Reprinted from Baptist Press
(www.baptistpress.com), news service of the Southern Baptist Convention.
The original story can be found at:
http://www.baptistpress.com/54692/editorial-en-cierta-forma-
En cierta forma… ( EDITORIAL)
by Oscar J. Fernandez Date: April 23, 2020
- Thursday
FORT
MYERS, Fla. (BP) -- En cierta forma,
hemos estado viviendo días parecidos a los que vivieron los discípulos después
de la crucifixión de Jesús. Días llenos de confusión e incertidumbre. Nada es
como era hace tres semanas, o a lo menos eso es lo que parece. Las cosas que
dábamos por seguras, ahora descubrimos que no lo eran.
Aquí en América, el país
de la abundancia se hace difícil poder adquirir muchas cosas simples y
elementales. Algunas personas que considerábamos muy cercanas a nosotros han
desaparecido y otras, que no considerábamos mucho, han mostrado preocuparse y
ocuparse de nosotros. Los funerales de los buenos amigos y parientes no son
lugares a los que hemos podido asistir. Las iglesias se han cerrado, los cines
están cerrados, muchos restaurantes están cerrados, los vuelos se han reducido,
los aeropuertos están vacíos al igual que las carreteras y las calles. Las
playas públicas han estado cerradas. El mundo parece haberse puesto de patas
para arriba en un abrir y cerrar de ojos. Es como si estuviéramos viviendo en
medio de una película de ciencia ficción que tratara de un ataque a la tierra
por fuerzas desconocidas.
Los noticieros de
televisión y radio solo hablan del COVID-19, del número de nuevos casos y
fallecidos. Es agobiante este asunto que ha llegado a enajenar a muchas
personas. Las anécdotas son del todo increíbles. Parece como si la tierra se
hubiera detenido. Para algunos el futuro se ha tornado incierto y tenebroso.
Para los discípulos de
Jesús, el cataclismo generado por la crucifixión del Señor en Jerusalén debió
de ser, en cierta forma, algo parecido. Pienso que esta rara sensación es
similar a la que se experimenta cuando estamos subidos en una escalera,
arreglando algo que está muy alto, y por un descuido ponemos un pie en el lugar
equivocado y la escalera se nos escapa de los pies.
Estamos viviendo en medio
de la crisis mundial más grande de nuestra generación. Desde los días de la
Segunda Guerra Mundial, el mundo no había sido sacudido de pronto por un
enemigo poderoso, que, en esta ocasión, es invisible y desconocido, pero cuyas
huellas se esparcen por sobre toda la faz de la tierra. Para algunos ha sido
como el despertar de una terrible pesadilla preguntándose: ¿Qué pasó?
Al mismo tiempo estamos
viendo el heroísmo y el desinterés de los trabajadores de la salud, la policía,
el ejército, los bomberos y los trabajadores de lo que se considera esencial,
como el transporte, la cadena de la alimentación etcétera, y muchos ministerios
cristianos que han acudido para ayudar a los enfermos y los necesitados
poniendo en riesgo sus vidas.
Tal vez, por momentos nos
hemos sentido como los discípulos que estaban en la barca con Jesús cuando se
levantó la tormenta en medio de la noche y tuvieron miedo de perecer. Y es
natural. Los seres humanos sentimos temor ante lo desconocido.
Pero, sin embargo,
nosotros en todo momento debemos recordar que servimos al Creador de los cielos
y la tierra, Aquel que llama a las estrellas por su nombre. Él es el Dios de
Abraham, Isaac y Jacob. Él es el que dividió el Mar Rojo para que Moisés y el
pueblo de Israel pudieran cruzar en seco y escapar de los ejércitos de faraón
que los perseguían. Él es el mismo Dios que proveyó el maná, y abrió fuentes de
agua de una roca en el desierto para calmar la sed y el hambre. Él es el mismo
Dios que abre los caminos donde parece que no puede haber caminos. Él es el
mismo Dios que puede cerrar la boca de los leones y puede permitir atravesar
por hornos de fuego y salir de ellos sin siquiera tener olor a humo. Él es el
mismo Dios de ayer, hoy y mañana. Él es nuestro poderoso y amante Padre
Celestial. Él es el mismo Dios que no nos ha dado un espíritu de cobardía
(pánico o estrés) sino uno de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo
1:7), sin importar los obstáculos o peligros que puedan salir a nuestro paso.
Las tinieblas nunca podrán hacer que olvidemos la luz. Tenemos la promesa y la
certeza de que nuestro Dios mira por sobre nuestra situación actual que está
bajo Su total control.
Él ha prometido que
proveerá para suplir nuestras necesidades y yo he tenido la bendición de
experimentar esa promesa cumplirse en mi vida, y aunque la experiencia no fue
agradable en muchos sentidos, sí fue una bendición inolvidable que cambió el
rumbo de mi vida para siempre.
Nuestro Dios es fiel y
siempre cumple lo que nos ha prometido en Su Palabra. Nos toca a nosotros ser
fieles en todo lo que Él nos ha llamado a hacer y ser, recordando que siempre
después de la tormenta brilla el arcoíris.
Oremos por nuestros
gobernantes, por nuestros pastores y líderes religiosos, por todos los
trabajadores de la salud y por todos los que cada día enfrentan a este enemigo
invisible, oremos por nuestros hermanos en la fe, por nuestros vecinos y
familiares inconversos y no olvidemos ni por un instante, que en medio de las
tinieblas que en estos momentos envuelven al mundo, nosotros estamos llamados a
ser luces que alumbren el camino que conduce a la vida eterna que es Cristo
Jesús, Señor nuestro.
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Oscar