sábado, 17 de abril de 2010

…que estás en los cielos…

Ante un vaso que contiene líquido hasta exactamente la mitad, por lo general la gente asume dos posiciones diferentes. Unos dicen: “este vaso está medio vacío”. Y otros dicen: “este vaso esta casi lleno”. ¿En qué categoría está usted? Aunque no lo crea, esa simple respuesta plantea una posición ante la vida.
Ante la afirmación de Jesús: “que estás en los cielos” también la gente asume dos actitudes. Los que consideran “que está muy lejos” y los que consideramos que “por estar en el cielo, tiene control y dominio sobre todo lo que está bajo el cielo”. Esto también implica una posición, pero esta es teológica.

No pasemos por alto una afirmación de importancia medular. Jesús, dirigiéndose al Padre, afirma: “QUE ESTÁS”. Esta no es una expresión que sugiere la posibilidad de la presencia del Padre, sino que AFIRMA y sirve de recordatorio a los discípulos de quién es la Persona con la cual están lidiando. Déjeme ampliar un poco más la idea. Quiero insistir en algo que he estado diciendo desde que comenzamos esta serie. DEBEMOS de orar por todas las personas que lo necesiten, y en especial por los no creyentes. PERO NO PODEMOS hacerle creer a los no creyentes que ELLOS PUEDEN ORAR. Eso es lo que Jesús calificó como vanas palabrerías. Dice en Hebreos 11:6 “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. ¿Haloooo? SIN FE no se puede agradar a Dios, y el que se ACERQUE A Él; TIENE QUE CREER QUE Él EXISTE. Entonces, ¿por qué algunas personas le dicen a los no creyentes que están enfrentando un problema: “lo que tú tienes es que orar y pedirle a Dios?” ¡No señor! Lo que usted tienes que hacer, es CREER en Dios, arrepentirte de tus pecados, recibir a Cristo como su Señor y Salvador y ENTONCES y SOLO ENTONCES, es que la sangre de Jesucristo le brinda la posibilidad de entrar a la presencia del Padre y clamar a Él. Cuando recibimos a Cristo el Espíritu Santo entra a morar en nosotros y se inicia el proceso de la “santificación”. Comienza un proceso de transformación y se inicia la lucha entre el viejo hombre de pecado que se complace en el pecado y la nueva naturaleza que se opone al pecado. Santiago dice que si resistimos al diablo, él huirá de nosotros. De manera que tenemos que poner nuestra voluntad en acción, para no pecar conscientemente y con “deleite” pues entonces estaríamos exponiendo a vituperio a la sangre de Cristo, como si estuviéramos demandado su crucifixión una y otra vez. ¿Qué no vamos a pecar? ¡Ni lo sueñe! Pero cuando pequemos TENEMOS que arrepentirnos, tratar de restaurar el daño que podamos haber causado y luchar para no caer más en el mismo pecado.
Así que si había alguna duda, el propio Jesús lo está dando como una CONDICIÓN NECESARIA. A mí me parece muy lógico y claro a la vez. ¿Cómo usted va a hablar con alguien inexistente?
En el Salmo 115:3 leemos, “Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho”. Pienso que lo más importante no es la ubicación de Dios, sino su capacidad de conocer y proveer para cada mínimo detalle de nuestras vidas. No es donde está sino SU AUTORIDAD. No es acerca de dónde vive, sino lo que Él PUEDE hacer.
Es posible que usted se esté haciendo la misma pregunta que me hizo una vez un prisionero, cuando yo ministraba como capellán en un establecimiento penitenciario del estado de New Mexico, él me dijo: “Y si Dios lo sabe todo, y si Él puede hacer cualquier cosa, por difícil que parezca, y si la Biblia dice que Dios conoce lo que necesitamos antes de que lo pidamos [Mateo 6:8], entonces, ¿para qué tenemos que orar? ¿Tenemos que pedir lo que Él sabe que necesitamos?
