El
diablo parece que se complace en usar una y otra vez el archivo de nuestros
fracasos, y en especial aquellos hechos que nos hirieron profundamente y que
nos tomó mucho tiempo superar, para traerlos una y otra vez frente a los ojos
de nuestro corazón para repetir sin cansancio: «Tú no eres capaz de hacer eso,
vas a fracasar una vez más».
Por muchos años mi vida profesional estuvo
casi anulada porque yo no era «militante del Partido». Recibí innumerables
invitaciones de instituciones académicas en el extranjero para participar en
eventos internacionales, que nunca fueron aprobadas para que yo pudiera
asistir. Se limitaban y controlaban mis publicaciones y la lista de cosas que
tuve que enfrentar y soportar es interminable. Pesaba sobre mí el estigma de
tener «creencias religiosas», y ellos consideraban eso un grave problema
ideológico. Esto en realidad me afectó más de lo que yo pudiera imaginar, pues
creó en mí un sentimiento muy fuerte en contra de cualquier tipo de discriminación.
Al
venir a los Estados Unidos dejé atrás aquel mundo. Tan decepcionado me sentía
que decidí apartarme de mi carrera profesional e iniciar una nueva vida desde
cero. Tomó tiempo, trabajo y mucho esfuerzo. Entonces Dios me llamó al ministerio,
y luego ministrar en varias prisiones y trabajar con jóvenes pandilleros, mi
iglesia me pidió iniciar un ministerio Hispano que luego se convirtió en
iglesia. Pasados unos años LifeWay me invitó a unirme a ese Ministerio y
aportar mis conocimientos y experiencia. Era un cierto regreso a mi formación
profesional, pero desde una perspectiva mucho más amplia, combinando
prácticamente todo lo que yo había estudiado y hecho en mi vida. Entonces tuve
que comenzar a lidiar con algo inimaginable para mí. Algunos hermanos hispanos
de iglesias y organizaciones que yo visitaba por mi trabajo comenzaron a
hacerme la vida difícil por mi origen nacional. «¿Prejuicio nacional?» «¿Discriminación?»
Y lo interesante es que nunca fue por parte de estadounidenses. Cada vez que
alguien me preguntaba: ¿de dónde tú eres? La sangre me hervía, pues había un
sentimiento anticubano en la pregunta. ¿Y quién le dijo a alguien que uno
escoge el país donde va a nacer? ¿Y de dónde han sacado que un cristiano puede
discriminar a otro porque nació aquí o allá? ¿No se parecía esto mucho a lo que
me habían hecho los comunistas? Pero, Dios me estaba preparando para cosas
mayores, a pesar de que aquello, en verdad me dolía en lo profundo…
Piensa por un momento como se sentiría Moisés.
El cambio que él sufrió fue muy brusco. De estar en la corte del faraón de
Egipto, disfrutando de los privilegios de pertenecer legalmente a la familia
real, como hijo de la hija de faraón, a ser pastor de ovejas en un país desconocido,
rodeado de gente desconocida.
Nuestra
idea de los «pastores de ovejas» generalmente es muy romántica, por la
influencia que tiene que el rey David fuera un pastor de ovejas y que Jesús se
llamara a Si mismo el Buen Pastor. Pero la labor del pastor de ovejas era un
trabajo duro, poco apreciado, mal remunerado, lleno de sacrificios y de
peligros. Este oficio no tenía algo que ver con la instrucción que Moisés había
recibido en la corte del faraón de Egipto.
Pero,
a pesar de las circunstancias que enfrentemos en un momento, no debemos nunca
perder de vista que Dios está atento y que solo permitirá que seamos tentados
hasta donde podemos resistir.
Tenemos que buscar la sanidad divina para
nuestras heridas emocionales y psicológicas, ese es el tratamiento adecuado y tenemos
que prestar atención a la voz de Dios por medio de Su Palabra ya que ese es el
medicamento necesario.
PENSAMIENTO
INICIAL:
Cuando enfrentemos algunas experiencias negativas psicológicamente, no debe sorprendernos si Dios nos prueba en nuestras áreas más vulnerables.
