sábado, 5 de marzo de 2011

Adoremos a Dios, Éxodo 24:1-31, II Parte

Adoremos a Dios bíblicamente, Éxodo 24: 12-18

Leemos en la Biblia:

Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios. Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos.
Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte. Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel. Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.


Moisés fue llamado a subir al monte para recibir una revelación de Dios. Estoy convencido de que Moisés sabía que estaría ausente por un periodo largo de tiempo, por lo que tomó medidas de carácter práctico para atender a las necesidades del pueblo. Observe lo que le dijo a los ancianos del pueblo: “Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos”. Este es un gran ejemplo de la función de un verdadero líder. Tal vez, los apóstoles tuvieran este ejemplo en mente cuando establecieron un procedimiento similar. Los apóstoles de Jesucristo comprendieron que su función primordial era enseñar la Palabra y dedicarse a la oración, por lo que decidieron nombrar “diáconos” que se encargaran de ministrar a las necesidades de la viudas y de la creciente congregación (Hechos de los Apóstoles 6:2-4).

Este es un buen ejemplo a tomar en consideración en nuestros días. Hay veces que vemos congregaciones que languidecen y se debilitan en el crecimiento espiritual de sus miembros porque un pequeño grupo de personas (a veces es un grupo de uno o dos) lo quieren hacer todo, y lo que es aún peor, lo quieren controlar todo. Los líderes religiosos están llamados a dedicarse al desarrollo espiritual de la grey que Dios les ha confiado, y para eso TIENEN que dedicarse a la oración y al estudio y la enseñanza de las Escrituras. Ese es su sagrado llamamiento, y tienen que bajo la inspiración del Espíritu Santo, USAR a aquellas otras personas que Dios ha llamado y dotado con dones espirituales para que se encarguen de ministrar a las necesidades materiales.

Hay varias referencias en el texto bíblico que nos indican que Moisés subió solo a la montaña para recibir la Palabra de Dios. Esta historia siempre me ha fascinado. Le invito a que trate de visualizar conmigo el escenario. Moisés subió a la montaña, y entonces una nube cubrió al monte por seis días, y al séptimo día, Moisés escuchó que Dios le llamaba. Si usted es del grupo que están siguiendo conmigo la lectura completa de la Biblia en este año, probablemente ya se haya percatado de un hecho muy curioso: generalmente en el lenguaje bíblico, la descripción de seis eventos o sucesos son seguidos por un séptimo evento muy importante o culminante, esta es una característica de la revelación divina. Aparece por ejemplo en los sietes sellos, las siete trompetas y los siete cuencos que se mencionan en Apocalipsis, en el relato de la creación que aparece en el libro de Génesis vemos otro buen ejemplo.

Pero mire a la montaña, dice la Escritura que: “Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel”. Es decir que todo el pueblo de Israel pudo ver la presencia de Dios en la montaña en la que Moisés había ido. Lo más importante de esta escena es que Dios le quería mostrar al pueblo, para que este entendiera, que las enseñanzas que Moisés traería de vuelta, habían sido dadas por Él y por nadie más. No podía haber dudas, nadie podía asumir que eran imposiciones de Moisés o caprichos, eran simplemente Palabras del Señor para ser obedecidas.

Observe con cuidado algo que he dejado para el final, aunque aparece al principio: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles”. De manera que Moisés subió al monte para recibir la revelación de Dios.

Los capítulos siguientes están dedicados casi por entero a describir los procedimientos y los instrumentos, materiales y objetos que se debían utilizar tanto en la construcción del Tabernáculo, como en el sistema de sacrificios que se ofrecerían, incluyendo las vestiduras sacerdotales. Si desea hacer un estudio detallado, le invito a ir a los archivos de este blog en el que se encuentra la serie de estudios detallados que publiqué sobre el Tabernáculo. También en estos capítulos se describe el proceso de ordenación de los sacerdotes.

Resumiendo de manera muy simple y nada científica pudiera decirle que la “moraleja” es que el pueblo de Israel no podía adorar a Dios de la manera que ellos pensaran que era “buena” o que más les agradara a ellos. Tanto entonces, como ahora, la adoración a Dios está gobernada por las reglas y los principios bíblicos. No se puede adorar a Dios “como a mí me guste, sino COMO A DIOS LE AGRADA”.



La adoración a Dios, tiene que concentrarse en Él. Éxodo 25: 8-11, 17-19, 23-24, 30-32

Dice la escritura:

“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis. Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor.
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Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos.
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Harás asimismo una mesa de madera de acacia; su longitud será de dos codos, y de un codo su anchura, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro, y le harás una cornisa de oro alrededor.
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Y pondrás sobre la mesa el pan de la proposición delante de mí continuamente.
Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado”.


