martes, 6 de marzo de 2012

Alcanzando a los marginados

El primer ministerio a tiempo completo en el que trabajé en los Estados Unidos, como ministro de jóvenes fue en un programa Inter-denominacional llamado Living Cross Christian Youth Center, en la ciudad de Belén en el estado de New Mexico.

Este programa se dedicaba a evangelizar a los jóvenes que estaban envueltos en las actividades de las pandillas. Todos lo que asistían a nuestro Centro eran hispanos de segunda y tercera generación. Para mí fue un duro encuentro con una realidad desconocida y poco divulgada. Pude ver con mis ojos hasta las profundidades que el pecado puede llevar a los seres humanos. Trabajé con niños que nunca conocieron a sus padres y con otros que nunca podían hablar con su padre o su madre pues estaban siempre borrachos o endrogados. Conocí familias de siete u ocho hermanos que no sabían quiénes eran sus padres y la madre no trabajaba.

Estos muchachos no eran chicos de los que asisten a la Escuela Dominical. La mayoría de ellos habían estado ya muchas veces en los Centros de Detención de Menores, y si algo tenían era odio, resentimientos, pobreza, hambre y soledad. Esta última se les pegaba como la piel a los huesos. Es difícil hablar del amor de Dios a un chico que nunca ha sentido que alguien le ama. El amor no es una palabra o un concepto, es una práctica, una decisión, y cuando esta no se recibe, es muy difícil comprender lo que significa.

Estos chicos vivían en la calle ya que algunos no tenían casa, y los que la tenían, no podían ir a ella. De manera que vivían en grupos en casas abandonadas o vacías. Todos usaban navajas y bates de beisbol como armas. Yo nunca vi armas de fuego, pero probablemente existían. ¿Cómo alcanzar a estos chicos con el evangelio? Ese era nuestro reto. El Programa tenía una sala de juegos electrónicos que abría a las cuatro de la tarde y de 4 a 6 se les servíamos refrescos y golosinas, que para la mayoría era todo cuanto comían en el día.

A las tres de la tarde teníamos un ómnibus en el que salíamos a recoger a los muchachos por toda la ciudad. De seis a siete dábamos un estudio bíblico todos los días. A la una de la tarde visitábamos diariamente el Centro Juvenil de Detención y teníamos un culto de adoración. El programa era pagado por un hombre rico de la ciudad, de manera que no éramos muchos los empleados que además de las tareas eclesiásticas, limpiábamos el Centro, manejábamos el ómnibus y nos ocupábamos de su mantenimiento etcétera.

Uno de los mayores problemas que enfrentábamos era que teníamos que evitar, por todos los medios posibles, el encuentro de pandillas rivales y a la vez, teníamos que ministrarlos a todos. No podíamos usar los métodos tradicionales de alcance que se estudian en los seminarios y que aparecen en los libros. Había que ser creativo e innovar constantemente. No poseíamos un local propio y nadie nos quería rentar algún local. Nuestros chicos no eran personas deseadas.

Uno de los más notorios jefes de pandilla de la ciudad se entregó a Cristo y se convirtió en nuestro auxiliar más valioso. Él nos daba muchas ideas en lo que podíamos hacer para atraer a los chicos y su sola presencia era un fuerte testimonio de lo que el evangelio hace en las vidas, y él testificaba constantemente. Quiso bautizarse, pero nosotros no éramos una iglesia constituida y nos costó bastante trabajo encontrar una congregación que lo quisiera recibir y aceptar como parte de esa iglesia. Dios nos llama muchas veces a salir de nuestras costumbres para andar por laberintos desconocidos para ir al encuentro de personas en las que Él ha estado trabajando en sus corazones.

¿A qué viene esta historia? Bueno, conociendo esta experiencia de mi ministerio podrá entender por qué siento esta pasión por la obra hispana, por los jóvenes y por los desposeídos. Así podrá entender mi reacción al leer ayer la noticia de que la Ciudad de Chattanooga en TN estaba cerrando un programa llamado “Church Club”. Estoy de acuerdo en que el nombre no es teológico y que no “sabe” a iglesia. Pero ese es el propósito. Este es un programa para trabajar evangelizando a los jóvenes pandilleros.

Ocurrió un incidente el día de Noche Buena en el que se produjo un tiroteo, en un concierto organizado por este programa para atraer a los pandilleros y presentarles el evangelio. El programa ha sido ampliamente criticado por su manera NO CONVENCIONAL de trabajar. El pastor Tim Reid estableció el llamado Club Fantom que presenta regularmente conciertos para jóvenes, yo no conozco al pastor Reid ni soy su defensor, pero tampoco lo acuso.

Los vecinos en esa zona están MOLESTOS. [Yo también he vivido esa experiencia] Las cosas se fueron de control. [A mí también me ocurrió eso varias veces] Se encontraron pandillas rivales y se fajaron. [Conozco la historia de primera mano] Y la policía está furiosa. Bueno, esto es nuevo para mí. En la ciudad de Belén, la policía colaboraba con nosotros, nos ayudaba, y estableció programas de instrucción y ayuda para los muchachos incluso ofreciendo comidas una vez o dos por semana. Así que en esto la ciudad de Chattanooga se ha mostrado poco interesada en resolver el problema, ya que con prohibiciones y regulaciones no se arreglan estos asuntos.

El día del concierto había unas 400 personas. Como resultado del incidente, que claro está que nadie quiso que ocurriera, algunas personas resultaron lesionadas. Un juez ha estado muy activo “aplicando la ley”. El Alcalde Ron Littlefield ha dicho que esto es un NEGOCIO con careta de iglesia.

Sonny Arguinzoni Jr., senior pastor de Victory Outreach in Chino, California, está de acuerdo en que el ministerio a los pandilleros tiene que caminar sobre una línea muy fina entre lo que se puede considerar legal o ilegal.

Es importante que un ministerio de este tipo NO CONFUNDA el propósito ni use mal los medios de alcance. Jesús no se hizo prostituto para predicarles a las prostitutas. Nosotros tampoco podemos usar drogas para alcanzar a los drogadictos. No podemos llevar las cosas al punto de que no haya distinción entre la luz y las tinieblas. El evangelio que debemos presentar a los pandilleros es el mismo y Jesús fue muy claro cuando dijo: “Deja todo lo que tienes y sígueme”. No se puede ser un seguidor de Cristo y usar drogas o asesinar a la gente. Esto es un hecho. Tampoco se puede atraer a esa gente para que dejen ese modo de vida tocando un órgano, pero tampoco repartiendo marihuana.

¿A dónde voy con todo esto? Simple, el estado de Tennessee TIENE que aplicar el Tennessee's religious freedom laws que EXIGE que el Estado muestre un interés legitimo en resolver un problema antes de intervenir en los NEGOCIOS de una iglesia. Lo que está haciendo el alcalde de Chattanooga es aplicando la “Ley del Embudo”. ¿Qué espera este buen señor, que lo más probable es que sea “cristiano” así entre comillas? ¿Que un centro para evangelizar a jóvenes pandilleros opere como una parroquia o una iglesia ultra conservadora? Como se puede decir en buen spanglish (Espanglich) Señor alcalde: GIVE ME A BREAK!

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Oscar