miércoles, 30 de junio de 2021

¿Qué anda mal?

En 1787 se firmó la Constitución de los Estados Unidos de América. En aquellos días por el mundo estaban soplando aires de libertad y las ideas del humanismo se expandían y llegaban a todas partes. Las corrientes filosóficas abundaban y el ser humano parecía que estaba cobrando valor. Un hecho en particular separaba a la naciente nación americana de lo que estaba sucediendo en el resto del mundo. En primer lugar, la Constitución de los Estados Unidos de América comienza con una declaración fundamental: “Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos”… La revista Time Magazine hace un tiempo presentó un artículo sumamente interesante acerca de la Constitución bajo el título: ¿Y tiene importancia todavía? Déjenme aclarar un poco, para que puedan ver a dónde quiero ir. El sistema de gobierno de los Estados Unidos permite hacerle enmiendas a la Constitución. La Corte Suprema de Justicia puede regular y ajustar los principios que la Constitución establece en casos específicos al igual que las Cortes Supremas en los Estados y el Congreso. De manera, que las cosas pueden “no ser como son” o “pueden ser como no son”. Este es una especie de trabalenguas del tipo de los que usaba Cantinflas, pero es lo que más se me parece a las cosas que veo. Si usted agarra un billete de un dólar, por una parte tiene a la figura de George Washington, y por la otra una oración que dice: “NOSOTROS CONFIAMOS EN DIOS”. Pero no se llame a engaños, eso es pura propaganda política. Cuando yo llegué‚ a esta nación, como un inmigrante que había sido perseguido y castigado por su fe en un país comunista, creía haber llegado al lugar de la tierra que estaba más cerca del cielo. ¡Pero a los pocos días de estar aquí, me llevé una gran decepción! Estados Unidos NO ES una nación cristiana. Y aunque hay libertad de culto y de expresión, parafraseando a Enrique Javier Poncela: “Hay algunas personas, cuya libertad es más libre”. Hace unas semanas estaba hablando con un amigo que es pastor, y le comentaba la manera en la cual yo veía que el pecado se había introducido en algunas congregaciones, sin que nadie le prestara atención ni le diera importancia. Pecados como la mentira, el chisme, la maledicencia, la fornicación, la envidia, el orgullo, las borracheras, la pornografía, la glotonería, la idolatría y la arrogancia, por solo mencionar unos pocos ya no parecen ser cosas de la vieja manera de vivir, sino que algunos que se llaman “cristianos” las siguen practicando y en ocasiones hasta se jactan de lo que hacen. Para mi sorpresa, mi amigo comenzó a elaborar una especie de teoría acerca de la gracia, que en definitiva acababa por justificarlo todo para dejar las cosas como están, sin enfrentarlas con la verdad de Dios... Esta situación se parece a las cosas que se anuncian en la Biblia que sucederán un día. Me pregunto si estamos preparándonos o acostumbrándonos... Hermanos, creo que estamos muy necesitados de doblar las rodillas y orar en este tiempo que estamos viviendo...

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Oscar