sábado, 24 de abril de 2010

Santificado sea tu nombre…

Los seres humanos tenemos la tendencia de poner las cosas de acuerdo a nuestra perspectiva o a nuestro punto de vista. Dios y las cosas eternas no escapan a esta mala costumbre que tenemos. Difícilmente tratamos de ajustarnos y siempre tendemos a que el resto se ajuste a nosotros. Piense con sinceridad y honestidad si al decir: “santificado sea tu nombre” en cierta medida ha estado considerando que es necesario que nosotros santifiquemos el nombre de Dios. Le confieso que por muchos años yo consideraba casi un deber decir esto en mis oraciones, como si dependiera de mí, que el nombre de Dios fuera santificado.

¿Se da cuenta del error tan grande que esto implica? ¡El nombre de Dios ES Santo, porque Dios ES Santo! No porque yo lo diga, lo cante o lo repita. El nombre de Dios es Santo, porque la NATURALEZA de Dios es Santa. ¿Entonces, qué quiso decir Jesús cuando les dijo a sus discípulos que dijeran “santificado sea tu nombre” cuando oraran?

Yo personalmente considero que esta exclamación, y las que siguen a continuación, implican un compromiso personal de nuestra parte para SANTIFICAR el nombre de Dios CON nuestras vidas. La palabra que se traduce como “santificado” en el texto en griego es “hagiazo” que implica dedicación al servicio y lealtad a Dios, también se usa en el sentido de honrar, sentir y expresar reverencia. Me parece que es uso de la palabra “hagiazo” lleva implícita la idea de un compromiso pleno y total con Dios.

Observe la similitud que tiene este pensamiento, con la demanda que hace el apóstol Pablo en Romanos 12:1, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. ¿Capta la idea? ¡Presentándonos como un sacrificio vivo! Esta debe ser la norma de vida del cristiano y es la manera adecuada de acercarnos a Dios en oración. Si los cristianos lográramos presentarnos ante Dios de esta manera y vivir de esta manera, el mundo sería transformado. Parece evidente que los primeros cristianos tenían esto como el objetivo de sus vidas y por eso revolucionaron al mundo de sus días.

¿Se percata de la profundidad y dimensión de este pensamiento? Esta es una de las razones por la que nuestras vidas de oración son raquíticas y pobres. TENEMOS que presentarnos, como SACRIFICIOS vivos a Dios y si recuerda el sistema de sacrificios del judaísmo, lo que se sacrificaba TENÍA que SER PERFECTO, sin manchas o defectos de algún tipo. De manera que la primera cosa que tenemos que tener en cuenta al orar, es que tenemos que arreglar todos nuestros asuntos con Dios. Sí, dije ¡TODOS! No puede haber alguna mancha o imperfección en nuestras vidas, para poderlas presentar como un sacrificio a Dios. De manera que tenemos que arrepentirnos e invocar el perdón, por medio de la sangre de Jesucristo, para que nuestros pecados sean borrados.

Quiero llamar vuestra atención ahora a una escena gloriosa. Es una de mis preferidas y está en Apocalipsis capítulo 4. Dice en el versículo 8: “…y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir”. Jesús llama nuestra atención en la oración modelo al nombre del Padre, a Su Santo Nombre. Piense que en el reino de los cielos, ahora mismo, en este preciso instante, los ángeles están diciendo con regocijo al Padre: SANTO, SANTO, SANTO el que era, el que es y el que ha de venir. Y no solo el Padre es Santo, Su Nombre es Santo, tan SANTO que los judíos no se atrevían a pronunciarlo, y el hacerlo era considerado una blasfemia digna de muerte. Los judíos, cuando se trataba de JVHV (Jehová) simplemente decían “el nombre” o “las cuatro letras” incluso las versiones modernas de la Biblia, traducen JVHV como Señor.

Cuando impartí en mi iglesia la serie de estudios bíblicos sobre los nombres de Dios (hay una versión simplificada en los archivos de este blog) me animó el propósito de ayudar a la congregación a entender parte de de la naturaleza y atributos de Dios que aparecen descritas en las Sagradas Escrituras por los títulos que se le dan a Él. Hay docenas de vívidos y descriptivos títulos que se pueden aplicar a las distintas situaciones que tenemos que enfrentar en la vida.