Cuando enfrentemos algunas experiencias negativas psicológicamente, no debe sorprendernos si Dios nos prueba en nuestras áreas más vulnerables.
Éxodo 5:1-
6:9. LAS PRUEBAS DOLOROSAS, AL FINAL NOS AYUDAN
Después Moisés y
Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel
dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.2Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para
que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco
dejaré ir a Israel.3Y ellos
dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino
de tres días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios,
para que no venga sobre nosotros con peste o con espada.
4Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su trabajo? Volved a vuestras tareas.5Dijo también Faraón: He aquí el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus tareas.6Y mandó Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del pueblo que lo tenían a su cargo, y a sus capataces, diciendo: 7De aquí en adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan ellos y recojan por sí mismos la paja.8Y les impondréis la misma tarea de ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están ociosos, por eso levantan la voz diciendo: Vamos y ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios.9Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan a palabras mentirosas.10Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus capataces, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho Faraón: Yo no os doy paja.11Id vosotros y recoged la paja donde la halléis; pero nada se disminuirá de vuestra tarea.12Entonces el pueblo se esparció por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojo en lugar de paja.13Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea de cada día en su día, como cuando se os daba paja.14Y azotaban a los capataces de los hijos de Israel que los cuadrilleros de Faraón habían puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de ladrillo ni ayer ni hoy, como antes?15Y los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos?16No se da paja a tus siervos, y con todo nos dicen: Haced el ladrillo. Y he aquí tus siervos son azotados, y el pueblo tuyo es el culpable.17Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís: Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová.18Id pues, ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma tarea de ladrillo.19Entonces los capataces de los hijos de Israel se vieron en aflicción, al decírseles: No se disminuirá nada de vuestro ladrillo, de la tarea de cada día.20Y encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban a la vista de ellos cuando salían de la presencia de Faraón,21 les dijeron: Mire Jehová sobre 0vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten.22Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?23Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.
Éxodo 6:1-9 (RVR)
1Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra.2Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVá.3Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre Jehová no me di a conocer a ellos. 4También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron.
4Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su trabajo? Volved a vuestras tareas.5Dijo también Faraón: He aquí el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus tareas.6Y mandó Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del pueblo que lo tenían a su cargo, y a sus capataces, diciendo: 7De aquí en adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan ellos y recojan por sí mismos la paja.8Y les impondréis la misma tarea de ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están ociosos, por eso levantan la voz diciendo: Vamos y ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios.9Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan a palabras mentirosas.10Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus capataces, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho Faraón: Yo no os doy paja.11Id vosotros y recoged la paja donde la halléis; pero nada se disminuirá de vuestra tarea.12Entonces el pueblo se esparció por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojo en lugar de paja.13Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea de cada día en su día, como cuando se os daba paja.14Y azotaban a los capataces de los hijos de Israel que los cuadrilleros de Faraón habían puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de ladrillo ni ayer ni hoy, como antes?15Y los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos?16No se da paja a tus siervos, y con todo nos dicen: Haced el ladrillo. Y he aquí tus siervos son azotados, y el pueblo tuyo es el culpable.17Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís: Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová.18Id pues, ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma tarea de ladrillo.19Entonces los capataces de los hijos de Israel se vieron en aflicción, al decírseles: No se disminuirá nada de vuestro ladrillo, de la tarea de cada día.20Y encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban a la vista de ellos cuando salían de la presencia de Faraón,21 les dijeron: Mire Jehová sobre 0vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten.22Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?23Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.
Éxodo 6:1-9 (RVR)
1Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra.2Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVá.3Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre Jehová no me di a conocer a ellos. 4También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron.
5Asimismo
yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los
egipcios, y me he acordado de mi pacto.6Por
tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy Jehová;
y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su
servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes;7y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro
Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo
de las tareas pesadas de Egipto.8Y
os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham,
a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVá.9De esta
manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a
causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre.
