miércoles, 27 de junio de 2018

ESTUDIO DE ÉXODO (19)


Éxodo 17:1-7 EL DESIERTO ES NUESTRA ESCUELA

PENSAMIENTO INICIAL
           Para seguir madurando y creciendo en Cristo, tenemos que ver nuestras debilidades como oportunidades para crecer espiritualmente 

Yo sé lo que es sentirse rechazado pues he tenido ese sentimiento en más de una ocasión. Desde muy pequeño mis padres siempre me impulsaban para que superara esa barrera. Pero es algo que iba más allá de mis fuerzas. En un estudio anterior les comenté, y tal vez es por eso por lo que me fascina el estudio del libro de Éxodo pues este nos enseña cómo Dios ayudó a Moisés a superar su miedo, fobia o temor a ser rechazado.
En mi caso, 30 años vividos bajo un régimen comunista que me rechazaba y negaba todo derecho, por no ser comunista, recrudecieron mi fobia a ser rechazado. Pero al igual que con Moisés, estoy persuadido de que Dios solo me estaba preparando para que pudiera enfrentar la más gran de todas mis batallas: ¡La aventura de ser un extranjero!
Los hijos de Israel eran muy inmaduros espiritualmente, pero Dios usó sus fallos para seguir preparando a Moisés para los retos mayores del liderazgo. Como ya hemos visto, uno de sus temores más grandes era el miedo a ser rechazado.
Fielmente Dios había fortalecido su autoestima y su disposición para confiar en Él. Pero el rechazo iba a ser un problema recurrente en la vida de Moisés, hasta el punto de que los hijos de Israel se pusieron en contra de él y trataron de quitarle la vida. Fue en este tipo de situaciones que Moisés tuvo que aprender a no salir corriendo y dar la espalda a los problemas sino a enfrentarlos y buscar la ayuda y fortaleza de Dios.
Aún hoy, Dios se sigue especializado en desarrollar nuestro carácter dejando que enfrentemos retos en aquellas áreas en las que necesitamos crecer y desarrollarnos. Él prepara pruebas para cada uno de nosotros que están relacionadas con nuestras responsabilidades dentro del cuerpo de Cristo.
La perspectiva del apóstol Pablo en relación a su propia “escuela del desierto” deber servirnos de aliento a todos nosotros. Él veía las pruebas como oportunidades para crecer espiritualmente y permitirle ministrar a otros que estaban sufriendo. Dice el apóstol Pablo en 2 Corintios 1:3-4: «3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios».
Mientras que atravesaban el desierto, los hijos de Israel sintieron sed (lo cual era natural) y una vez más comenzaron a murmurar (lo cual ya era una mala costumbre). ¿Te fijas que los hijos de Israel estaban constantemente quejándose? Cada vez que tenían una necesidad comenzaban a quejarse. Entonces Dios gentilmente satisfacía su necesidad. Pero surgía algo y comenzaban a llorar, a quejarse y a encontrar fallos. Hoy día hay muchas personas que están en esa misma condición espiritual, sin embargo, piensan que están en excelentes condiciones. Uno puede imaginar que los israelitas, estaban cansados, ​​ nerviosos, ansiosos por llegar. Eran una gran masa de personas que estaban obligadas a tratar de mantener algún tipo de orden, pero que estaban apenas subsistiendo en el desierto. Ellos no se encontraban listos para mantenerse en calma con afabilidad. Sin duda, los nervios estaban tensos y los ánimos exaltados. El calor del sol, su resplandor reflejándose en las rocas de granito, y ahora la falta de agua amenazaban con arrastrar a todo el campamento al frenesí.

PASAJE BÍBLICO: Éxodo 17:1-7  
1Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese. 2Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová? 3Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? 4Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán. 5Y Jehová dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve. 6He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. 7Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?

ANALIZANDO EL PASAJE BÍBLICO:
Una vez más los israelitas habían desafiado el liderazgo de Moisés, y cuando llegaron a Refidim no fue diferente. ¡Allí no había agua! La gente estaba muy sedienta, y entonces comenzaron a hacer lo que siempre hacían: Protestar y culpar a Moisés. A este no le ayudó mucho poner el asunto en perspectiva y decirle que por qué lo culpaban a él, poniéndoles ante el verdadero dilema que estaban enfrentado al preguntarles: ¿Por qué tentáis a Jehová? Y en verdad, eso es lo que estaban haciendo, y eso es lo que nosotros hacemos a menudo, sin darnos cuenta. 

Probamos al Señor. Queremos que Él se pruebe a sí mismo una y otra vez. No nos contentamos y aceptamos la gracia y la intervención de Dios en nuestras vidas en el "aspecto general". Queremos entrar en los detalles más pequeños e insignificantes de nuestras vidas, para que Se pruebe a Sí mismo una y otra vez.

La gente no quería escuchar a Moisés, y él no podía hacer que pensaran en Dios. Como Moisés estaba allí con ellos, se convirtió en el centro de la ira de ellos. Le gritaron que los iba a matar de sed y entonces Moisés hizo lo que tú y yo hubiéramos hecho. ¡Clamó al Señor! Pienso que ya en este momento Moisés comenzó a temer por su vida.

