El libro de Génesis termina con el versículo 26 del capítulo 50,
diciendo que murió José a la edad de 110 años y fue sepultado en Egipto. De
esta manera sencilla se nos da la entrada a uno de los libros más importantes y
fascinantes del Antiguo Testamento: El libro de Éxodo.
Si usted es como yo, le gustará ir directo al asunto, sin dar
rodeos. Por lo que, al enfrentar libros como el evangelio de Mateo, o Éxodo que
comienzan con enumeraciones o genealogías, un poco que uno se siente tentado a
pasar por alto estos “nombres” para ir al asunto verdaderamente importante, ¿no?
Hace muchos años, un día descubrí lo importante que eran esas
listas de nombres. He querido por eso fijar la vista en esta primera semana de
nuestro estudio, justo en Éxodo 1:1-7 que es precisamente una lista de nombres,
para analizar y ver todas las cosas que enseña y encierra esa “aparentemente
inofensiva” lista.
Éxodo 1: 1-7.
Las promesas incondicionales
de Dios
Éxodo 1:1-7 (RVR 60)
1 Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia:
2 Rubén, Simeón, Leví, Judá,
3 Isacar, Zabulón, Benjamín,
4 Dan, Neftalí, Gad y Aser.
5 Todas las personas que le nacieron a Jacob fueron setenta. Y José estaba en Egipto.
6 Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación.
7 Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra.
1 Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia:
2 Rubén, Simeón, Leví, Judá,
3 Isacar, Zabulón, Benjamín,
4 Dan, Neftalí, Gad y Aser.
5 Todas las personas que le nacieron a Jacob fueron setenta. Y José estaba en Egipto.
6 Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación.
7 Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra.
Como en una carrera de relevo, el libro de Éxodo arranca justo donde terminó Génesis: con la muerte de José. Pero de una manera extraordinaria, Éxodo nos va a presentar lo que sucedió después de ese hecho.
UN PRINCIPIO PARA TENER PRESENTE: Las promesas incondicionales de Dios
Debemos
vivir nuestras vidas confiando en que Dios cumplirá Sus promesas
Cuando Dios llamó a Abraham, en Ur de los Caldeos, Él no solo le
prometió que le daría tierras, sino que su descendencia formaría una gran
nación. Lee los siguientes pasajes bíblicos: Génesis 12:2 [Y haré de ti una nación grande, y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición]. Génesis 15:5 [Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los
cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia].
Y Génesis 17:4 [He aquí mi pacto es
contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes].
Para un hombre en las condiciones en las que se encontraba
Abraham al recibir esta promesa, eso era algo humanamente imposible. Solo la
acción directa de Dios podía hacer que eso se cumpliera.
En los primeros párrafos de Éxodo, vemos como esas promesas se
habían comenzado a cumplir. Lee de nuevo Éxodo 1:7.
La redundancia que usa Moisés al decir: “fructificaron”
y se “multiplicaron” es para indicar que esto se produjo de una manera
milagrosa, que esa era la única manera posible de que sucediera.
Sin embargo, la promesa más milagrosa hecha a Abraham se
cumpliría en el futuro. Esa gran promesa incluía a un Salvador, al Señor
Jesucristo, Aquel por medio del cual serían bendecidas todas las naciones de la
tierra, leemos en Génesis 12:3 [Bendeciré
a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las familias de la tierra]. ¿Cómo sería posible
esto? ¿Qué pensaría Abraham al escuchar esa promesa? ¿Cómo sería posible
bendecir a todas las familias de la tierra? En ocasiones, las promesas de Dios
pueden parecer que son inalcanzables.
El apóstol Pablo se refiere a esa promesa, hecha miles de
años antes, de una manera magistralmente clara en Gálatas 3:16 dice [Ahora bien, a Abraham fueron hechas las
promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase
de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.]
Debido a esa promesa incondicional hecha a Abraham, todos los
creyentes sinceros que creen verdaderamente en Cristo, tanto judíos como
gentiles, también son herederos de la maravillosa e incondicional promesa de
Dios.
Cuando escuchas el mensaje de la verdad, el evangelio de la
salvación, y cuando tú crees en Cristo y decides recibirlo como tu Señor y
Salvador, en ese mismo momento, también eres sellado con el Espíritu Santo que
fue prometido. Él (es el anticipo de
nuestra herencia. Pablo en Efesios 1:13-14 dice [En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con
el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.]
Para reflexionar:
¿Cómo la promesa
incondicional de Dios de darle la vida eterna a todos los creyentes verdaderos
influye en la manera en que vivimos?
UNA PISTA: Cuando
experimentamos la misericordia de Dios, debemos responder a Su Gracia,
aceptando Su regalo gratuito de la salvación, y comenzando a vivir de una
manera piadosa.
APOLOGÉTICA:
Esteban en Hechos 7:14 refiriéndose a las personas que le nacieron
a Jacob dice que eran 75 [Hechos 7:14 (RVR 60) “Y enviando José, hizo
venir a su padre Jacob, y a toda su parentela, en número de setenta y cinco
personas”], pero aquí en el versículo 5 dice claramente que eran 70. ¿Es
que acabamos de encontrar una contradicción en la Biblia? Este también es uno
de los argumentos que usan los que niegan que Moisés escribiera el libro de
Éxodo.
Ahora bien, en Genesis 46:27 también dice que eran 70, [Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto
dos personas. Todas las personas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto,
fueron setenta]. En la versión de la Biblia llamada la
Septuaginta que es la traducción al griego del Antiguo Testamento y en los
llamados Rollos del Mar Muerto tanto en Génesis como en Éxodo el numero que se
da es de 70.
Sin
embargo, es posible conciliar estas dos cantidades que a primera vista parecen
una discrepancia, el número es de 75 si incluimos a los cinco hijos de Efraín y
Manases que nacieron después de que Jacob y el resto del clan llegaran a
Egipto. Los nombres de estos aparecen en Números 26:28-37 y en I Crómicas
7:14-23.
Al
inicio nos referimos a la redundancia que aparece en el versículo 7 cuando dice
“fructificaron y se multiplicaron y fueron aumentados”. Quiero llamarte la
atención para que observes que en Génesis 1:28 dice: [Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos;
llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de
los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra]. Observas que se trata del mismo uso
que además era muy poco frecuente. Los eruditos bíblicos señalan que este
paralelismo de las citas de Génesis y Éxodo es otra prueba más que indica que
la Torá constituye un solo texto y que fue escrito por Moisés.
UN
MOMENTO DE REFLEXIÓN INDIVIDUAL
¿Aprendiste
algo que no sabías?
¿Tiene
eso alguna importancia para ti?
¿Hay
algo que no entiendes?
¿Cómo
se relaciona lo que hemos estudiado con la actualidad?
¿Qué
enseñanza o lección pudieras sacar de este estudio, para aplicarla a tu vida?
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Oscar