miércoles, 18 de abril de 2018

ESTUDIO DE ÉXODO (9)

Alguien dijo una vez que el dolor puede cerrar los oídos. Cuando experimentamos los dolores producidos por hechos o situaciones que nos han ocurrido, algunas veces debido a las malas decisiones que hemos tomado, pero muchas veces sin haber dado motivos, es casi normal que nuestra naturaleza humana se resista a escuchar los consejos, las enseñanzas e incluso las promesas que nos ofrecen un mejor futuro en un breve periodo de tiempo. Conocí a una persona que decía: «Es que estoy atravesando un túnel muy oscuro, y cuando logro ver una luz al final del túnel, es otro tren que viene a pasarme por encima».

 El diablo parece que se complace en usar una y otra vez el archivo de nuestros fracasos, y en especial aquellos hechos que nos hirieron profundamente y que nos tomó mucho tiempo superar, para traerlos una y otra vez frente a los ojos de nuestro corazón para repetir sin cansancio: «Tú no eres capaz de hacer eso, vas a fracasar una vez más».

Por muchos años mi vida profesional estuvo casi anulada porque yo no era «militante del Partido». Recibí innumerables invitaciones de instituciones académicas en el extranjero para participar en eventos internacionales, que nunca fueron aprobadas para que yo pudiera asistir. Se limitaban y controlaban mis publicaciones y la lista de cosas que tuve que enfrentar y soportar es interminable. Pesaba sobre mí el estigma de tener «creencias religiosas», y ellos consideraban eso un grave problema ideológico. Esto en realidad me afectó más de lo que yo pudiera imaginar, pues creó en mí un sentimiento muy fuerte en contra de cualquier tipo de discriminación.

 Al venir a los Estados Unidos dejé atrás aquel mundo. Tan decepcionado me sentía que decidí apartarme de mi carrera profesional e iniciar una nueva vida desde cero. Tomó tiempo, trabajo y mucho esfuerzo. Entonces Dios me llamó al ministerio, y luego ministrar en varias prisiones y trabajar con jóvenes pandilleros, mi iglesia me pidió iniciar un ministerio Hispano que luego se convirtió en iglesia. Pasados unos años LifeWay me invitó a unirme a ese Ministerio y aportar mis conocimientos y experiencia. Era un cierto regreso a mi formación profesional, pero desde una perspectiva mucho más amplia, combinando prácticamente todo lo que yo había estudiado y hecho en mi vida. Entonces tuve que comenzar a lidiar con algo inimaginable para mí. Algunos hermanos hispanos de iglesias y organizaciones que yo visitaba por mi trabajo comenzaron a hacerme la vida difícil por mi origen nacional. «¿Prejuicio nacional?» «¿Discriminación?» Y lo interesante es que nunca fue por parte de estadounidenses. Cada vez que alguien me preguntaba: ¿de dónde tú eres? La sangre me hervía, pues había un sentimiento anticubano en la pregunta. ¿Y quién le dijo a alguien que uno escoge el país donde va a nacer? ¿Y de dónde han sacado que un cristiano puede discriminar a otro porque nació aquí o allá? ¿No se parecía esto mucho a lo que me habían hecho los comunistas? Pero, Dios me estaba preparando para cosas mayores, a pesar de que aquello, en verdad me dolía en lo profundo…

Piensa por un momento como se sentiría Moisés. El cambio que él sufrió fue muy brusco. De estar en la corte del faraón de Egipto, disfrutando de los privilegios de pertenecer legalmente a la familia real, como hijo de la hija de faraón, a ser pastor de ovejas en un país desconocido, rodeado de gente desconocida.

 Nuestra idea de los «pastores de ovejas» generalmente es muy romántica, por la influencia que tiene que el rey David fuera un pastor de ovejas y que Jesús se llamara a Si mismo el Buen Pastor. Pero la labor del pastor de ovejas era un trabajo duro, poco apreciado, mal remunerado, lleno de sacrificios y de peligros. Este oficio no tenía algo que ver con la instrucción que Moisés había recibido en la corte del faraón de Egipto.

  Pero, a pesar de las circunstancias que enfrentemos en un momento, no debemos nunca perder de vista que Dios está atento y que solo permitirá que seamos tentados hasta donde podemos resistir.
Tenemos que buscar la sanidad divina para nuestras heridas emocionales y psicológicas, ese es el tratamiento adecuado y tenemos que prestar atención a la voz de Dios por medio de Su Palabra ya que ese es el medicamento necesario.
   
