viernes, 26 de febrero de 2010

Dios siempre responde

Jesús era Dios vestido con carne humana por lo que debemos prestar mucha atención a la respuesta que le dio a la petición del discípulo para que le ensenara a orar. Encuentro que la primera declaración de Nuestro Señor con respecto a la pregunta, contiene la base o el cimiento para una oración eficaz. Hay cuatro aspectos en lo primero que señala el Maestro:
1. Reconocer al Padre como lo que es, nuestro Padre
2. Declarar su lugar de habitación
3. Alabar y bendecir su nombre y
4. Declarar que ANTE TODO, se haga la voluntad del Padre
¿Cuántas veces ha pensado que Dios no responde sus oraciones? Probablemente nunca se lo haya dicho a alguien, pero es posible que lo haya pensado en más de una ocasión, créame, se lo digo por experiencia.
Hay una vieja historia que cuenta que un campesino compró en Home Depot una sierra de gasolina para cortar un árbol. Tres días más tarde el buen hombre regresó a la tienda reclamando que le devolvieran su dinero. La sierra estaba casi inservible, había perdido casi toda la pintura y los dientes de la cadena aparecían muy gastados. El empleado forzando una sonrisa llamó al administrador para que le ayudara a resolver el problema. El administrador le preguntó al campesino cuál era el problema, a lo que este contestó que “eso” no servía ya que había pasado tres días y solo había logrado cortar tres ramas del árbol. Entonces el administrador agarrando el cordel tiró de él fuertemente logrando que la sierra después de toser tres o cuatro veces arrancara. Inmediatamente el campesino lanzó un grito diciendo: ¡Ah, para eso era el cordelito! El buen hombre había tratado de usar la sierra como si fuera un serrucho.
Así que por favor, antes de volver a decir o pensar que la oración no funciona o trabaja con usted, pregúntese como ha estado tratando de orar. Permítame hacerle algunas preguntas:
¿Ha estado usted orando cómo enseñó el Maestro?
¿Qué espera de la oración?
¿Qué tendría que suceder para que usted pensara que sus oraciones son respondidas?
¿Considera que las oraciones reciben respuesta?
¿Considera que Dios debe hacer lo que usted le pide?
La respuesta para la mayoría de estas preguntas y para otras similares aparece en Mateo capítulo 6 en lo que se conoce comúnmente como el Sermón del Monte. Esta enseñanza aparece en tres capítulos y contiene los fundamentos de lo que significa ser un seguidor del Maestro. Aparece aquí una instrucción sobre la oración que no debemos pasar por alto ni tomar a la ligera. Dice lo que la oración se supone que sea y haga. Leamos lo que dice Mateo 6:6
“Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará…”
Tal vez la queja más frecuente sobre la oración es cuando alguien enferma y oramos a Dios por sanidad para esa persona y no logramos lo que “esperábamos”. Hace poco más de un año un joven de nuestra iglesia que había sufrido una operación de un tumor canceroso en el cerebro hacía dos años, tuvo un regreso del tumor. Personalmente yo era su compañero de oración. Estábamos celebrando un retiro y se nos informó que él había sido ingresado en el Hospital de Vanderbilt. Los participantes me pidieron que al terminar el retiro fuéramos al hospital a orar por este hermano. Esa fue una linda experiencia pues un buen grupo de hermanos llenamos la habitación y el pasillo del hospital aquel sábado en la tarde. Oramos con fe, impusimos manos al enfermo y nos sorprendió la fe y la confianza del enfermo que tenía una niña pequeña. Los tres o cuatro meses siguientes fueron meses de una actividad de oración intensa por este hermano. Entradas y salidas del hospital, operaciones, visitas al hospital y a la casa, los hermanos ministrando a las necesidades de la familia, atendiendo a las necesidades materiales y espirituales. El hermano a cargo del ministerio hispano velando para que nuestra iglesia pudiera cubrir todas las necesidades. Una familia de la iglesia se hizo cargo de los niños, atendiéndolos como a su propio hijo. No recuerdo haber participado de otra experiencia como aquella en mucho tiempo. Derramamos nuestra alma a Dios en oración por la sanidad del enfermo, pero nuestro hermano murió en menos de cuatro meses.
Habíamos pedido una cosa y ocurrió otra. Algunos hermanos se desalentaron. Otros se preguntaban ¿por qué no funcionó la oración? ¡No me malentienda! ¡Dios respondió a nuestras oraciones! No de la manera que nosotros queríamos, pero Él nos respondió. Yo le puedo garantizar con mi experiencia personal que Dios SIEMPRE responde a nuestras oraciones.

La Palabra de Dios está llena de ejemplos de personas que oraron y Dios les concedió exactamente lo que ellos estaban pidiendo. Pero NO SE VAYA A CONFUNDIR, el principal propósito de la oración no es que se nos conceda lo que pedimos. La oración no consiste en darle a Dios una lista de “peticiones” como hacen los niños con Papá Noel o Santa Claus. Muchas veces pedimos cosas que luego, con el andar del tiempo, descubrimos que no eran lo mejor para nosotros. Hace algún tiempo llegué a esta conclusión que considero fundamental para entender la importancia de la oración. ¡DIOS NO EXISTE PARA COMPLACER NUESTRAS PETICIONES!
Observe si los cultos de oración que celebra son un cúmulo de peticiones. No digo que no sean válidas, tampoco digo que no haya necesidades y deseos, pero, como el campesino de la sierra, estamos obviando el cable para poner en marcha el motor.

