viernes, 18 de mayo de 2012

El verdadero propósito de la iglesia

Por el Dr. Eric Geiger, Vicepresidente de LifeWay Church Resources Division, una division de LifeWay Christian Resources publicado originalmente en http://Ericgeiger.com. Usado con permiso

La razón principal por la que Jesús dejó a sus discípulos en la tierra, fue para que hicieran otros discípulos. La razón fundamental por la que la iglesia existe hoy día, es para hacer discípulos de Jesús. A la Iglesia de Colosas, el apóstol Pablo le escribió una definición aclaratoria acerca del ministerio de la iglesia.

”…de la cual (la iglesia) fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”. (Colosenses 1:25-29)

El apóstol Pablo trabajó con toda la energía que puede dar Cristo, para lograr la formación de creyentes maduros transformados por Cristo en su ministerio. Porque Pablo estaba convencido que la transformación sólo se produce por medio de Cristo. Él trabajó arduamente y sin descanso para hacer discípulos de Jesús y no discípulos de Pablo.

Si una iglesia es deficiente en el discipulado, entonces es deficiente en la razón fundamental que justifica la existencia de esa iglesia. Si una organización es mala en el cumplimiento de la razón principal de su existencia, de nada sirve si esa organización se destaca haciendo otras cosas. Si por ejemplo, la compañía Apple es deficiente diseñando los equipos que produce, de nada sirve que se destaque en decorar y adornar las tiendas para vender esos equipos. Si el café que se vende en Starbucks es deficiente, de nada sirve que los líderes de Starbucks sean los mejores dominando el arte de desarrollar empleados fieles. Ser deficiente en la razón principal de su existencia, es siempre inaceptable.

Como líderes de la iglesia hemos aprendido a hacer muchas cosas. Construimos edificios. Diseñamos programas. Animamos a la gente para que hagan contribuciones. Seleccionamos el personal para trabajar en nuestras iglesias. Realizamos eventos. Reclutamos gente para desarrollar nuevas iniciativas. Y a medida que nuestras iglesias crecen, nos volvemos cada vez más hábiles haciendo una miríada de otras cosas, desde establecer una buena reputación hasta administrar bien las instalaciones. Pero, ¿estamos haciendo discípulos? ¿Hemos llegamos a ser expertos en muchas cosas, mientras que, simultáneamente, hemos llegado a ser deficientes en lo que es más importante?

Cuando el apóstol Pablo se vio obligado a defender su ministerio, él no se enfocó en su experiencia como líder, el tamaño de su equipo ministerial, la creatividad o capacidad de innovación de su ministerio, su facilidad en el uso de la palabra o en el número de viajes misioneros que organizó y realizó. Simplemente se concentró en la transformación de las vidas de la gente. Vemos que él dice:

“¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros? Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”.(2 Corintios 3:1-3)

Pablo esencialmente dice: “Yo no necesito presentar una que describa mi efectividad en el ministerio como un hacedor de discípulos. Miren a las vidas transformadas, porque esas vidas son mi “hoja de vida” (curriculum vitae). Pero por favor no piensen que yo escribí esa “hoja de vida” (resumé). Yo no he sido, fue Cristo quien lo hizo. “Y cuando Él lo escribió, lo hizo en los corazones de la gente“. La transformación es el objetivo y el resultado final del discipulado verdadero. Ese es en definitiva, el propósito de la iglesia.

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Oscar