DÉCIMO
TERCERA SEMANA
Moisés se enfrentó a su prueba más difícil cuando se detuvo en las
márgenes del Mar Rojo. Sin embargo, la «terapia divina» había logrado que desarrollara
su confianza en sí mismo, dándole así a Moisés, el valor necesario para dar un
paso al frente y confiar en Dios para librar a los hijos de Israel de la
esclavitud en Egipto.
La secuencia en la que se presentan los eventos nos pudiera
confundir un poco, o hacernos pensar que algo andaba mal aquí. Después de todo,
¿no debe primero venir la fe en Dios y después la confianza? Claro que la
respuesta es obvia y es SÍ. Pero para Moisés, su capacidad para desarrollar su
confianza en Dios, parece que estaba directamente relacionada con su estado
emocional, es decir, de cómo él se sentía en relación a su propia capacidad.
Esta es la razón por la cual, al principio Dios usó a Aarón para ayudar a
Moisés a desarrollar su propia imagen personal. Dios no pasó por alto el
proceso humano que Él había diseñado para hacer posible que nos sintamos
seguros confiando en Él.
Este hecho resalta la importancia de
las relaciones en la familia cristiana. Dios quiere usar a los padres, de
manera especial, para satisfacer las necesidades emocionales y sociales de sus
hijos para desarrollar su autoestima. Por este motivo Pablo le escribe a los
cristianos colosenses y les dice: «Padres,
no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten» (Colosenses
3:21); y a los efesios: «Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos
en disciplina y amonestación del Señor» (Efesios 6:4).
Este es el plan ideal de Dios. Poder confiar en
nuestro padre terrenal es fundamental para que confiemos en nuestro Padre
celestial. Sin embargo, Dios ha desarrollado un plan alternativo (un Plan B), «la
familia de Dios». Las personas que no tienen relaciones familiares seguras
pueden experimentar aceptación, amor y sanidad emocional dentro de la familia
de Dios. En consecuencia, estas relaciones seguras entre los cristianos ayudan
a edificar nuestra confianza y autoestima, y nos ayudan a sentirnos seguros
depositando nuestra confianza en Dios.
PENSAMIENTO
INICIAL:
Para desarrollar nuestra fe en Dios, también debemos desarrollar nuestra confianza en la capacidad y habilidades que Dios nos ha dado
Para desarrollar nuestra fe en Dios, también debemos desarrollar nuestra confianza en la capacidad y habilidades que Dios nos ha dado
Éxodo 14:1-22 DESARROLLANDO LA CONFIANZA EN DIOS
Éxodo 14:1-22
1Habló Jehová a Moisés, diciendo: 2Dí a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él acamparéis junto al mar. 3Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. 4Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová. Y ellos lo hicieron así. 5Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva? 6Y unció su carro, y tomó consigo su pueblo; 7y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos. 8Y endureció Jehová el corazón de Faraón rey de Egipto, y él siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa. 9Siguiéndolos, pues, los egipcios, con toda la caballería y carros de Faraón, su gente de a caballo, y todo su ejército, los alcanzaron acampados junto al mar, al lado de Pi-hahirot, delante de Baal-zefón. 10Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová. 11Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? 12¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: ¿Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto. 13Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 14Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. 15Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. 16Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco. 17Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; 18y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo. 19Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, 20e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros. 21Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas.
22Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.
1Habló Jehová a Moisés, diciendo: 2Dí a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él acamparéis junto al mar. 3Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. 4Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová. Y ellos lo hicieron así. 5Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva? 6Y unció su carro, y tomó consigo su pueblo; 7y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos. 8Y endureció Jehová el corazón de Faraón rey de Egipto, y él siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa. 9Siguiéndolos, pues, los egipcios, con toda la caballería y carros de Faraón, su gente de a caballo, y todo su ejército, los alcanzaron acampados junto al mar, al lado de Pi-hahirot, delante de Baal-zefón. 10Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová. 11Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? 12¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: ¿Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto. 13Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 14Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. 15Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. 16Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco. 17Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; 18y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo. 19Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, 20e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros. 21Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas.
22Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.