PENSAMIENTO INICIAL:
  
Cuando enfrentemos algunas experiencias negativas psicológicamente, no debe sorprendernos si Dios nos prueba en nuestras áreas más vulnerables.

Éxodo 5:1- 6:9. LAS PRUEBAS DOLOROSAS, AL FINAL NOS AYUDAN
 Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.2Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.3Y ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino de tres días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros con peste o con espada.
4Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su trabajo? Volved a vuestras tareas.5Dijo también Faraón: He aquí el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus tareas.6Y mandó Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del pueblo que lo tenían a su cargo, y a sus capataces, diciendo: 7De aquí en adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan ellos y recojan por sí mismos la paja.8Y les impondréis la misma tarea de ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están ociosos, por eso levantan la voz diciendo: Vamos y ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios.9Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan a palabras mentirosas.10Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus capataces, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho Faraón: Yo no os doy paja.11Id vosotros y recoged la paja donde la halléis; pero nada se disminuirá de vuestra tarea.12Entonces el pueblo se esparció por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojo en lugar de paja.13Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea de cada día en su día, como cuando se os daba paja.14Y azotaban a los capataces de los hijos de Israel que los cuadrilleros de Faraón habían puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de ladrillo ni ayer ni hoy, como antes?15Y los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos?16No se da paja a tus siervos, y con todo nos dicen: Haced el ladrillo. Y he aquí tus siervos son azotados, y el pueblo tuyo es el culpable.17Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís: Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová.18Id pues, ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma tarea de ladrillo.19Entonces los capataces de los hijos de Israel se vieron en aflicción, al decírseles: No se disminuirá nada de vuestro ladrillo, de la tarea de cada día.20Y encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban a la vista de ellos cuando salían de la presencia de Faraón,21  les dijeron: Mire Jehová sobre 0vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten.22Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?23Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.
Éxodo 6:1-9 (RVR)
1Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra.2Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVá.3Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre Jehová no me di a conocer a ellos. 4También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron.
5Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto.6Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy Jehová; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes;7y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto.8Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVá.9De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre.

 ANALIZANDO EL PASAJE BÍBLICO:

Moisés experimentó una prueba dolorosa que lo hirió en el mismo centro de sus sentimientos más profundos: el efecto doloroso de ser rechazado. Cuando faraón se negó a dejar ir al pueblo de Dios, el rey decidió incrementar la carga que pesaba sobre los hijos de Israel. Entonces, como era casi natural, los hijos de Israel se volvieron en contra de Moisés. Ese hecho revivió viejos recuerdos en el corazón de Moisés. Estoy casi seguro de que cuando esta situación se produjo, lo primero que vino a la mente de Moisés fue escapar, correr, huir, esconderse, como ya había hecho una vez. Moisés tuvo que haber pensado en regresar a Madián, al territorio que ahora le era conocido y manejable, y apartarse de esta nueva e imprevista situación.

Bueno, en realidad no tan imprevista, en definitiva, él se lo advirtió a Dios, él sabía que las cosas no serían tan fáciles y tal vez por eso no se sintió muy emocionado por la encomienda que Dios le estaba dando.

En Madián todo hubiera sido diferente. Allí habría disfrutado de una existencia tranquila y apacible, pastoreando las ovejas, libre de las presiones y la tensión de la responsabilidad de liderar. Pero en realidad Moisés corrió, pero en esta ocasión lo hizo en la dirección correcta, corriendo hacia la fuente de su fortaleza. Lee de nuevo Éxodo 5:22-23.