Este es un tema sencillo, pero difícil. Parece evidente que si pretendemos adorar a Dios, debemos concentrarnos en Él. Pero desgraciadamente, con demasiada frecuencia, nuestra atención se concentra en otras cosas. Cosas triviales suelen pasar a ser más importantes que el mismo Dios, por ejemplo: ¿Cantó bien el grupo de “adoración”? ¿Fue entretenida la predicación? ¿Tuvimos un buen rato de compañerismo? ¿Fueron simpáticas las anécdotas que contó el predicador? ¿Pasamos un buen tiempo en la iglesia? ¿Se ha hecho alguna vez alguna de estas preguntas? No se alarme mucho, eso no está bien, pero no está solo o sola.

Me preocupa todavía más el hecho de que algunas veces, se utiliza el servicio de adoración para servir a algunos intereses personales, al punto que ni el predicador, ni los presentes concentran su atención la verdadera función que es ADORAR a Dios. Yo sé que algunos, o tal vez muchos más de los que yo quisiera, no están de acuerdo con este punto de vista y me juzgarán de “extremista” o me llamarán “archiconservador” y otras cosas más feas y desagradables. Pero siento la obligación y la responsabilidad delante de Dios de decir la verdad y expresar lo que pienso. NO HAY un solo lugar en la Biblia en el cual la adoración a Dios se haga, contando chistes, “haciéndose el gracioso”, sirviéndole de “payaso” a la gente y mucho menos, tratando de NO DECIR algo que pueda molestar u ofender a alguien. Muchas congregaciones han cedido ante la influencia de lo que ven a su alrededor y han olvidado que venimos a ADORAR a Dios, no para entretener a la gente o a “socializar” en un club.

Comenzando en el capítulo 25, el libro de Éxodo presenta las minuciosas y detalladas instrucciones que dio Dios a Moisés para la construcción del Tabernáculo, las cosas que se colocarían dentro y la manera en la que se agruparía el pueblo alrededor, así como las cosas que habría fuera en el patio y en las áreas circundantes. Preste atención a este detalle. Dios le dice específicamente a Moisés: “Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis”. En otras palabras, estas instrucciones tenían que seguirse “al pie de la letra”, porque el Tabernáculo era el lugar en el cual estaría la presencia visible de Dios.

La descripción comienza con el objeto más sagrado, el Arca del Pacto. Este era un objeto que se haría de madera de acacia y se recubriría con láminas de oro puro por dentro y por fuera. Se podrían también barras de madera recubiertas de oro para transportar el Arca, de manera que nadie nunca tendría que tocar el Arca. Dentro estarían las tablas de piedra con la Ley. Y tendría un propiciatorio hecho de oro fino. Este estaría decorado con dos querubines colocados uno frente a otro y con sus alas extendidas cubriendo el Arca. El propiciatorio tenía dos funciones: la primera era para que se rociara sangre en el Día de la Expiación para que Israel recibiera la misericordia de Dios. En segundo lugar, tenía un significado simbólico, pues representaba el trono de Dios, representando así su presencia.

A continuación se describe otro objeto que es una pequeña mesa hecha de madera de acacia, también recubierta de oro, en la que diariamente se colocaría el pan de la proposición (Éxodo 25: 23-24, 30). Generalmente a eta mesa se le llama la mesa del pan de la proposición. Esta era una forma simbólica que serviría de recordatorio al reconocimiento de que el pan diario de Israel provenía de Dios.

El tercer objeto mencionado aquí es un candelabro hecho de oro puro con seis brazos, tres a cada lado, y un brazo central. Esta lámpara es la llamada MENORA. Este modelo de lámpara se sigue usando hasta nuestros días en las sinagogas judías y en muchos hogares judíos. Es el símbolo que aparece en el escudo del actual estado de Israel. La Menora iluminaba el Tabernáculo, y su diseño es un árbol estilizado, que representa al pueblo de Israel como UN árbol, en la presencia de Dios.

Lo que es digno de notarse es la ausencia en el Tabernáculo, de ALGUNA imagen de Dios. Para cualquier cultura o sociedad del mundo en aquel tiempo, la omisión de la figura de algún ídolo, era una omisión inadmisible. Para el mundo en aquella época, un templo sin un ídolo, no era un templo. Paradójicamente, el propósito era que la ausencia de ídolos, sirviera para que el centro de la adoración en el Tabernáculo se concentrara solamente en Dios. Cualquier ídolo hubiera sido y servido de distracción. Piense en esto que le voy a decir. ¡La mente humana es un ÍDOLO! ¿Dedicaremos nuestra atención a este ídolo en lugar de concentrarnos en el Dios verdadero? ¿Estamos adorando a los ídolos creados por nuestra mente? No son ídolos solo las figuras de yeso, madera u oro. Al situar un trono vacío, sin algún ídolo, en el Tabernáculo, Dios le estaba enseñando al pueblo de Israel que el centro de la atención y la adoración es Dios mismo y no algún objeto “sagrado”.

Cuando hoy día vamos al templo, debemos ir a ADORAR a nuestro DIOS, y no a adorar a algunos de nuestros ídolos mentales, bien sea el coro, la música, el predicador, el compañerismo o lo que sea. Dios es Dios celoso y el desea y reclama que nuestra adoración sea exclusivamente para Él.

1 comentario:

Le agradezco mucho su comentario.
Oscar