ANALIZANDO EL PASAJE BÍBLICO:
Faraón tenía espías que
constantemente estaban vigilando a los hijos de Israel. Probablemente sería
muy difícil de ocultar el movimiento de unos dos millones y medio de personas,
pero el rey de Egipto tenía un corazón despiadado y duro como el acero, y no
confiaba en lo que pudiera ser evidente. Pero esa terquedad estaba de acuerdo
con los planes de Dios y a favor del pueblo de Israel. Faraón esperaba que los israelitas se desplazaran por la ruta costera bordeando la tierra de los filisteos, cuando se dirigieran hacia el desierto. Él pensaba que se perderían y no sabrían por dónde ir. Entonces Dios les dijo que cuando faraón pensara que ellos estaban atrapados, enviaría a sus hombres a perseguirlos. Es obvio que faraón había dejado ir a los israelitas a regañadientes. Al mismo tiempo, es evidente que Dios aún no había terminado con este rey soberbio y altanero.
Entonces el ejército de Egipto fue enviado a perseguir a los hijos de Israel, con seiscientos carros. Te puedes imaginar por un momento lo que un ejército bien entrenado y armado que dispone de esa cantidad de carros podría hacer a un pueblo pobre, indefenso y sin alguna preparación militar ni armamentos, y especialmente a las mujeres, los niños y al ganado. Esta era la situación estratégica real, desde el punto de vista humano.
Trata por un momento de imaginar el escenario: Al frente el Mar Rojo, y a la espalda el ejército de Egipto en son de guerra. Trata de sentir el ruido producido por más de 600 caballos al galope, el rechinar de las ruedas de los carros de guerra y el repicar de las espadas al ser golpeadas contra el costado de los carros para infundir temor en los enemigos.
El Mar Rojo está al frente, cerrando el paso de los israelitas, y detrás los ejércitos de Egipto están cerrando el, paso para evitar una posible retirada. Estas pobres personas indefensas están atrapadas entre el diablo a sus espaldas y el profundo mar azul enfrente. Desde un punto de vista humano, los israelitas están en una situación crítica y desesperada, están en un verdadero callejón sin salida.
Las grandes pirámides de Egipto son enormes monumentos que fueron erigidos en los lugares donde se les había dado sepultura a los reyes. Los cadáveres momificados estaban esparcidos por todas partes en Egipto; por lo que era posible pensar que Egipto era un buen lugar para enterrar a los muertos.
Ante la situación real que los hijos de Israel tenían antes ellos, es humanamente comprensible que le preguntaran a Moisés: ¿Nos trajiste hasta el desierto para morir porque no había lugar para enterrarnos en la tierra de Egipto? Los israelitas estaban seguros de que iban a ser masacrados en el desierto por las tropas del faraón.
Los israelitas, cuando estaban en la tierra de Egipto, clamaron a Dios por su liberación de la terrible esclavitud que estaban sufriendo, y Dios les dio la oportunidad de salir de Egipto. Pero en este momento estaban en peligro y sintieron mucho miedo. Al parecer, olvidaron de pronto las diez plagas que habían azotado a aquella nación y las muestras que Dios les había dado para facilitar su salida, y ahora querían regresar a Egipto, al parecer preferían la esclavitud a la incertidumbre de lo desconocido.
Es muy importante que ahora prestes mucha atención a lo que va a suceder. Una vez más Dios va a hacer algo que va a mostrar Su amor y Su cuidado protector por Su pueblo escogido. Ellos se encontraban indefensos y al parecer no tenían alguna esperanza de poder sobrevivir sin la ayuda directa de Dios. Para poder ser redimidos, Dios tendría que hacerlo. Mira a estos hijos de Israel. A menos que Dios se mueva en su nombre, están condenados. Ojalá hoy pudiéramos obtener ese mismo punto de vista objetivo en relación a nosotros mismos, porque en realidad estamos como aquellos israelitas. Si pudiéramos ir como los astronautas a la luna y mirar hacia abajo, tal vez pudiéramos notar que en este pequeño planeta en el que vivimos, hay muchos millones de personas perdidas en el pecado.
En realidad, nuestro
mundo es un lugar muy inútil; es en verdad un gran lugar de enterramiento. En Romanos 5:12, Pablo nos dice: «Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el
pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron». El hombre ha estado en
marcha durante más de cinco mil años. ¿A dónde va él marchando? ¡El hombre va hacia la tumba! Esto no es bonito, pero es la verdad. El hombre, por sí mismo, es el fracaso más colosal del
universo de Dios.