Como puede ver, esta es una muy buena pregunta. En primer lugar, Dios manda que pidamos. Jesús narró dos parábolas que explican en cierta forma este aspecto. Una refiere la historia de un huésped que llega de pronto a la casa de un amigo. Este trata de acomodarlo, pero no teniendo suficiente comida va hasta la casa de un vecino y le pide tres panes. El vecino, molesto le dice que ya está en la cama porque es muy tarde en la noche, pero Jesús le dice a sus discípulos que no por las amistad, pero por la INSISTENCIA, el vecino le dará los panes (Lucas 11:5-8) y esta historia aparece en Lucas justo después de dar el modelo de oración que Jesús le dio a sus discípulos. La otra parábola aparece en Lucas 18:1-8 y presenta a una viuda que venía a pedirle a un arrogante juez que le hiciera justicia. El juez que no tenía temor de nada ni de nadie, accedió a hacerle justicia a la viuda a causa de su insistencia.
Parece claro que Jesús no solo instruyó a que pidiéramos, sino a que lo hiciéramos con insistencia, en Mateo 7:7-8 dice: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. Me parece que la enseñanza que Mateo está dándonos es que Jesús no solo quiere que pidamos SINO QUE INSISTAMOS en pedir.
Me llama poderosamente la atención que en las dos parábolas que he citado, los personajes principales tenían una gran necesidad, PERO ellos sabían exactamente dónde podían acudir para obtener la ayuda que necesitaban. Si el hombre no hubiera insistido con su vecino, hubiera tenido que mandar a su huésped con hambre a la cama, y si la viuda no hubiera insistido con el juez, nunca se hubiera hecho justicia en su caso. Ambos mostraron su dependencia de alguien que tenía autoridad e insistieron hasta que su necesidad fue satisfecha, justo por las manos de aquellos a los que acudieron.
Sabemos que nuestro Padre Celestial se complace en darles buenas dádivas a Sus hijos, por lo que debemos INSISTIR en oración, aunque no recibamos una respuesta inmediata y TENEMOS QUE LUCHAR contra la tentación de ACUDIR A OTRO LUGAR, para obtener lo que deseamos. Esto también es válido para aquellos casos en los que parece que NO HAY solución. Tristemente he visto a muchas personas que han tenido una gran necesidad y han orado, pero viendo que no recibían inmediatamente lo que querían, se han ido a hacer promesas y sacrificios a las imágenes y a otros dioses. Recuerdo un caso en especial por el cual nuestra iglesia en Albuquerque estuvo orando fervientemente, mientras el joven estaba practicando la brujería para ver si resolvía el problema en el cual él se había metido. Cuando nos enteramos de lo que estaba pasando, algunos hermanos se enfadaron mucho con el joven.
Déjeme citar tres pasajes de la Biblia que nos permitirán entender un poco mejor el carácter y la naturaleza de nuestro Padre celestial, a fin de evitar que se cometan errores por desconocimiento. 1 Crónicas 29:10-13 dice: “Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.
Luego en el Salmo 100:5 leemos: “Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones”.
Y por ultimo en 1 Juan 4:7-8 dice: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”.
Hace unos meses hice un estudio sobre los nombres de Dios que aparecen en la Biblia con el propósito de ayudar a entender la naturaleza y el carácter de nuestro Dios (en los archivos de este blog están estos estudios) voy a mencionar tres que sería bueno que tuviéramos presente cuando oremos: “El Shaddai” quiere decir: TODOPODEROSO. Nosotros no podemos lograr algo por nosotros mismos, pero Él es poderoso para realizar cualquier cosa por imposible que parezca. “Adonai”, quiere decir: SOBERANO, osea que Él rige sobre el universo y no depende de nadie. Él establece las reglas y por lo tanto no sigue reglas establecidas por otro. Puede hacer lo que le plazca de la manera que le plazca. “El Qanna”, quiere decir: CELOSO, Él no admite “competencias” Dice Éxodo 34:14 “Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es”…