Por ejemplo, cuando usted o alguien a quien usted quiere y aprecia está enfermo, usted puede orar a Dios confiando en que Él es “JVHV Rophe” que traducido es “el Señor sana”. Cuando sienta la tentación tocar a su puerta, cuando vea que las fuerzas le comienzan a faltar ante algún pecado, ore a Dios sabiendo que Él es “JVHV Nissi”, “el Señor es nuestro escudo”. Cuando las dudas vengan a su mente y se sienta débil y perdido, ore sabiendo que nuestro Dios es “El Elyon” “El Dios más alto”, es decir, el que está por SOBRE todas las cosas.

En los Estados Unidos existe la costumbre, de que las esposas, al casarse, adquieran el apellido del esposo, lo cual socialmente constituye una especie de reconociendo al estatus de casada. Así la nueva familia se establece bajo un signo evidentemente “patriarcal”. Algunas mujeres combinan su nuevo apellido con su apellido de “solteras” y otras, como mi esposa, adhiriéndose a la costumbre del país en el que nacimos, mantienen el apellido de sus padres.

En el caso de mi esposa, ella nació en un pueblito pequeño, al cual hace años llegaron dos hermanos, su abuelo y su tío abuelo que se casaron, tuvieron hijos, nietos y bisnietos. Hoy, el apellido de ellos es bastante popular en aquel lugar y todos los que lo tienen, son parientes cercanos. La familia aquella se edificó bajo ciertos principios éticos y morales hasta el punto de casi llegar a constituir un “certificado de garantía”. Decir que alguien pertenecía a esa familia, era asumir que sustentaba esos principios. Mi suegro vivía “orgulloso” de su apellido y ese sentimiento y los valores asociados al mismo, se los transmitió a mi esposa y a mis hijos. Al punto, que hoy cuando en nuestra familia vamos a señalar alguna virtud, con frecuencia decimos es que así son los ____ y ponemos el apellido. Y como es de suponer, como nadie es perfecto, cuando alguna mala actitud o defecto anda rodando, no tardamos en tratar de culpar diciendo: “es que así son los ____” y ponemos el apellido de mi esposa.

Lo que estoy tratando de decir es que de la misma manera que mi esposa lleva el apellido de su padre con orgullo, y de la misma manera que yo he tratado que mis hijos sientan orgullo por llevar mi apellido, nosotros LLEVAMOS en nombre de nuestro Padre Celestial. De manera a dondequiera que vayamos, cualquier cosa que hagamos, cualquier cosa que digamos debe llevarnos a reflexionar en Él. Dios debe ser nuestro animador y motivador en “cualquier cosa” que hagamos y en “cualquier” lugar que estemos.

Tuve el privilegio de trabajar como pastor asociado de un hombre de Dios que siempre me decía: Si hay algún pensamiento que quisieras ocultar de Dios, deséchalo. Si hay algo que quisieras que Dios no oyera, no lo digas. Si hay algún lugar al cual te daría vergüenza invitar a Dios para que fuera contigo, no vayas. Si hay algo que te abochornaría mirar junto con Dios, cierra tus ojos y no mires.

Así que en las mañanas cuando nos levantemos, y durante el día, nuestra oración debe ser: Señor, ayúdame a honrar tu nombre con lo que haga, piense y diga. Señor permite que mi vida hoy dé honra a tu nombre. El privilegio de poder hacer esto debe ser un motivador e impulsor de nuestra conducta.

¿Cómo me puede ayudar esto en mi vida cotidiana? Esto es lo único que me ayuda a no explotar cuando vengo manejando temprano en la mañana, y el chofer de una “enorme camioneta” viola mi derecho y se me mete delante, o cuando ese auto que transita a 40 millas por hora, viene por la senda extrema izquierda, bloqueando la autopista.
Esta es la clase de oración que puede ayudar a contener mi furia cuando me han cobrado por algo que no he comprado o me han dado una mercancía equivocada y voy a reclamar mi derecho ante una empleada que no tiene nada que ver con el problema o negligencia.

