lunes, 27 de febrero de 2012

¿Qué debo hacer?

¿Se ha encontrado alguna vez ante la desagradable situación de saludar a un hermano en la iglesia y que esa persona le vuelva la cara con una expresión cercana al odio?
¿Qué se debe hacer ante una situación como esta?
¿Y si además durante años esa persona se encargado de propagar rumores en contra suya?
¿Qué debe hacer la próxima vez que vea a esta persona en la iglesia?

Estos conflictos no son nuevos y en las Escrituras se nos dan lineamientos del "proceder bíblico" para llamar la atención al hermano. Desafortunadamente, eso no siempre funciona. Si la persona que le volvió la cara, y generalmente por eso actúa así, es un cristiano inmaduro, lo más probable es que llamarle la atención cree más problemas que beneficios. Para actuar bíblicamente, hay que tener un corazón transformado y dispuesto a hacer la voluntad de Dios, y por lo general quien actúa de la forma descrita, no lo está.

Lamentablemente estas personas se tratan de convencer a ellas mismas de que hicieron lo que debían de hacer, por tal o cual motivo y no buscan la dirección de Dios ni tratan de buscar lo que la Biblia enseña, que es bien simple. Si consideras que alguien te ofendió, al punto de que sientes el deseo de voltearle la cara y no saludarlo, ve y habla con la persona que consideres que te ofendió. A lo mejor no fue una ofensa, sino que esa persona trató de hacerle ver que usted debe enfrentar una verdad y corregir una actitud.

La carta del apóstol Pablo a los romanos encierra un caudal de enseñanzas en asuntos relacionados con la iglesia. En especial en ella, Pablo sostiene el enfoque divinamente inspirado de la iglesia que debía aceptar a todos los recién convertidos como parte de la familia de la iglesia. Esta familia es el cuerpo de Cristo, unido en una preciosa comunión de unos con otros. En una familia, no todos están de acuerdo todo el tiempo en todas las cosas, y tampoco se espera que suceda en la iglesia. En una familia, no todos hacen las cosas como debieran, ni tampoco en la iglesia. En una familia, cuando alguien hace algo inadecuado, se le llama la atención o se pone de penitencia, para que reconozca la falta y rectifique su actitud, ¿por qué vamos asumir que en la iglesia debe diferente?

Como parte de esta estrecha relación familiar, los cristianos deben tratar de superarse unos a otros en cuanto a darse honra. Esta orden nos recuerda a Romanos 12.3, en la que Pablo ordena a cada creyente de Roma que no tenga “más alto concepto de sí que el que debe tener”, un mandato que debemos obedecer si vamos a preferir a los demás y honrarlos más que a nosotros mismos. Con TODA honestidad tengo que reconocer que esto NO ES lo que he visto en la mayoría de las iglesias. Pocas veces he encontrado cristianos alabando a otros, por el contrario, he encontrado a mucha gente criticando a los demás.

Pablo estaba alentando a los creyentes de Roma y de las iglesias que surgirían bajo la fe cristiana para que aprendieran a reconocer y encomiar a los otros creyentes de la congregación por el servicio o los logros que aportaran al Cuerpo. Es decir, en lugar de criticar al maestro de la Escuela Dominical, reconocer su esfuerzo y lo positivo que pudo enseñar. En lugar de criticar al pastor por lo que dijo, buscar en lo que dijo lo que el Espíritu Santo le está diciendo a usted. Orar por lo hermanos en lugar de comentar de los hermanos. Y no hacer como la viejita que cuando quería criticar a alguien siempre decía: "Tenemos que orar por el hermano o la hermana fulana" y cuando la gente le preguntaba el motivo de la oración, aprovechaba para ;lanzar el "comentario venenoso" que había elaborado su mente carnal.

Esta orden nos lleva a la pregunta: “¿Cómo puede un miembro de la iglesia cumplir los mandatos que presenta Pablo en la carta a los romanos?” La respuesta no es tan compleja como parece, Pablo ordena, En lo que requiere diligencia, no sean perezosos; sino fervientes en espíritu, sirviendo al Señor. Esa es la CLAVE. Cuando servimos al Señor, el celo que genera el Espíritu Santo esa actitud capaz de motivar correctamente al creyente para servir a Cristo honrándole con nuestras acciones y pensamientos. Pero cuando servimos para hacer lo que nos gusta, ser populares, para sentirnos o creernos importantes, cuando lo hacemos con vistas a alcanzar posiciones mayores en el futuro, pensando que tal vez podamos convertirnos en empleados de la iglesia y recibir un sueldo por nuestro trabajo, entonces, surgen los problemas y los conflictos pues esa es una actitud carnal y no espiritual y la iglesia es espiritual no carnal.

Las dos cartas a los corintios son un buen ejercicio de lectura si queremos profundizar más en lo que pueden traer a la iglesia los creyentes que siguen siendo carnales y lo que Pablo recomienda que se haga con ellos. En conclusión, si le voltearon la cara, perdone al hermano. ¿Cuántas veces lo debe perdonar? "Setenta veces siete". ¿Debe confiarle alguna responsabilidad importante? Esto es más complejo y probablemente yo no lo haría.

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Oscar