Pero TENGA CUIDADO, la oración tampoco es un medio para ALERTAR a Dios o DARLE A CONOCER nuestras necesidades. DIOS CONOCE NUESTRAS NECESIDADES MUCHO MEJOR QUE NOSOTROS, y por cierto, Él no necesita que le hagamos recordatorios. La oración ¡NO ES UN MEDIO PARA MANIPULAR A DIOS!

El PRINCIPAL propósito de la oración es permitirnos pasar un tiempo conversando con nuestro Padre Celestial. Cuando este sea nuestro objetivo, podremos orar en todo momento y podemos estar seguros que seremos recompensados. Por eso Pablo nos manda a “orar sin cesar”.
¿Recibiremos entonces lo que estamos pidiendo? ¡Tal vez sí, o quizás no! ¿Recibiremos la recompensa de estar en la presencia del Padre Celestial? ¡De seguro que sí! La conclusión más importante que podemos sacar hoy es esta: LA ORACIÓN NO ES PARA RECIBIR LO QUE DESEAMOS, es para recibir la recompensa de Dios.

Cuando logramos comprender el verdadero propósito de la oración, entonces nuestra perspectiva cambia por completo y en realidad produce una “revolución” en la manera en la que usted se relaciona con Dios. ¿Se ha puesto a pensar alguna vez que cuando usted ora, está hablando con el Creador del universo? Él es quien ha decidido ser nuestro Padre. Él nos ha escogido. Él ha abierto las ventanas de los cielos y nos permite pasar todo el tiempo que deseemos en su maravillosa presencia. Esta es en sí una gran recompensa que usted puede disfrutar cada vez que ore.

La frustración mas grande que he recibido orando por otras personas y con otras personas es que la mayoría de las veces, esta gente no tiene la menor idea de lo que es la oración. Me han pedido que ore por un gato enfermo. He estado orando con una persona, usando mi tiempo para ayudarle en una situación crítica y de pronto esa persona ¡ha suspendido las oraciones para irse de vacaciones! Me han pedido que ore por una persona que enfrentaba un juicio y a la vez esa persona estaba visitando a un “santero” y haciéndole promesas a la virgen. El asunto es SIMPLE, mucha gente NO ENTIENDE lo que es la oración, y los líderes eclesiásticos fallan en enseñar porque a lo mejor, algunos, tampoco saben bien de qué se trata.

Insisto en el ejemplo de los discípulos de Jesús. Como judíos ellos sabían orar, pero no habían aprendido a entrar en una relación con el Padre celestial.

Para terminar déjeme contarle otra historia. Cuando yo era niño, cuando me enfermaba y no podía ir a la escuela, mi mamá me dejaba en la cama leyendo los “muñequitos” (comics) y salía a hacer las compras del día, ya que no teníamos refrigerador y la carne y otros productos había que comprarlos a diario. En esas ocasiones, invariablemente mi mamá siempre me traía alguna chuchería, y claro está que yo escuchaba la puerta abrirse, saltaba de la cama y corría a su encuentro con una pregunta: ¿Qué me trajiste? Así pasó mucho tiempo, hasta que un día, cuando yo ya era un poco mayor, mi mamá me dijo un poco molesta, en lugar de preguntar qué me trajiste, me debías dar un beso y decirme que me extrañaste...

Yo aprendí la lección muy bien, tenía “chinas” o varicelas, de manera que no podía ir a la escuela, así que al día siguiente cuando llegó mi mamá, corrí a recibirla a la puerta, le di un abrazo grande y un beso, y le dije: “Mamá te quiero mucho y te extrañé mucho, ¿qué me trajiste?

Cuando al fin yo comprendí que la oración me permite entrar a la presencia del Padre Celestial, y me da la posibilidad de expresarle mi amor y de agradecerle sus cuidados y provisión constantes y darle el honor y el respeto que Él merece, descubrí un nuevo sentido y una nueva pasión para orar. El simple hecho de poder hablar con el Padre, ya es en sí un regalo. De manera que si ponemos las cosas en orden y entendemos que el propósito principal de nuestras oraciones, es comunicarnos con el Padre, en lugar de hacer una lista de peticiones que incluyan hasta al gato de la vecina, entonces comprenderemos QUE NO HAY ORACIONES SIN RESPUESTA.

Quiero terminar esta semana invitándole a que medite y piense si tal vez usted ha estado usando con Dios la misma táctica que yo usaba cuando era de niño de preguntar: ¿Qué me trajiste? ¿Cómo se siente usted cuando sus seres queridos lo tratan como si fuera una máquina de dar dinero (banquero automático o ATM Machine)?
Oremos al Padre y pidámosle QUE NOS ENSEÑE A ORAR…

1 comentario:

  1. GRACIAS POR LO QUE ESCRIBIO SIERVO DE MI SEÑOR, ENTENDI NO ES LO QUE RECIBAMOS, SINO EL PRIVILEGIO DEL ENCUENTRO CON DIOS PARA ALABARLO, ADORARLO ,AGRADECERLO POR ESTA COMUNION CON EL..

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Le agradezco mucho su comentario.
Oscar