Esta es la clase de oración que le puede ayudar a contener su rabia cuando la aeromoza, por descuido, vierte el café sobre usted arruinando su ropa…, “santificado sea tu Nombre”…, dándole así la posibilidad de testificarle de Cristo a la persona que está sentada a su lado. Como dice Pablo, NO ES QUE YO LO HAYA LOGRADO, pero prosigo a la meta, tratando cada día de vivir de acuerdo con lo que creo.

Desafortunadamente, hay “cristianos”, entre comillas, que están dañando el evangelio, proyectando una imagen negativa, blasfemando de esta manera el nombre de Dios, si no de manera consciente, de manera inconsciente. Ayer mi esposa me comentaba sobre alguien que fue miembro de nuestra iglesia y ahora tiene una página en facebook en la que se muestra con poca ropa y disfrutando un modo de vida que nada tiene que ver con los valores cristianos. Me sorprendió ver la otra noche en el programa de televisión Larry King Live a una conocida cantante de “música cristiana” que dijo que desde hacía diez años mantenía una relación homosexual con otra mujer, llegando más lejos al decir que no veía nada de malo y que los “cristianos” claro está, entre comillas digo yo, podían ser homosexuales.

Yo quisiera saber qué Biblia lee esta gente y a cuál “dios” adoran, porque el Dios de la Biblia, JVHV, no admite estas cosas. Santificar, alabar el nombre de Dios, tiene implicaciones serias. No es decir una cosa y hacer lo que nos da la gana.Es esta una de las causas por las que el cristianismo es visto por algunos como algo “irrelevante”. La iglesia del primer siglo fue una fuerza transformadora porque la gente veía la transformación que experimentaba la vida de los cristianos. ¡El mensaje más poderoso es el que vivimos, no el que predicamos! ¿Cómo cree que sería nuestra influencia en el mundo, si cada uno de nosotros se dedicara a vivir, cada día, de tal manera que nuestros actos proclamaran el Santo Nombre de Dios?
¿Qué importancia tiene un nombre? Yo sé la importancia que esto tenía para mi suegro y tiene para mi esposa, y eso me ayuda a comprender la gran importancia que tiene para nuestro Padre Celestial.

En muchas partes de la Biblia se nos narran las trágicas consecuencias que acarreó tomar el Nombre de Dios a la ligera. En Ezequiel capítulo 36 el profeta reprende a Israel por su comportamiento inadecuado, que ha mancillado el Nombre de Dios y ha hecho que Él decida castigarles severamente mandándoles al exilio. Ezequiel, hablando por el Espíritu de Dios les dice en el versículo 23: “Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos”.

Déjeme hacerle una pregunta privada y personal, y deseo que se la responda en oración. ¿Ha profanado alguna vez el Nombre de Dios? ¿Está tal vez profanado todavía el nombre de Dios con sus actos?

Israel profanó el nombre de Dios y fue enviado como castigo al cautiverio en Babilonia. Ellos no merecían ser liberados del castigo que ellos se buscaron. No obstante, Dios prometió perdonarles su falta y traerlos de vuelta a su tierra. ¿Por qué? Porque castigó a Israel pues no deseaba que los pueblos se siguieran burlando de su Nombre, pero amaba a su pueblo escogido.

En Juan capítulo 17 se recoge la oración de Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, por sus discípulos, dice en Juan 17:6 “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste”… y en Juan 17:26 dice:”Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos”. El ministerio de Jesús dio a conocer el Nombre del Padre a todas las naciones y mandó a sus discípulos a hacer esa proclamación. Dice en Mateo 28:19-20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.

Quiero terminar expresándole un pensamiento que vino a mí hace muchos años: “Jesucristo le puso un rostro al Nombre de Dios”. De la misma manera, nosotros con nuestras acciones, actitud y pensamientos mostramos a Dios y honramos su nombre con nuestros actos y pensamientos o blasfemamos su Nombre".

Le invito, en el nombre de Dios, para que a partir de hoy, cada día usted se proponga en todo lugar y en todo momento santificar, glorificar y honrar el Nombre de Dios con lo que piense, diga y haga y a expresárselo a Dios en oración.

Señor, enséñanos a orar…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Le agradezco mucho su comentario.
Oscar