miércoles, 8 de febrero de 2012

Juntos es mejor

Juntos es mejor.
Eclesiastés 4:10

Mi papá acostumbraba a decir: "Es mejor andar solo que mal acompañado". La lucha contra el deseo de hacer las cosas por uno mismo en ocasiones es fuerte. Es verdad que nos sentimos frustrados cuando invertimos todo nuestro tiempo en labores relacionadas con la iglesia y el ministerio y vemos personas a las cuales le encargamos una pequeña tarea que no cumple y que siempre tiene una justificación o una mentira para justificar por qué no hace algo.

El asunto es que Dios en su Omnisciencia nos repartió dones espirituales a cada uno, para que funcionáramos como un cuerpo en armonía y colaboración. ¿Ha pensado alguna vez que sus pies no actúan independientemente de su voluntad? Ni sus manos, ni sus orejas, ni sus ojos. Lo mismo es cuando se trata del Cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Yo tuve la inclinación a hacer las cosas por mí mismo, por muchos años. Pienso que el crisol que Dios uso para refinarme y quitarme esa mala costumbre fue el tiempo que fui pastor en la ciudad de Albuquerque en el ministerio Hispano de Girard Baptist Church. Dios bendijo y multiplicó aquel ministerio con mucha rapidez.

Carecíamos de líderes y no teníamos tiempo de formar todos los que necesitábamos. De manera que esto era un reto constante. En nuestra iglesia se seguía el principio de usar voluntarios para todo. El personal pagado se reducía a los dos pastores.
La celebración del segundo aniversario de la organización del ministerio Hispano nos dio la oportunidad de tener una gran participación de voluntarios para que todos usaran sus dones espirituales, tanto los miembros de la congregación hispana como los de la anglosajona trabajamos juntos para celebrar un gran evento para la comunidad.

Se levantaron carpas en los jardines y las áreas de estacionamiento, reservando solo una pequeña para visitantes. Se decoró el exterior de la iglesia con bandera de colores. Se invitó a todo el vecindario y a los estudiantes de la universidad cercana. Se preparo comida para más de cuatrocientas personas. Se entrenaron personas para servir las mesas, limpiar, recoger basura, agasajar a los huéspedes, distribuir literatura cristiana, tomar datos de los asistentes, mantener el suministro constante de alimentos, cocinar, calentar y seguir cocinando. Músicos que tocaron, cantantes que cantaron, cuidado de niños, atención a ancianos, organización del estacionamiento, cuidado de los autos estacionados con permiso en las calles alrededor del edificio de la iglesia.

Fue una enorme celebración con una multitudinaria participación de casi todos los miembros de la iglesia usando aquellos dones especiales que Dios les había dado. El Nombre de Dios fue glorificado, muchas personas pidieron recibir a Cristo como Señor y Salvador y la comunidad fue estremecida por algo nunca antes visto en aquella barriada. Dos semanas más tarde, todavía el periódico local seguía hablando de aquella celebración.

Han pasado muchos años, pero el principio sigue vigente y en mi memoria, aquella mañana de domingo sigue tan viva que me parece que fue ayer. Muchos ministerios se han establecido con miembros de aquel grupo y todos reafirmamos el principio bíblico de que el Cuerpo de Cristo, para que este saludable, tiene que usar a todos sus miembros con los dones que Dios les ha dado.

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Oscar