martes, 14 de febrero de 2012

¿Cuál es el verdadero sentido del servicio Cristiano?

Hace unos días recibí un mensaje electrónico de alguien que no conozco y que específicamente me preguntaba si yo era el hijo de mi padre y si había vivido en la ciudad que yo nací. Supongo que usted, al igual que yo, recibe con reservas aquellos mensajes que logran llegar hasta usted, a pesar de los bloqueadores de spam y los filtros que usamos en Internet, y cuya procedencia ignora. Y así fue como respondí a aquel mensaje. Todos los días, literalmente, recibo decenas de correos electrónicos los que atiendo personalmente. En este caso, tres o cuatro días más tarde, recibí otro mensaje de la misma persona que se identificó como un pastor actual en la tierra que me vio nacer y que solo quería contarme una anécdota que él había vivido con mi padre y que quería que yo conociera.

Este hermano me contó que cuando estudiaba en el seminario, siguiendo la costumbre que existe en ese país, lo enviaron a trabajar, para ganar experiencia, a la iglesia en la que mi padre era diácono, a fin de que el pastor le sirviera como mentor. El pastor de aquella iglesia era un joven brillante, con mucho futuro, que había sido llamado a pastorear una de las iglesias más grandes y solidas del país, y había además alcanzado posiciones de liderazgo destacadas en la Convención Nacional. Lamentablemente, el diablo logró inflar el orgullo y la arrogancia de este joven que termino saliendo expulsado de la Convención.

Tuve que contar esa fea historia, para que haga sentido la historia del seminarista, que según me contó, cuando se presentó al pastor y le explicó el motivo de su presencia, este le dijo: "Mira lo primero que tienes que hacer es salir a visitar a esta gente que hace mucho tiempo que no viene a la iglesia". Entregándole una larga lista de nombres y direcciones. Entonces el seminarista le preguntó si tenía algún mapa de la ciudad, que tiene unos 750,000 habitantes, o algún medio de transportación, tal vez una bicicleta o algo. La respuesta que no se esperaba fue: "Inventa que ese es tu problema".

Cuenta el ex seminarista que salió de la oficina del pastor frustrado, apenado, confundido y enfadado. ¿Qué podría hacer? Cuenta que en esas condiciones se encontró con mi padre, que le preguntó qué pasaba. Al explicarle él los motivos de su confusión, mi padre le dijo: "No te preocupes muchacho, eso es 'pan comido'". Me cuenta este pastor que a partir de entonces mi padre se convirtió en su ayudador, y que se ofreció para mostrarle la ciudad, enseñarle a andar en ella y en muchas ocasiones lo acompañó a hacer las visitas, introduciéndolo a muchos miembros de la iglesia.

Han pasado muchos años, mi padre está en la presencia del Señor, y aquel joven, es ahora el pastor de una iglesia creciente en una importante ciudad de aquel país. Mi padre tenía el don de servicio y lo usaba a plena capacidad. Él siempre entendió y puso en práctica el principio de que todos en la iglesia son importantes. ¿Qué hubiera sucedido si mi padre no hubiera ayudado aquel día a ese joven? ¡Solo Dios lo sabe! Mi padre simplemente hizo lo que sabía que debía hacer.
En Romanos 12.6-8 dice el apóstol Pablo:
6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;
7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;
8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

Pablo explica aquí el concepto de la gracia dada a los cristianos de Roma por medio de los dones del Espíritu Santo y comienza la explicación de esta forma: De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada por Dios. La palabra “dones” conlleva la idea de algo especial que Dios concede u otorga al creyente. Los dones de los que habla Pablo se deben usar en el servicio a Cristo y a la iglesia en general. Al escribir a los cristianos de Corinto acerca de los dones espirituales, Pablo aclaró que era por medio del Espíritu Santo que se activaban los diversos dones espirituales en los creyentes para la edificación de la iglesia (1 Corintios 12.4-11).

Pablo declara que Dios le confió a cada uno de los creyentes, por lo menos, un don espiritual; y que no excluye a ninguno de los creyentes a los que les escribía en esa ocasión, con lo cual, se implica, que Dios no excluye a ningún creyente en general. Los dones pueden variar en una persona, de acuerdo al propósito de Dios para esa persona en ese momento. La diversidad de los dones dados se basa en la misma “gracia que nos es dada”. Así que, cada don que ha recibido un creyente, es el resultado de la gracia de Dios, y no su empeño o deseo. Es parte de la riqueza divina derramada sobre la iglesia.

Pablo menciona aquí siete dones diferentes, cada uno con su uso correcto en la iglesia. Déjeme aclarar que en la Biblia no se ofrece una definición, por así decirlo, de los dones espirituales, ni tampoco una lista exhaustiva de los mismos. Los eruditos bíblicos no están de acuerdo y diversas listas de dones espirituales. Aquí Pablo menciona el don de profecía, el cual no significa, necesariamente, predicción. Los profetas bíblicos predijeron el futuro, pero en ese momento no había venido el Espíritu Santo ni había entregado algún don a los creyentes, por lo que los eruditos debaten y argumentan que en ese entonces, ese no era un don espiritual.

El don de profecía es entendido hoy como el don de proclamación, es decir, de pregonar la verdad de Dios. Junto con los dones dados a quienes servían como apóstoles, evangelistas, pastores y maestros (Efesios 4.11-12). Esta era una ayuda para preparar el cuerpo de Cristo para ministrar y cumplir su misión en el mundo.

La profecía tiene una característica singular, trata situaciones específicas o momentos en los que el pueblo de Dios necesita el mensaje de Dios. El don de la profecía está sujeto al escrutinio de los demás (1 Corintios 14.29-32). Se debe ejercer conforme a la medida de la fe de la persona que lo ejerce. Esta expresión señala las verdades básicas de la fe cristiana. Por lo tanto, los profetas deben profetizar de acuerdo a la medida que se presenta en la Palabra de Dios.

Mañana hablaremos, Dios mediante, de los demás dones mencionados por Pablo…

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Oscar