La segunda razón, para orar a un Dios que conoce lo que nosotros necesitamos antes de que se lo pidamos y a veces mucho antes de que nos demos cuenta de nuestra necesidad, es para que fijemos nuestra atención no en nuestra necesidad, sino en el PROVEEDOR que tenemos para suplir nuestras necesidades. Si lee con detenimiento la llamada oración modelo, se podrá dar cuenta, con mucha facilidad, de que el énfasis está en el Padre y su Reino y no en YO o en lo Mío. Estudiando las oraciones de Jesús que aparecen en la Biblia, me he dado cuenta de ese tono y énfasis.
Haciendo una evaluación de mi vida de oración, de acuerdo con esta perspectiva, llegué a una triste y dolorosa conclusión: que la mayor parte de mis oraciones estaban centradas en mí. Esto está mal y es un error que requiere corrección inmediata. Nuestras oraciones deben tener a Dios como centro y concentrarse en su Reino. Para acercarnos adecuadamente a Dios, debemos mirar constantemente a Él y no a nuestras necesidades. Se puede dar el caso de que estemos tan obsesionados por nuestros problemas y tan preocupados por nuestras necesidades y deseos que solo, en raras ocasione, seamos capaces de mirar hacia Aquel que nos ha prometido que proveerá para TODAS nuestras necesidades. No para satisfacer nuestros gustos o ambiciones. Dice en Filipenses 4:19 “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Déjeme decirle algo. Hace más de veinte años, cuando yo llegué a este país, tuve esta experiencia en mi vida. Por un buen tiempo, Dios proveyó de manera milagrosa para cada una de mis NECESIDADES.
Recuerdo los sacrificios que hacían mis padres cuando yo era niño para proveer para mis necesidades e incluso para mis caprichos. Ellos eran pobres y tenían que hacer grandes esfuerzos. También en muchas ocasiones tuvimos que hacer sacrificios por nuestros hijos cuando ellos eran pequeños para que nada les faltara. Así que cuanto más nuestro Padre celestial proveerá para nosotros, y teniendo en cuenta que Él es el dueño y Señor de todo cuanto existe podemos tener la certeza de que nada necesario nos faltará. Dice el Salmo 50:10 “Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados”. Y el apóstol Pablo en Efesios 3:20 nos recuerda Su poder: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”. No hay límites a la provisión de Dios para cubrir nuestras NECESIDAFDES para que vivamos como Él DESEA que vivamos.
Quiero aclarar que no estoy diciendo QUE NO PIDAMOS, lo que estoy tratando de explicar es que TENEMOS que buscarlo a Él y no a sus bendiciones. Dice en Mateo 6:32-33, “Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” [Lea el capítulo 6 de Mateo]. Nuestra primera prioridad debe ser la de fijar nuestra atención en el Padre y Su justicia.
Cuando oramos NO ES PARA INFORMAR a Dios de nuestras necesidades, Él ya las conoce, y también conoce las intenciones de nuestro corazón y nuestros deseos que no son necesidades; oramos PARA DISFRUTAR de la presencia de Dios. Cuando hacemos esto, descubrimos que nuestra atención se fija en Él y no en nosotros. Comenzamos a pensar en los demás y a olvidarnos de nosotros. Cuando logremos sentirnos en su presencia como si estuviéramos en casa, amaremos orar y viviéremos para orar.
La vida de oración comienza como una disciplina y se transforma en una forma o estilo de vida. Mientras que usted tenga que imponerse orar, mientras que a usted se le olvide que debe orar, en tanto que usted deje de orar por hacer cualquier otra cosa, está muy lejos de estar disfrutando de la presencia de Dios en oración. ¡Nada hay comparable a estar en su presencia!

Señor, enséñanos a orar…

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Oscar