haciendo.

Hace un par de años visité una iglesia por la que han pasado varios pastores en los últimos años. El pastor que estaba en ese momento llevaba dos años y ya la crisis había explotado. Varios miembros hablaron conmigo y me dieron las quejas de su pastor. No podrá creer lo que provocaba el descontento. Cosas tan simples como los himnos que se cantaban. A cada uno de los miembros que hablaron conmigo les dije lo mismo: ¿Quién trajo al pastor? ¿Para qué lo trajeron? ¿Entonces por qué no lo dejan dirigir? ¡Ellos habían traído a un pastor para que hiciera lo que ellos querían que él hiciera! Dicho de otra manera, no querían ceder su autoridad a quien la tenía: el pastor. ¿Y el pastor? Tristemente, algunas veces la gente se atrinchera en SU DERECHO, y comienza la batalla. Los resultados son devastadores. La iglesia pierde su perspectiva de ganar almas para Cristo y de trabajar para el crecimiento espiritual de sus miembros.

¿Y qué tienen esto que ver con usted hoy? Dios quiera que no tenga algo que ver con usted. Pero si se encuentra en un “campo de batalla” o cerca de lo que pudiera ser un campo de batalla, le quiero dar algunos consejos:
No sirva de piedra de tropiezo
Ceda sus derechos si fuera necesario
No tome responsabilidades que no le hayan dado
No se envanezca
No se llene de orgullo
No crea que es alguien
Nunca piense que es el más importante… “El más importante debe ser como el menos importante”.
Sirva por amor al Señor y no por cumplir una meta o alcanzar un cargo
No ofenda a otros “destacándose”
No crea que es lo que usted no es

No asuma que usted es el pastor, si no lo es. Cuando Dios llama a un hombre a su ministerio, es un llamado a la humildad y el servicio. Pero lo primero que tiene que hacer es prepararse, para que con su ignorancia no vaya a servir de piedra de tropiezo. Jesús dio el modelo perfecto empleando las 24 horas del día durante tres años para capacitar a sus discípulos y Él era DIOS. No crea que porque se ha leído tres o cuatro libros ya usted se puede considerar pastor. Jesús dijo que por sus frutos los conoceréis y lo primero que tiene que mostrar alguien que considera que ha sido llamado son frutos. El Ministerio no es para los vagos ni haraganes. Es un lugar para trabajar duro, sin descanso y la mayoría de las veces sin recompensas terrenales. Es para sacrificarse, no para jactarse. Es para servir, no para ser servido. Es para llorar, no para ser consolado. Si usted no ha sabido gobernar su casa, ¿cómo va a gobernar la Casa de Dios? Los pastores no se erigen ellos mismos, sus vidas hacen que otros se fijen en ellos y los erijan. Por favor, no olvide que la iglesia es un negocio muy serio. ¡Tal vez nunca haya pensado que el dueño es Dios!

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Oscar