ANALIZANDO EL
PASAJE BÍBLICO:
Moisés experimentó una prueba dolorosa que lo
hirió en el mismo centro de sus sentimientos más profundos: el efecto doloroso
de ser rechazado. Cuando faraón se negó a dejar ir al pueblo de Dios, el rey
decidió incrementar la carga que pesaba sobre los hijos de Israel. Entonces,
como era casi natural, los hijos de Israel se volvieron en contra de Moisés. Ese
hecho revivió viejos recuerdos en el corazón de Moisés. Estoy casi seguro de
que cuando esta situación se produjo, lo primero que vino a la mente de Moisés
fue escapar, correr, huir, esconderse, como ya había hecho una vez. Moisés tuvo
que haber pensado en regresar a Madián, al territorio que ahora le era conocido
y manejable, y apartarse de esta nueva e imprevista situación.
Bueno, en realidad no tan imprevista, en
definitiva, él se lo advirtió a Dios, él sabía que las cosas no serían tan
fáciles y tal vez por eso no se sintió muy emocionado por la encomienda que
Dios le estaba dando.
En Madián todo hubiera sido diferente. Allí
habría disfrutado de una existencia tranquila y apacible, pastoreando las
ovejas, libre de las presiones y la tensión de la responsabilidad de liderar.
Pero en realidad Moisés corrió, pero en esta ocasión lo hizo en la dirección
correcta, corriendo hacia la fuente de su fortaleza. Lee de nuevo Éxodo
5:22-23.
La respuesta de Dios fue tranquilizadora:
Finalmente, faraón dejará ir a los hijos de Israel, pero será como resultado de
la «mano poderosa de Dios». Cuarenta
años antes, Moisés había confiado en la fortaleza de sus propias manos cuando
hirió al capataz egipcio, pero él había aprendido, por la vía difícil, que solo
Dios podía cambiar el corazón de faraón.
En este pasaje se usa dos
veces, en el mismo versículo, la expresión: «con
mano fuerte» (bĕyād hĕzāqāh).
Dios no respondió a la queja de Moisés explicándole por qué había elegido
permitir que las cosas fueran tan difíciles para Moisés y los
israelitas. Más bien, Él respondió haciendo referencia a Su promesa
original (Éxodo 3:19) de que usaría
algo que era más grande que el poder humano, para hacer que el faraón dejara ir
a los israelitas. El lenguaje usado es una expresión que tiene la
connotación de decir: «por la fuerza».
Aquí Dios le prometió a Moisés que obligaría
a faraón a dejar ir a los israelitas, no solo para un festival de tres días,
sino que él los "expulsaría de su país". Lo que Dios estaba planteando
para tranquilizar a Moisés, era nada menos que el éxodo completo. Para poseer a
Canaán ellos tenían que abandonar a Egipto y por lo tanto el pacto patriarcal
era también, implícitamente, una promesa de un éxodo.
El consuelo de Dios para Moisés continúa con
el uso del lenguaje del pacto, recordándole que Él es YHWH (Jehová [Yahweh]),
el Dios de los patriarcas, el Dios que ellos adoraron con ese nombre y el que se
incluía en las promesas patriarcales a sus descendientes.
Esta es la primera vez en Éxodo que
Dios dice: «Yo soy YHWH». Él había dicho estas palabras (' ănî yahweh )
solo dos veces antes, en Génesis 15:7 a
Abraham, y en Génesis 28:13 a
Jacob, en ambos casos en relación con la tierra prometida para sus
descendientes.
Aquí de nuevo está la promesa de la tierra.
El discurso profético a los israelitas también comenzaba con Yo soy YHWH
(Jehová [Yahweh]). El lenguaje de la libertad del «yugo» es el
lenguaje idiomático de la libertad de la servidumbre (Levítico 26:13, Deuteronomio 28:48, 1 Reyes 12: 4).
La referencia a «un brazo extendido» y «con
juicios grandes» en ese mismo versículo, señala las próximas plagas que
obligarían al faraón a hacer lo que, de otro modo, nunca hubiera hecho y
serviría como un «juicio» contra Egipto.