Ahora se han detenido y Dios va a hacer el trabajo. Recuerda, no pueden levantar ni siquiera el dedo meñique. No pueden hacer algo para ganar su salvación. Igualmente, tú y yo, lo único que tenemos que hacer es aceptar lo que Dios ha hecho por nosotros. Dios traerá la salvación a Su pueblo y traerá a nosotros la paz que produce el haber sido perdonados por los pecados cometidos.
Los israelitas debían detenerse, y al hacerlo iban a ver la salvación del Señor. Pero para recibir sus beneficios, debían aferrarse por fe a Sus instrucciones. Su fe se evidenciaría si continuaban marchando o no. Hay muchas explicaciones «naturales» que se han ofrecido a través de los años, para tratar de explicar cómo fue que los hijos de Israel pudieron cruzar el Mar Rojo. Primero, creo que está bien establecido por los historiadores, los arqueólogos y los teólogos conservadores de buena reputación, que el éxodo de Israel es un hecho histórico probado.
El problema para la mayoría de la gente es que quieren tratar de descubrir, cómo fue que los israelitas lograron cruzar el Mar Rojo. Algunos dicen que el viento hizo retroceder al mar. Pero, sin embargo, había una pared de agua a ambos lados del camino por donde pasaron, que estaba seco.
Otros dicen que algún tipo de fenómeno natural hizo retroceder el mar. Unos afirman que fue un terremoto que tuvo lugar en el momento exacto en el que estaban listos para cruzar el mar.
Pero, sin embargo, el problema es otro. Lo que tenemos que enfrentar aquí, es que ocurrió un milagro. Y lo aceptas o no lo aceptas. Dios, por medio de un milagro, abrió el mar y los israelitas cruzaron por sobre la tierra seca. Cuando los israelitas cruzaron el mar, llegaron al otro lado con el calzado seco. Ni siquiera había agua suficiente para que se mojaran los pies. Sería difícil, por no decir imposible, explicar este hecho aparte de verlo como un milagro realizado directamente por la mano de Dios.
Si tú hubieras estado al borde del agua cuando faraón y sus tropas comenzaron a seguir a los hijos de Israel a través del Mar Rojo, tal vez le hubieras dicho: «Bueno, supongo que ahora pudieras reconocer que estás haciendo esto porque tu corazón y los corazones de la gente de tu pueblo están endurecidos. por Dios, y que, a lo mejor, realmente no quieres hacerlo». Estoy muy seguro de que faraón y su ejército se hubieran reído de ti y hubieran respondido: «Estamos persiguiendo a los israelitas porque nos da la gana». La verdad es que Dios estaba forzando a los egipcios a hacer lo que estaba en sus corazones.
Hay algunas cosas para
tener en cuenta al estudiar este pasaje bíblico. En primer lugar, los egipcios mencionados en el versículo 18, son las personas que quedaron
atrás en la tierra de Egipto. Israel cruzó a salvo hasta el otro lado del Mar Rojo, y faraón
y su ejército perecieron en las aguas de ese mar: «y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en
Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo». En el versículo 19 se menciona al «Ángel de Dios». Creo que este Ángel de Dios no es otro que el Cristo
preencarnado. Fue el mismo Dios quien
estuvo entre los egipcios y los israelitas. Cuando llegó un fuerte viento del este, hizo que el mar
retrocediera. Un viento natural nunca
podría haber formado una pared de agua en ambos lados.
PARA REFLEXIONAR:
¿Por qué es difícil confiar en Dios
cuando tenemos dificultades para creer en nosotros mismos y en otros?
APOLOGÉTICA:
Los
israelitas, ¿atravesaron una zona pantanosa llamada «el mar de las cañas» o el
Mar rojo?
Algunos eruditos bíblicos plantean la primera opción, pero si hacemos un análisis cuidadoso de todas las pruebas bíblicas, podemos concluir sin temor, que Israel se libró del ejército de faraón al cruzar una extensión de agua grande y peligrosa.