Y en este contexto es que aparece la primera mención a «tsûr» que se puede traducir como roca o peña pues sirve para designar igualmente a ambas, y también aparece el agua que salió de la peña. Y ¿qué representa esa roca? No hay necesidad de comenzar a especular, ya que el Espíritu Santo inspiró a Pablo que escribió en 1 Corintios 10:1-4 1Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; 2y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, 3y todos comieron el mismo alimento espiritual, 4y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.
Presta mucha atención ahora, una gran enseñanza del desierto es que el pan que Israel comió fue maná, enviado del cielo por Dios, que era una imagen de Cristo que es el pan de vida. Pero Cristo también es el Agua de Vida, y la roca o peña es una imagen de Él. Aunque esta es una imagen maravillosa de Cristo, me parece que una roca es el último lugar del mundo, al cual iríamos a buscar agua para beber. No pretendo hacerme el gracioso, pero piensa que ni siquiera puedes obtener “agua dura” de una roca. Eso sería como sacar vino tinto de una zanahoria o jugo de naranja del picaporte de una puerta. 
Observa ahora el contrate entre la incredulidad de la gente (ya que, como ves, aquí dudaron de Dios) con la roca sólida. Israel estaba apoyándose en telarañas y juncos rotos, y la pequeña nube de las dudas ocultaba de ellos al rostro de Dios. La roca es un hermoso cuadro del Señor Jesucristo. En Salmos 61, en el versículo 2, el salmista dice: «Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo». Y esa roca es Cristo. El Señor Jesús, como dice un hermoso poema, es "la Roca en una tierra cansada". Quiero que pienses en esto que te voy a decir. Tú puedes admirar las cualidades, la belleza y la durabilidad de una roca. En este pasaje tenemos varias lecciones para aprender: Tú puedes probar y analizar a una roca, pero no puedes beberla. ¡Jesús es una Roca! Pero su hermosa vida y ejemplo ¡no pueden salvarte! Sus enseñanzas maravillosas y necesarias no son suficientes para redimir tu alma. Su vida y Sus enseñanzas son como un bello mármol pulido que está grabado, y aunque las grabes en tu piel con un tatuaje, ¡no son suficientes para salvarte! La aplicación de los principios enseñados por el Señor Jesús puede ayudarte a crecer un poco, pero Jesús mismo es y sigue siendo la Roca en cual puedes afianzar tu pie.
¡Necesitas a Cristo Jesús, la oca, para recibir la salvación! Pero ningún esfuerzo humano puede obtener agua de esa Roca. Solo cuando la roca fue herida fue que produjo aguas vivas. ¡Jesús fue crucificado, y solamente creer en tu corazón que Él murió en tu lugar y cargó con tus pecados en aquella Cruz te salvará! ¡La roca herida es un tipo de la muerte de Jesucristo!
Ahora, abre bien tu entendimiento para que puedas captar este concepto. Es un concepto muy profundo y fundamental, y muchos lo pasan por alto. En Números se nos narra que los hijos de Israel se quejaron de que no tenían agua. Ya vimos que Israel murmuró en contra de Moisés por tener sed, y Dios le dijo a Moisés que GOLPEARA la roca y el agua brotó. En Números, sin embargo, Dios le dice a Moisés que tome la vara, reúna a la congregación, que vaya con Aarón y le HABLE a la roca delante de la gente del pueblo de Israel. Si difícil resulta obtener agua de una piedra golpeándola con una vara, me parece que hablándole va más allá de cualquier cosa que podamos imaginar, ¿no crees?
Moisés debía hablarle a la roca, porque la roca ya había sido golpeada y esta era la imagen que Dios nos quería dar. Cristo fue crucificado hace más de dos mil años, y cuando dijo en la Cruz: "Consumado es..." Juan 19:30 ), todo el plan de Dios para la redención del hombre, en verdad ¡fue terminado! Cristo no tiene que ser crucificado de nuevo. Dios está satisfecho con lo que Jesús hizo por ti. La pregunta es: "¿Estás tú satisfecho con la obra que Cristo hizo por ti en la Cruz?" Él murió para salvarte. Todo lo que Dios te está pidiendo que tú hagas, es creer en Su Hijo.
Hace unos días un gran amigo me preguntó por qué empleaba mi tiempo en escribir estos estudios. Mis amigos, es que estoy muy preocupado y angustiado mirando a mi alrededor. Es indudable que este mundo está sediento. Hay mucha gente que pudiendo saciar su sed, prefiere seguir muriendo. Te pregunto personalmente, ¿has estado en esa Roca en busca de un trago de Agua Viva? Dios dice que, si bebes de esa agua, nunca más volverás a tener sed. ¡Ese es mi objetivo al escribir estos estudios, señalar el camino hasta la Roca de la cual fluye el Agua de Vida!

PARA REFLEXIONAR:
¿Cuáles son algunas áreas débiles en tu vida que Dios pudiera querer fortalecer mediante algunas experiencias «en el desierto» para ayudarte a crecer espiritualmente?

REFLEXIÓN INDIVIDUAL:
 Piensa por un momento, ¿recuerdas cuándo viniste sediento a Jesús?
Tal vez no hayas tenido una experiencia real con Cristo, ¿quisieras saciar tu sed ahora?
El mundo en el que vivimos nos ha llevado a pensar que para lograr cualquier cosa hay que trabajar duro para obtenerla, ¿crees que esto también se aplica a la salvación de tu alma?
¿Hay que hacer alguna cosa para ser salvo?
¿Qué significa creer en Jesús?
¿Cómo puedes compartir el Agua de Vida con tus familiares y amigos?
¿Por qué crees que nos interesa que todo el mundo sea salvo?



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Oscar