Por Dr. Óscar J.
Fernández
Hace unos
años esta frase llegó a sonar sarcástica, en el Sur de la Florida. Se trataba
de un popular tele-evangelista que usaba esta especie de promoción para
colectar dinero para “sus ministerios”. Su carrera terminó súbitamente cuando
la prensa expuso algunos actos de corrupción y malversación de fondos.
Pero la
enseñanza que yo saco de este triste caso va mucho más lejos. Y tiene que ver
con la falsedad de los números. ¿Cómo medimos la efectividad y sanidad de un
ministerio? ¿Por la cantidad de vidas
transformadas o por la asistencia a un culto? ¿Por la cantidad de vidas que
están creciendo y fortaleciendo su andar con el Señor o por la cantidad de
personas que asisten a una actividad? ¿Por la cantidad y madurez de
nuevos líderes o por la asistencia a la Escuela Dominical?
No vaya a confundir mis palabras. No estoy en contra de que un
Ministerio pueda crecer numéricamente, estoy en contra de que este sea el
parámetro de medición que se utilice. Y estoy en contra porque los seres
humanos solemos olvidar que la iglesia y sus Ministerios son Obra de Dios (es
God’s business). Y Dios tiene Su manera peculiar de obrar, que en nada se
parece a la nuestra.
De manera que cuando alguien con buena o mala fe le pregunte: ¿Y han
crecido? Refiriéndose a su iglesia o Ministerio, aludiendo a la cantidad de
personas que pueden estar asistiendo, esa persona está, nada más y nada menos
que enjuiciando a Dios y a Su obrar en Su iglesia, claro está si nos estamos
hablando de una iglesia cristiana.
Así que no se sienta apenado o apenada ni se deprima sin usted y los
demás están haciendo la labor que Dios les ha encomendado y la asistencia no es
lo que usted desea. Hay veces en las que el crecimiento es lento y hay otras en
las que es explosivo. Yo he tenido el honor de servir como pastor en ambos
escenarios y la magnitud y el alcance eterno de nuestra labor, solo Dios la
puede cuantificar.
1 Corintios 3:6-7 es la mejor respuesta que le podemos dar a aquellos
que ponen en duda el obrar de Dios en el Ministerio en el que usted se ocupa: 6 “Yo planté, Apolos regó; pero
el crecimiento lo ha dado Dios. 7 Así
que ni
el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”.
De modo que
aquellos que traten de medir su trabajo en la obra de Dios mediante
números, en realidad en su interior se
creen ser algo, sin prestar atención a que: ni el que planta (es decir, inicia
la obra) ni el que riega (el que trabaja después que un ministerio fue
establecido) es ALGO, sino DIOS y es Él,
quien da el crecimiento.
Es posible
que alguien pueda llenar un salón de personas, pero si no ha sido Dios, se
desbaratará como pompas de jabón y el crecimiento espiritual será mínimo.
Cuando quiera ejemplos de cómo obrar en el Ministerio, lea el libro de Hechos y
lea las cartas de Pablo, en especial 1y 2 de Corintios.
Así que
ocúpese de su crecimiento espiritual y del crecimiento espiritual de sus
hermanos, en el lugar que Dios le ha puesto a servir, sí dije SERVIR.
A eso es que nos llama Dios, no a pretender ser dueños para hacer lo que nos
gusta o lo que nos da la gana, para sentirnos importantes o para que la gente
nos respete. La iglesia pertenece a Cristo, porque Él la compró con Su sangre.
El apóstol
Juan en 1 Juan establece una diferencia muy clara: aquellos que se ocupan en el
crecimiento espiritual y en el servicio a los hermanos son DE CRISTO. Y
aquellos otros que solo se ocupan en criticar a los demás, en buscar defectos,
y en entorpecer la Obra de Dios, aunque suena feo, el apóstol Juan les llama: ANTICRISTOS. Así que nunca ceda a la
tentación de criticar a otros en el
Ministerio ni de intentar medir a Dios por la asistencia en Su Ministerio o en
el de otros. Dios es el que da el crecimiento y Él lo hace a Su manera, y en Su
tiempo, no a la nuestra, ya que entre otras cosas, Dios mira y conoce nuestros
corazones y establece los tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Le agradezco mucho su comentario.
Oscar