Egipto injustamente había oprimido a los
israelitas: ellos nunca fueron una amenaza, nunca se habían aliado con los
enemigos asiáticos para tratar de apoderarse de Egipto y, por lo tanto, fueron injustamente
puestos en servidumbre. En consecuencia, Dios no solo rescataría a Su
pueblo de los egipcios, sino que también castigaría a los egipcios.
Sin embargo, la prueba no había terminado. Cuando
Moisés intentó asegurarles a los hijos de Israel que Dios los liberaría, «ellos no
escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre».
Una vez más Dios
estaba permitiendo que Moisés sintiera el dolor emocional en su área más
vulnerable, con el propósito de prepararlo para enfrentar una mayor y más
obstinada resistencia, por parte de faraón y de los hijos de Israel.
Recordemos cómo
Jesús lidió con Pedro, a fin de prepararlo para el liderazgo. Después de haber
negado tres veces al Señor y llorar amargamente por su fracaso, el Señor con
susceptibilidad, pero de manera directa lo enfrentó con esa debilidad. Tres
veces le preguntó a Pedro si lo amaba (y usó la palabra ágape) más que los
otros apóstoles (Juan 21:15-17). Después de todo, Pedro osadamente le había
dicho a todos aquellos hombres que él nunca abandonaría al Señor, incluso si
ellos lo abandonaban (Mateo 26:33-35). Jesús se concentró en el orgullo y la
humillación de Pedro.
En ocasiones Dios
puede probarnos, específicamente en las áreas en las que experimentamos fallos
psicológicos y espirituales, así como dolor emocional. Tanto Moisés como Pedro
pasaron la prueba y se convirtieron en lideres dinámicos.
PARA REFLEXIONAR:
¿Cómo podemos reconocer las pruebas diseñadas
por Dios para ayudarnos a crecer y madurar en nuestra experiencia cristiana, de
las crisis inevitables y los desastres naturales que pueden dejarnos más
débiles y hasta más indefensos?
APOLOGÉTICA:
Los hallazgos
arqueológicos han revelado que los ladrillos que se usaban corrientemente en
Egipto en la época del Antiguo Testamento eran hechos con paja. Esta prueba
arqueológica le da una mayor credibilidad a este relato bíblico.
REFLEXIÓN INDIVIDUAL:
¿Qué pruebas has tenido que enfrentar que te
han fortalecido?
¿Cómo pudieras saber cuándo enfrentas una crisis natural?
¿Cómo pudieras saber cuándo enfrentas una prueba para fortalecerte?
¿Cómo te preparas en ambos casos?
¿Qué te puede ayudar a enfrentar y sobrepasar esa prueba?
¿Alguna vez has pensado que tal vez Dios haya sido injusto contigo?
¿Cómo era tu relación con Dios antes de enfrentar esa prueba?
Mirando atrás en tu vida, ¿recuerdas alguna experiencia dolorosa que dejó huellas en tu alma?
¿Cómo esa experiencia dolorosa te ha ayudado en tu vida posterior?
¿Ves a la mano de Dios obrando en esa experiencia?
¿Cómo te ayuda hoy en tu madurez y crecimiento espiritual?
¿Cómo pudieras saber cuándo enfrentas una crisis natural?
¿Cómo pudieras saber cuándo enfrentas una prueba para fortalecerte?
¿Cómo te preparas en ambos casos?
¿Qué te puede ayudar a enfrentar y sobrepasar esa prueba?
¿Alguna vez has pensado que tal vez Dios haya sido injusto contigo?
¿Cómo era tu relación con Dios antes de enfrentar esa prueba?
Mirando atrás en tu vida, ¿recuerdas alguna experiencia dolorosa que dejó huellas en tu alma?
¿Cómo esa experiencia dolorosa te ha ayudado en tu vida posterior?
¿Ves a la mano de Dios obrando en esa experiencia?
¿Cómo te ayuda hoy en tu madurez y crecimiento espiritual?
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Oscar