La respuesta de Dios fue tranquilizadora: Finalmente, faraón dejará ir a los hijos de Israel, pero será como resultado de la «mano poderosa de Dios». Cuarenta años antes, Moisés había confiado en la fortaleza de sus propias manos cuando hirió al capataz egipcio, pero él había aprendido, por la vía difícil, que solo Dios podía cambiar el corazón de faraón.
En este pasaje se usa dos veces, en el mismo versículo, la expresión: «con mano fuerte» (bĕyād hĕzāqāh). Dios no respondió a la queja de Moisés explicándole por qué había elegido permitir que las cosas fueran tan difíciles para Moisés y los israelitas. Más bien, Él respondió haciendo referencia a Su promesa original (Éxodo 3:19) de que usaría algo que era más grande que el poder humano, para hacer que el faraón dejara ir a los israelitas. El lenguaje usado es una expresión que tiene la connotación de decir: «por la fuerza». 
Aquí Dios le prometió a Moisés que obligaría a faraón a dejar ir a los israelitas, no solo para un festival de tres días, sino que él los "expulsaría de su país". Lo que Dios estaba planteando para tranquilizar a Moisés, era nada menos que el éxodo completo. Para poseer a Canaán ellos tenían que abandonar a Egipto y por lo tanto el pacto patriarcal era también, implícitamente, una promesa de un éxodo. 
El consuelo de Dios para Moisés continúa con el uso del lenguaje del pacto, recordándole que Él es YHWH (Jehová [Yahweh]), el Dios de los patriarcas, el Dios que ellos adoraron con ese nombre y el que se incluía en las promesas patriarcales a sus descendientes.
Esta es la primera vez en Éxodo que Dios dice: «Yo soy YHWH». Él había dicho estas palabras (' ănî yahweh ) solo dos veces antes, en Génesis 15:7 a Abraham, y en Génesis 28:13 a Jacob, en ambos casos en relación con la tierra prometida para sus descendientes. 
Aquí de nuevo está la promesa de la tierra. El discurso profético a los israelitas también comenzaba con Yo soy YHWH (Jehová [Yahweh]). El lenguaje de la libertad del «yugo» es el lenguaje idiomático de la libertad de la servidumbre (Levítico 26:13Deuteronomio 28:481 Reyes 12: 4). 
La referencia a «un brazo extendido» y «con juicios grandes» en ese mismo versículo, señala las próximas plagas que obligarían al faraón a hacer lo que, de otro modo, nunca hubiera hecho y serviría como un «juicio» contra Egipto. 
Egipto injustamente había oprimido a los israelitas: ellos nunca fueron una amenaza, nunca se habían aliado con los enemigos asiáticos para tratar de apoderarse de Egipto y, por lo tanto, fueron injustamente puestos en servidumbre. En consecuencia, Dios no solo rescataría a Su pueblo de los egipcios, sino que también castigaría a los egipcios.
Sin embargo, la prueba no había terminado. Cuando Moisés intentó asegurarles a los hijos de Israel que Dios los liberaría, «ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre». Una vez más Dios estaba permitiendo que Moisés sintiera el dolor emocional en su área más vulnerable, con el propósito de prepararlo para enfrentar una mayor y más obstinada resistencia, por parte de faraón y de los hijos de Israel.

Recordemos cómo Jesús lidió con Pedro, a fin de prepararlo para el liderazgo. Después de haber negado tres veces al Señor y llorar amargamente por su fracaso, el Señor con susceptibilidad, pero de manera directa lo enfrentó con esa debilidad. Tres veces le preguntó a Pedro si lo amaba (y usó la palabra ágape) más que los otros apóstoles (Juan 21:15-17). Después de todo, Pedro osadamente le había dicho a todos aquellos hombres que él nunca abandonaría al Señor, incluso si ellos lo abandonaban (Mateo 26:33-35). Jesús se concentró en el orgullo y la humillación de Pedro.

En ocasiones Dios puede probarnos, específicamente en las áreas en las que experimentamos fallos psicológicos y espirituales, así como dolor emocional. Tanto Moisés como Pedro pasaron la prueba y se convirtieron en lideres dinámicos.

PARA REFLEXIONAR:

¿Cómo podemos reconocer las pruebas diseñadas por Dios para ayudarnos a crecer y madurar en nuestra experiencia cristiana, de las crisis inevitables y los desastres naturales que pueden dejarnos más débiles y hasta más indefensos?

APOLOGÉTICA:  

Los hallazgos arqueológicos han revelado que los ladrillos que se usaban corrientemente en Egipto en la época del Antiguo Testamento eran hechos con paja. Esta prueba arqueológica le da una mayor credibilidad a este relato bíblico.

REFLEXIÓN INDIVIDUAL:  
 ¿Qué pruebas has tenido que enfrentar que te han fortalecido?
¿Cómo pudieras saber cuándo enfrentas una crisis natural?
¿Cómo pudieras saber cuándo enfrentas una prueba para fortalecerte?
¿Cómo te preparas en ambos casos?
¿Qué te puede ayudar a enfrentar y sobrepasar esa prueba?
¿Alguna vez has pensado que tal vez Dios haya sido injusto contigo?
¿Cómo era tu relación con Dios antes de enfrentar esa prueba?
Mirando atrás en tu vida, ¿recuerdas alguna experiencia dolorosa que dejó huellas en tu alma?
¿Cómo esa experiencia dolorosa te ha ayudado en tu vida posterior?
¿Ves a la mano de Dios obrando en esa experiencia?
¿Cómo te ayuda hoy en tu madurez y crecimiento espiritual?
         

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Oscar