Algunos eruditos bíblicos plantean la primera opción, pero si hacemos un análisis cuidadoso de todas las pruebas bíblicas, podemos concluir sin temor, que Israel se libró del ejército de faraón al cruzar una extensión de agua grande y peligrosa.
Los
textos bíblicos confirman que las aguas eran profundas, Isaías 63:12 dice: «el que los guió por la diestra de Moisés con
el brazo de su gloria; el que dividió las aguas delante de ellos, haciéndose
así nombre perpetuo», fue Dios el que dividió el mar, y en Salmos
78:13 dice el salmista: «Dividió el mar y los
hizo pasar; Detuvo las aguas como en un montón».
Sí, el agua se detuvo y se abrió un camino para que
los israelitas pasaran en seco. No hay una explicación física para este hecho,
porque no fue un hecho puramente natural, sino un milagro realizado por Dios.
Cuando las aguas volvieron a su lugar, cubrieron a los
carros, los caballos y a los soldados egipcios. Veamos algunos pasajes de las
Escrituras: Deuteronomio 11:4 «…y lo que
hizo al ejército de Egipto, a sus caballos y a sus carros; cómo precipitó las
aguas del Mar Rojo sobre ellos, cuando venían tras vosotros, y Jehová los
destruyó hasta hoy»; Josué 24:7 «Y cuando ellos clamaron a Jehová, él puso oscuridad entre vosotros y
los egipcios, e hizo venir sobre ellos el mar, el cual los cubrió; y vuestros
ojos vieron lo que hice en Egipto. Después estuvisteis muchos días en el desierto»,
Nehemías 9:11 «Dividiste el mar delante
de ellos, y pasaron por medio de él en seco; y a sus perseguidores echaste en
las profundidades, como una piedra en profundas aguas», Salmos 78:53 «Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor; Y el mar cubrió a
sus enemigos», Salmos 106:11 «Cubrieron las aguas
a sus enemigos; No quedó ni uno de ellos».
En
el Nuevo testamento Esteban, el apóstol Pablo y el autor del libro de Hebreos
describieron esa extensión de agua como un mar, veamos lo que dicen: Hechos
7:36 «Este los sacó, habiendo
hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el
desierto por cuarenta años», 1 Corintios 10:1 «Porque no
quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la
nube, y todos pasaron el mar» y Hebreos 11:29 «Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los
egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados».
¿Cómo fue posible que se abriera un camino seco en el
Mar Rojo? ¡Dios realizó un milagro!
Al parecer Dios usó en parte a las fuerzas de la naturaleza. El escritor
bíblico menciona al viento, pero Dios pudo haber usado otros elementos de la
naturaleza que nosotros desconocemos.
Es evidente e indudable que Dios debió incrementar la
acción de la naturaleza, sumando a ella Su intervención sobrenatural a fin de
que Israel pudiera cruzar el Mar Rojo en seco.
REFLEXIÓN INDIVIDUAL:
¿Alguna vez tuviste que enfrentar una
dificultad o problema que humanamente era imposible de franquear?
¿Qué hiciste?
¿Cómo saliste de esa situación?
¿Había alguna mejor alternativa?
¿Qué papel jugó Dios en la solución de ese problema?
¿Por qué crees que Dios actuó o no actuó en ese caso?
Cuando enfrentas una dificultad, ¿vienen a tu mente tus fracasos del pasado?
Cuando te ofrecen confiarte una tarea, ¿qué sientes?
¿Hasta dónde llega tu confianza en Dios?
¿Qué pudieras hacer para aumentar tu confianza en Dios?
¿Por qué crees que no confías lo suficiente en Él?
¿Qué hiciste?
¿Cómo saliste de esa situación?
¿Había alguna mejor alternativa?
¿Qué papel jugó Dios en la solución de ese problema?
¿Por qué crees que Dios actuó o no actuó en ese caso?
Cuando enfrentas una dificultad, ¿vienen a tu mente tus fracasos del pasado?
Cuando te ofrecen confiarte una tarea, ¿qué sientes?
¿Hasta dónde llega tu confianza en Dios?
¿Qué pudieras hacer para aumentar tu confianza en Dios?
¿Por qué crees que no confías lo suficiente en Él?
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Oscar